La crisis alimentaria internacional llevó a que algunos propusieran los transgénicos como solución. Pero esto renovó las advertencias sobre sus efectos negativos en la salud y en el ambiente. Por Julio Godoy, para IPS.
Muchas de las preocupaciones fueron planteadas en la occidental ciudad alemana de Bonn, donde se reunieron más de 3.000 delegados de 147 países con motivo de la IX Conferencia de las Partes del Convenio de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica (COP 9), que comenzó el lunes y concluirá el 30 de este mes.
El encuentro se propone estudiar formas para usar la biotecnología con
seguridad.
Mientras, científicos, agricultores y ambientalistas de
varios países siguen alertando que los productos genéticamente modificados
presentan un riesgo y no son una contribución a la producción alimentaria.
En Francia, agricultores se quejan de que los cultivos con
modificaciones genéticas contaminan los orgánicos. Julien y Christian Veillat,
productores de maíz orgánico de la localidad bretona de Villiers-en-Plaine, unos
400 kilómetros al oeste de París, aseguran que sus cultivos fueron contaminados
por transgénicos, a pesar de que la plantación más cercana se encuentra a unos
35 kilómetros de distancia.
El hecho fue constatado en un análisis de
rutina a finales de abril por una cooperativa agrícola de la zona donde los
Veillat tienen sus tierras. A raíz de eso, el maíz orgánico ahora sólo puede
usarse como forraje para el ganado.
Los Veillat entablaron una demanda
legal contra el gobierno. "La contaminación sólo pudo venir del maíz
transgénico", dijo a IPS un portavoz de la asociación local contra la
agricultura con modificaciones genéticas Georges Castiel.
El productor
de vino orgánico de la sudoriental región francesa de Provenza, Jean-Pierre
Margan, dijo a IPS que la contaminación de los cultivos orgánicos es un problema
permanente.
"Partículas de transgénicos pueden ser transportadas muy
lejos por el viento y el agua y contaminar su cultivo, aun si usted trabajó muy
duro para evitar cualquier riesgo", explicó.
El vicepresidente del
gobierno local de la occidental región de Poitou Charentes, Serge Morin, señaló
que es necesario que "el Estado revise sus procedimientos sobre los productos
con modificaciones genéticas, incluido el cese inmediato de todos los cultivos
de ese tipo que se hacen a cielo abierto".
"Además, todos los
agricultores orgánicos cuyos cultivos hayan sido contaminados deberían recibir
indemnizaciones", apuntó. Esos casos llevaron a numerosos chefs y productores de
vino a lanzar una campaña para evitar la propagación de bebidas y alimentos con
modificaciones genéticas.
"No tenemos competencias científicas para
intervenir en el debate acerca de las consecuencias sobre la salud de los
productos transgénicos", reza la misiva dirigida al parlamento francés.
"Pero consideramos que, de acuerdo con el principio de precaución en
materia de alimento y salud, los productos genéticamente modificados deben
sencillamente prohibirse de nuestras mesas", añade.
Campañas similares
se llevan a cabo en otros países europeos. Numerosos científicos y
ambientalistas señalan que independientemente de las preocupaciones en materia
de salud, los productos con modificaciones genéticas tampoco son una opción para
la crisis alimentaria.
"La mayoría de las modificaciones genéticas
hechas a los cultivos apuntan a hacerlos más resistentes a plagas y hierbas
malas, pero no a aumentar la producción", señaló Hans-Joerg Jacobsen, biólogo de
la Universidad alemana de Hanóver.
"Los cultivos modernos sin
modificaciones tienen mayores producciones que las propias semillas
transgénicas", apuntó.
"La idea de que los transgénicos pueden
contribuir a alimentar al mundo forma parte de la propaganda que la industria
bioquímica utiliza desde hace años, pero es falsa", subrayó Arnaud Apoteker,
quien lidera la campaña contra los productos con modificaciones genéticas de la
organización ambientalista Greenpeace Francia.
Algunos representantes de
la industria bioquímica lo reconocen.
"Los cultivos transgénicos no
resolverán el hambre en el mundo", dijo el director de la rama científica de la
gigante BASF, Hans Kast, al periódico alemán Die Sueddeutsche Zeitung.
Está el caso de África, el único continente que no produce suficientes
alimentos para alimentar a su propia población, a pesar de que 70 por ciento de
sus habitantes están empleados en el sector agrícola.
"Al aplicar
métodos de cultivo convencionales, sin modificaciones genéticas, se puede elevar
de forma sustancial la productividad agrícola en África", dijo a IPS el director
de la no gubernamental Welthungerhilfe, Hans Joachim Preuss.
"Lo que más
necesita la agricultura africana son mejores y más eficientes sistemas de
irrigación, no semillas transgénicas", apuntó.
Se cultivaron 114,3
millones de hectáreas de transgénicos en 23 países por más de 12 millones de
agricultores", según cifras divulgadas en Bonn por CropLife Internacional,
federación que representa a las corporaciones de la industria bioquímica.
Por Julio Godoy, para IPS.
Todos los derechos reservados Copyright 2007
Terminos y usos del sitio
Directorio Web de Argentina
Secciones
Portada del diario | Ediciones Anteriores | Deportes | Economia | Opinion|Policiales
Contactos
Publicidad en el diario | Redacción | Cartas al director| Staff