En la primaveral noche de julio el ex Caballeros de la Quema brindó un recital plagado de poesía. Buen sonido, ambiente cálido. Interesante parcialidad femenina, en el teatro Alberdi. Cerca de 400 personas tararearon las melodías del autor
Además de los temas de su última placa cantó los clásicos de siempre.
Cerca de las 21, horario previsto para el show, las figuras inconfundibles de mujeres hermosas esperaban ingresar y así, acomodarse en sus butacas. Esta noche no hubo “Huelga de princesas”. Una hora de retraso, pero “Y que más da” así se abrió el recital.
A la derecha estaban los chicos del taller de fotografía que se dicta en el X Julio Cultural, que en los dos primeros temas ametrallaron con flashes a los cinco en escena. Lejos de ser un público rockero, escucharon atentos cada melodía. El sonido impecable.
Estaban todas, hasta “La chica que nadie saca a bailar” daba algunos alaridos. El dueño de la noche siempre sereno, siempre cordial, no se inmutaba ante las desesperadas. Hasta se preguntaba “Quien me llevará a mi cama dónde duerme mi almohada”.
El escenario con luces rojas y azules tenían la misma simpleza que Iván. Después de cantar ”A pan y agua” comentó que es un placer tocar en “un lugar donde solo vine dos veces”. Y justo “Un minuto antes de dejarte” un grito de amor se escuchó desde lejos. Así, la participación con el público fue una constante. Uno de los temas más coreados fue “Bienbenito”.
Un espectáculo para estar acompañado de su pareja, amante, amiga/o. Quizás con tu propia soledad y las referencias a algún amor sentido seguro invadieron algunas almas. Los lagrimones se piantaban de a ratos. Porque lo interesante es que la mayoría de las veces los amores no terminan bien. “Espero que siga siendo así, para que salgan buenas canciones de amor”, comentó despreocupadamente.
Uno de los mejores momentos llegó con “Otro jueves cobarde”, un clásico de Iván con la impronta de Sabina. Una mitad de balada, más lenta de lo habitual, pero con una segunda parte algo más movida.
Cuando algún te amo abandonaba la garganta de “La más princesa de todas”, el cantante se quedó solo con Sufián Cantilo, tecladista, para hacerse algunas “Preguntas Equivocadas”. Las melodías del piano invadieron amablemente la sala.
De pronto llegó “Olivia”, parecía un “Sapo de otro pozo”. Sin embargo, no faltó quien le pidiera que vayan “A soñar un rato”. Pero ella le dijo: “No cuentes conmigo” ya estás “Oxidado”. Entonces en ese preciso momento el cordial espacio, por unos segundo, se hizo rock y los aplausos cerraron la noche.
Sebastián Ganzburg
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