La actual carestía alimentaria, sin precedentes históricos, crea un nuevo orden político mundial según el cual cada país trata de asegurarse su pedazo de la torta y se preocupa poco por el resto, dijo Lester Brown, fundador del Earth Policy Institute. Por Antoaneta Bezlova para IPS.
Expresiones de inseguridad alimentaria, como las restricciones a las exportaciones impuestas por países productores de granos, constituyen presagios de "un capítulo enteramente nuevo", dijo Brown a la prensa extranjera en Beijing.
"Estamos en medio de la más severa crisis alimentaria en la historia mundial",
señaló. "Se trata de una situación crónicamente tensa, un problema serio y a
largo plazo."
Los políticos reunidos en la cumbre de la Organización de
las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), que terminará
este jueves en Roma, debaten soluciones al encarecimiento de los alimentos y el
malestar civil causado por la escasez.
Pero, en realidad, muchos países
ya están actuando unilateralmente para asegurarse el suministro para el futuro.
Desde África hasta Asia, muchos países buscan comprar o arrendar tierras
en el exterior para cultivar y alimentar a su población. China, el país más
poblado del mundo, lleva la delantera: ya explota haciendas en Tanzania, Laos,
Kazajstán, Brasil y otros.
India ha puesto la mira en Uruguay y
Paraguay. Corea del Sur negocia acuerdos agrícolas con Sudán y Siberia. Libia y
Egipto, por su parte, hacen lo mismo con Ucrania.
Lo preocupante, según
Brown, es que "los países más influyentes sean capaces de asegurarse suministros
alimentarios, dejando a países pobres y menos poderosos sin alimentos que
importar".
"Esto podría sembrar la desesperación en cantidad de países",
dijo.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) señaló que el
encarecimiento de los alimentos básicos como el arroz y otros cereales podría
afectar a alrededor de 100 millones de las personas más pobres del mundo.
En Asia, el precio del arroz, el alimento básico de la región, casi se
triplicó sólo este año, llevando a muchos gobiernos a prepararse.
Para
proteger a sus consumidores internos, India, Vietnam, Indonesia y China
restringieron las exportaciones. Este año China experimentó su primer déficit
comercial de granos en décadas, y comenzará a fijar impuestos a las
exportaciones que oscilarán entre cinco y 25 por ciento.
A medida que se
desencadenaba la actual crisis alimentaria, el rol de China como principal
productor y consumidor mundial de granos ha quedado bajo un escrutinio cada vez
mayor.
Políticos de todo el mundo miran con aprensión a China, que debe
alimentar a 1.300 millones de personas, preocupados de que cualquier cambio en
la histórica política de autosufienciencia del país tenga un efecto tremendo en
el mercado mundial de granos.
El primer ministro chino Wen Jiabao dijo
que la prioridad de China es alimentar a su propia población, y que ésa será "la
mayor contribución" de ese país al mundo.
Beijing asegura contar con
grandes reservas de granos para sobrellevar la actual crisis alimentaria. Pero
su dimensión es incierta.
Se trata, en su mayor parte, de arroz, señaló
Zhao Jinhou, un analista en granos que trabaja para Shenyin Securities. Los
planificadores chinos subsidian la producción de granos, y esto ha generado
discrepancias entre los precios internacionales e internos del grano.
Mientras los precios mundiales de ese producto se han disparado, dentro
de China permanecen estables. "No hubo incentivos para vender las existencias de
arroz", dijo Zhao.
En 2007, China produjo más de 505,5 millones de
toneladas de granos, casi el nivel del consumo anual de la nación, de 510
millones de toneladas, según estadísticas oficiales.
Los funcionarios
chinos manifestaron que mantendrán estable la producción nacional de granos en
más de 500 millones de toneladas, para hacer frente al aumento mundial de esos
precios.
Pero analistas señalaron que esa medida sería de poca ayuda
para enlentecer el encarecimiento mundial, pues este país ya es un importador
neto de granos.
El año pasado, China importó 31 millones de toneladas de
granos, 22 millones más de lo exportado. La mayoría de las importaciones fueron
de soja.
"Los chinos sacrificaron su autosuficiencia en soja a fin de
preservar la tierra y el agua para los restantes cultivos", dijo Brown,
pronosticando que sólo es cuestión de tiempo antes de que este país busque otros
granos en los mercados del mundo.
"China sólo necesita importar 10 por
ciento de su consumo de granos para influir mucho en los mercados", sostuvo.
"Más restricciones a la exportación de granos dañarían la capacidad de
China de asumir su liderazgo mundial en la crisis actual", advirtió Mei Xinyu,
investigador de la Academia China de Comercio Internacional y Cooperación
Económica, que funciona en la órbita del Ministerio de Comercio.
"Los
efectos secundarios de ajustar más las exportaciones serán significativos, y
habrá más daños que beneficios", agregó.
El impacto de la reducción de
exportaciones de Asia ya se hizo ver en los disturbios en África y Haití, que
dependen de importaciones de alimentos baratos.
El Departamento
(ministerio) de Agricultura de Estados Unidos pronostica que los altos precios y
las restricciones a las importaciones reducirán nueve por ciento el volumen de
arroz comerciado internacionalmente en 2008, lo que disparará aun más los
costos.
En la cumbre alimentaria de Roma, el secretario general de la
ONU, Ban Ki-moon presionó a los países de todo el mundo a eliminar una amplia
gama de prohibiciones a las exportaciones y aranceles a las importaciones para
ayudar a millones de pobres a afrontar el mayor encarecimiento de los alimentos
en 30 años.
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