Se trata de Domingo Antonio Jeréz, quien hizo el servicio militar entre 1976 y 1977. Expresó haber presenciado torturas, asesinatos y desapariciones. También dijo que vio torturas a embarazadas. Debido a esto la defensa quiso incriminarlo por cómplice, lo cual fue repudiado por la querella y fiscalía. “Si no cumplíamos las órdenes nos mataban por guerrilleros”, dijo Jeréz.
El testimonio más importante de la cuarta jornada.
¿Señor Jerez, usted presenció alguna violación de domicilio?, preguntó la fiscalía.
Si, varias
¿Presenció torturas?
También
¿Presenció secuestros de personas?
Sí, yo manejaba el camión
¿Presenció asesinatos de personas?
Sí
¿Presenció actos de desaparición de cuerpos de personas?
Si
¿A qué hora eran los operativos?
Después de la medianoche cuando la gente estaba durmiendo.
¿Cuántos centros clandestinos de detención de personas vio a lo largo de los 16 meses que estuvo en el servicio militar?
Muchos, Caspinchango, Santa Lucía, Nueva Baviera, Timbó Viejo.
¿Lo vio a Antonio Domingo Bussi en alguno de esos centros clandestinos?
Siempre andaba.
¿Lo vio presenciar algunos de los hechos que le pregunté?
A Bussi lo vi matar a dos en el Timbó Viejo a garrotazos. Primero repartieron paquetes de cigarros de diferentes marcas. Luego detuvieron a dos varones. Llegó Bussi al Timbó y se los entregaron y ahí comenzó a garrotearlos. Cuando ya no se movían, les dijo a los militares que se deshagan de los cuerpos. Nunca más aparecieron.
Fue le testimonio más importante en la cuarta jornada del juicio por el centro clandestino de detención que funcionó en la ex jefatura de policía durante el proceso militar. El testigo se llama Domingo Antonio Jeréz. Un hombre de campo que hizo el servicio militar durante 16 meses entre el 76 y 77 cuando tenía 20 años. Y para quien esos años fueron un infierno.
El testigo comentó, con su particular acento de campo adentro, que durante esos 16 meses, presenció muchos actos de violencia. En una pasaje de su testimonio mencionó que a un detenido, el ‘Gringo’ Quintero, “lo hacían gritar ¡Viva Perón! y luego nos obligaban a pegarle culatazos”.
Respecto a la manera en que se realizaban los allanamientos, Jeréz que actualmente trabaja manejando un tractor en época de zafra, expresó que lo hacían pegándoles taconazos a las puertas, durante la noche, cuando la gente dormía. También contó que en uno de los tantos centros clandestinos que conoció estaba alojada una señora que le decían Ñata. A ella y otros detenidos “yo le daba agua a pesar de que no me dejaban. Por desobedecer me metieron preso dos días”.
El testigo detalló que en una oportunidad estalló una bomba en una ambulancia del ejército camino a Caspinchango. Tiempo después se dio cuenta que la bomba fue puesta por los mismos militares ya que vio a uno de ellos entre los cañaverales vestido de peón. El hombre pertenecía al servicio de inteligencia.
A su vez reveló que en todos los operativos, quien estaba a cargo era Valdivieso, quien ahora “creo que es Teniente Coronel”, sostuvo. Además que, entre tantas atrocidades, presenció torturas a embarazadas. A una de ellas “de cuatro meses le pusieron un fusil en la vagina. No la volví a ver. Según comentaban, el marido era guerrillero”. A su vez expresó que en el centro clandestino de detención de Caspinchango habían “varias mujeres de encargue (embarazadas)”.
El relato de Jeréz fue escalofriante y sincero. “No me gustaba como actuaban los militares”, indicó. Y dijo “no se hacía justicia como ahora, para ellos era más fácil torturarlos, matarlos y hacerlos desaparecer”. Y aseguró que si lo llevan al monte puede encontrar tumbas donde enterraron gente.
Entre otros detalles, precisó que jamás recibió instrucción militar. La polémica de la jornada se produjo cuando la defensa hizo uso de la palabra. El defensor del policía retirado De Cándido, Lo Pinto quiso incriminarlo ya que el testigo obedeció órdenes ilegales, como pegarle a detenidos, aunque siempre lo hizo bajo amenza. Sin embargo Jerez, había expresado que “si no lo hacíamos nos mataban por guerrilleros”.
Lo Pinto pidió al Tribunal que el testigo sea incriminado por ocultamiento de la verdad, cómplice de asesinatos y torturas. Esto causó indignación en la querella y fiscalía a cargo de Alfredo Terraf. Quien fue elocuente al afirmar que Lo Pinto trató de implementar nuevamente el terror en el testigo como ocurrió hace treinta años. “No se lo puede inculpar porque solamente cumplía el servicio militar”, recalcó el fiscal.
El TOF finalmente expresó que al momento de la sentencia decidirá qué decisión toma respecto al planteo de la defensa. De esta manera la querellante, Laura Figueroa exigió que el testigo salga del TOF custodiado para preservar su integridad física y mental.
Sebastián Ganzburg
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