El sector más concentrado del país, que en los últimos años acumuló una fortuna inmensa, tiene como plan debilitar, en el tiempo, a la Presidenta de la Nación. Por eso es que no puede retroceder. Al no contar con un plan “B”, busca a través de los medios de comunicación “la capitulación de la Rosada”. Para completar el circo tragicómico de estos días, banderas rojas, con la hoz y el martillo acompañan la "insurrección de las 4x4". Escribe Isauro Martínez.
Como respuesta, sólo se escuchan voces sueltas desde el piqueterismo oficial mientras que algunos gobernantes comienzan a responderle a sus verdaderos mandantes: el capital concentrado.
Todo puede pasar, es la sensación que dejan los discursos, casi bélicos, a los que apelan los dirigentes sojeros y terratenientes que representan prácticamente al sector más concentrado de la economía Argentina que pone en peligro la estabilidad de las instituciones. Arremeten por todos lados, dejando de lado toda sutileza. Ahora consiguieron sus aliados en ciudades importantes del país. Parecen sólidos e insistentes, pero en la intimidad, la mayoría de los que hoy ofician de voceros, saben que están protagonizando un debate que por discutir por plata, están quedando expuestos todos los números, para que la sociedad en su conjunto quede informada. ¿Informada?
Allí reside el principal problema del gobierno Nacional. Ha fallado en la comunicación. El miércoles, la Presidenta, puso los números con crudeza. Millones de litros de gasoil subsidiados por el pueblo. Millones de dólares comprados a 3 pesos para que no caiga como el Real brasileño. Todo financiado por el pueblo argentino. No sólo por la gran mayoría del pueblo, sino que paradójicamente por la clase media urbana.
La misma que ahora mira por la tele cómo ladran desde una costosa cosechadora. La misma que cree que un cacerolazo es suficiente para desalojar a una mujer con agallas como Cristina Fernández.
La misma clase media porteña y de tantos lugares similares del país, comenzó a darse cuenta que Cristina no es lo mismo que De La Rúa. No esperen el helicóptero. Sólo esperen respuestas racionales. Sólo esperen al pueblo desorganizado, todavía, recuperar las calles.
Creo que esta vez se quedan con las ganas.
Isauro Martínez
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