El juicio contra los represores ya lleva dos semanas. Varios testigos fueron participes de aberraciones tales como torturas, asesinatos a sangre fría, desapariciones, autoatentados. Crímenes de lesa humanidad. Por Sebastián Ganzburg.
Los genocidas merecen un castigo ejemplificador
En lo que va del juicio ya declararon 17 testigos. Todos, sin excepción, se apartaron de los gobiernos militares. Incluso Chuchuy Linarez quien trabajó en la Inteligencia de la policía durante el proceso, dijo que "Mientras más lejos los tenga a los militares mejor".
Uno de los primeros testigos en declarar, Marcelo Pantaleón Ballesteros, coronel del ejército y director del Centro Militar de la Democracia en Argentina, aseguró que durante el proceso "Hubo genocidio porque cualquiera que pensaba distinto debía desaparecer". También indicó que se violaron tratados internacionales. Que el golpe de Estado sirvió para consolidar los intereses económicos de Estados Unidos y se mostró en contra de que los militares obedezcan ciegamente a sus superiores.
Sin duda uno de los testimonios más impactantes fue el de Domingo Antonio Jeréz. Un hombre de campo que hizo el servicio militar durante 16 meses entre el 76 y 77 cuando tenía 20 años. Contó que en una oportunidad “vi a Bussi matar a garrotazos a dos personas”. También expresó que entre tantas atrocidades, presenció torturas a embarazadas. A una de ellas “de cuatro meses le pusieron un fusil en la vagina”, aseveró.
Pero no es lo único que ocurrió en estos seis días de audiencias por el juicio a los represores (Menéndez, Bussi, Zimmerman, hermanos De Cándido, Cattaneo y Albornoz) que están acusados de 22 desapariciones en el centro clandestino de detención que funcionaba en la Jefatura de Policía.
En 17 de marzo el testigo de la querella Osvaldo Pérez quien estuvo detenido durante un año en el ex Arsenal Miguel de Azcuenaga reveló que allí "fusilaron entre 800 y 1000 personas".
Ninguno de los imputados se salva, Luis De Cándio quien fue un policía muy cercano al “tuerto” Albornoz quien se desempeñaba como jefe del D2 durante la dictadura, "me secuestró, torturó y cuando me liberaron siguió hostigándome", narró el testigo Raúl Elías que fue torturado durante cuatro meses en la ex Jefatura de Policías, donde vio al legislador desaparecido Leccesi.
Pero la declaración más importante en lo que va del juicio fue la de Juan Martín Martín quien estuvo desaparecido desde el 76 al 78. Fue alojado en la Jefatura de Policías. Vio a muchísimas personas en ese y otros campos de concentración.
En este sentido relató que “Bussi era como el ogro” porque “cada vez que se acercaba a un detenido era para torturarlo”. También expresó que Zimmerman (jefe de policía en el 76) y Albornoz realizaron torturas. Entre ellas, Juan Martín aseguró que de la picana no se salvaba ninguno. Además a otros les hacían el submarino seco o mojado. El primero consistía en cubrirle la cabeza con una bolsa de plástico. El otro, en meterle la cabeza en un recipiente con agua. A su vez dijo que en muchos casos se torturaba por diversión.
El juicio pasó a un cuarto intermedio hasta el martes justo cuando estaba declarando el testigo Soldati ya que Bussi manifestó que le dolía el pecho. A pesar de que el electrocardiograma estaba perfecto, decidieron internarlo por prevención.
Falta de hombría
Torturó, mató, humilló, desapareció a personas, se mofó de la justicia, actuaba con total impunidad y no es capas de afrontar con hombría un juicio que sus víctimas no lo tuvieron, como bien relató el testigo Jerez, “para ellos era más fácil torturarlos, matarlos y hacerlos desaparecer”.
El problema son los desaparecidos
Los testimonios son elocuentes. Más allá de las ideologías políticas, el problema son los desaparecidos. No hubo guerra como dicen los genocidas. Sí, algunos enfrentamientos pero la represión fue desproporcionada. Además las bajas que tuvo el ejército están todas registradas. Sus familiares tienen sus tumbas. Del otro lado, el de la sociedad, la deuda está pendiente.
Por todo esto el Tribunal presidido por Jiménez Montilla deberá tener una sentencia ejemplificadota para que de una buena vez los culpables paguen y la sociedad resuelva un problema que hasta hoy afecta intensamente.
Sebastián Ganzburg
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