Punteo para el análisis de medios entre los días 26 de marzo y 3 de abril de 2008.
Ataca como partido y se defiende con la libertad de prensa.
"Hay que cuidarse de ese diario. Ataca como partido político y si uno
le contesta, se defiende con la libertad de prensa”, dijo César
Jaroslavsky al referirse al modo de accionar del diario Clarín durante
los años 80.
Esta frase va al nudo de un problema que los
medios prefieren y necesitan ocultar para poder mantener el discurso de
la “objetividad” y seguir instalados como quienes se limitan a
“reflejar acontecimientos” de la vida social y política de la
Argentina. Esta corriente (las teorías de la objetividad, el periodismo
como espejo de la sociedad o la actividad periodística como reflejo del
acontecer social) caracterizó las líneas de investigación hasta la
década de los años 70 y si bien ha sido desplazada por las teorías de
la construcción de la información o de la fabricación de las noticias
en la mayoría de los ámbitos de enseñanza y reflexión sobre el
periodismo y la comunicación, los medios de comunicación –en tanto
empresas, por un lado y en tanto espacios de rutinas y lógicas
profesionales de fabricación de noticias y, por ende, de construcción
de sentido- se esfuerzan cada día para perpetrar, como sentido común,
la corriente de la objetividad. Las dos razones básicas para que lo
hagan son las siguientes:
a)de asumir que “los medios
construyen una realidad” y no la “reflejan” se verían obligados a dar
cuenta ante la sociedad de cuáles son esos mecanismos a través de los
cuales fabrican las noticias, lo que implicaría que
b)deberían
asumirse ya no como espacios en los cuales la vida social aparece
“reflejada”, sino como actores sociales y políticos del acontecer de
una Nación.
Reconocer estas dos cuestiones implicaría colocarse ya
no sólo en el lugar del decir, sino que abrirían la puerta a que se les
pudiera decir a ellos también.
Aquí reside una de las razones
por las cuales el enfrentamiento de los medios con los gobiernos de
Néstor y Cristina Kirchner es tan virulento. No se explica semejante
nivel de enfrentamiento de parte de los medios con estos dos gobiernos
si se atiende solamente a la cuestión empresarial: por citar sólo un
caso, el gobierno de Néstor Kirchner le extendió las licencias de
radiodifusión.
¿Entonces, cuál es el problema? La razón
fundamental de tal nivel de virulencia en la crítica y en el
cuestionamiento reside –más allá de profundas diferencias ideológicas
que han quedado al descubierto desde un comienzo- en que estos dos
gobiernos los han colocado en la escena pública como un actor más de la
vida política y social de la Argentina y los han interpelado
públicamente desde este supuesto.
Es decir, los han obligado
no sólo a posicionarse en tanto actor político sino a dar explicaciones
sobre los modos de construcción de la información (es decir, cómo es el
procedimiento y el mecanismo a través del cual un acontecimiento se
vuelve hecho noticioso) al ser interpelados ya no desde un lugar
externo a la escena pública, sino como partes de la esfera política. Y
esto, para quienes basan su poder político, simbólico y económico en la
noción de distancia ecuánime con los acontecimientos es obligarlos a
echar por tierra el modo en que se han definido desde su nacimiento.
La violencia simbólica
El
lockout patronal agropecuario obligó a la ciudadanía a posicionarse
como pocos acontecimientos lo han hecho en la historia reciente de la
Argentina. Los medios no escaparon a esto y en la vorágine de no perder
el lugar de una supuesta neutralidad han mostrado lo que desde siempre
han querido ocultar: nunca quedaron tan en evidencia como en estos días
los modos de construcción de la información.
La escalada de
violencia simbólica y por momentos racista de los medios –sobre todo
los electrónicos- dejó en claro qué posición la mayoría de éstos había
tomado. Con el correr de las horas y de los días, este posicionamiento
se hizo más evidente pero desde un principio -con mayor o menor nivel
de brutalidad, con mayor o menor grado de sutileza- se colocaron en
lugares de defensa de unos u otros intereses económicos y de sentido.
“La
actuación de lo massmediático audiovisual resultó una experiencia casi
inédita de impudicia, obscenidad ideológica y violentación de toda
´objetividad´ en cuanto a política de la imagen y de los encuadres de
parte de los canales y sus noticias. Un cóctel de distorsión,
analfabetismo, prejuicio y racismo. La espontaneidad de la dupla
“movilero-locutor” para explicar las cuestiones que nos asuelan resultó
una suerte de catarata indetenible que hizo estallar todo sentido sobre
lo que realmente está ocurriendo en la crisis, ante ojos y oídos de
millones de personas. Los acercamientos de cámaras donde 100 parecen
10.000, los diálogos donde es peor la ideología del cronista que la del
propio entrevistado fascistoide, la conversión de la Sociedad Rural y
Coninagro en revuelta de una suerte de “campesinado” andino escapando
del napalm, la falta de toda intención ordenadora de los significados
que están en juego hacen del noticierismo porteño la “natural” y/o
alentada derechización ideológica con que se baña cotidianamente
nuestra sociedad mirando la pantalla”, escribió Nicolás Casullo en la
edición del 30 de marzo de 2008 de Página 12.
No es llamativo,
pero es necesario consignar que Página 12 fue el único medio que dio
cuenta del comportamiento y de los modos de cobertura de los medios de
comunicación. Este tipo de columnas aparecieron publicadas durante casi
todos los días del conflicto y en su edición del 3 de abril, el diario
realizó una entrevista a semiólogos para que analizaran los discursos
construidos.
Columnas como la de Casullo no son solamente una
invitación a la reflexión. Es también la puesta en evidencia -y en
palabras- de cómo los medios construyen y que sobre eso se puede y se
debe hablar porque son un actor más en la vida social y política de una
nación. Esta intención política de Página 12 se da de bruces con la
noción de objetividad que pregonan slogans como “Periodismo
independiente”.
Y en este sentido es más que notable ver cómo
mientras Clarín (3 de abril de 2008), por ejemplo, dedicaba espacio al
comunicado de ADEPA en el cual se decía que las coberturas de los
medios son “noticias y opiniones expuestas sin otro propósito que
reflejar la realidad”, en Página 12 se le daba importancia al
pronunciamiento de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA en el
cual se habla de “recortes de la realidad”.
Cuando igualar desequilibra
El
martes 25 de marzo a la madrugada, todos los canales de televisión
colocaron en un nivel de igualdad informativa el discurso presidencial,
los piquetes del agro y los “cacerolazos” de algunos barrios porteños.
Esta equiparación es el primer síntoma desestabilización.
La
regla básica de construcción de una nota es responder a la estructura
de la pirámide invertida, esto es, responder en el primer párrafo o en
el copete informativo, en el caso de los medios electrónicos a las 5
preguntas básicas del periodismo (qué- quién- cuándo- dónde- cómo).
Dentro de la clasificación de noticias se encuentran lo que llamamos,
“noticias del campo del hacer” y las “noticias del campo del decir”.
De
lo anterior se desprende una segunda regla básica del periodismo: saber
diferenciar dentro de las “noticias del campo del decir” el lugar de
enunciación de quien pronuncia estas palabras y entender a partir de
esto la jeraquización que se hará de la información. Cuando la
televisión “parte la pantalla” y coloca en un pie de igualdad
informativa la palabra presidencial y la de un “cacerolero” o el
discurso presidencial es equiparado al de un líder agropecuario surgido
de una asamblea, lo que se está haciendo, en realidad, es provocar un
efecto de sentido que pierde de vista no sólo las jerarquías sino las
implicancias de cada una de esa palabras emitidas. Para decirlo
claramente: se equiparó desde un comienzo la palabra que provoca
acciones de gobierno y la palabra que sólo da cuenta de un testimonio
individual y de coyuntura.
La edición
En la misma
madrugada del miércoles, los medios audiovisuales hicieron un “recorte”
a través de los encuadres de las cámaras. Sólo una toma en perspectiva
da cuenta, con algún grado mayor de imparcialidad, de cierta totalidad
de lo que está ocurriendo (lo que no es otra cosa que en un texto
escrito poner en contexto lo que se relata). Un plano corto y cerrado
elimina la posibilidad de que el televidente pueda “ver ese contexto”.
Este tipo de tomas fueron las utilizadas para “mostrar” la cantidad de
personas que participaban de los cacerolazos.
A las 3 de
mañana del ya miércoles 26, TN sumó a lo anterior una edición en la
cual aparecía “el peligro” que generaban quienes estaban en la Plaza
defendiendo al gobierno nacional.
La secuencia fue la
siguiente: se mostraba a una imagen de un grupo de “caceroleros” y el
sonido de estas imágenes era el ruido ambiente del golpeteo de las
cacerolas y las voces que participaban de esta manifestación. La imagen
fundía a negro y aparecía un grupo de “piqueteros” tomados de espaldas
en cámara lenta y con niveles más bajos de luz y acompañaba a estas
imágenes una música de película de terror similar a la de Tiburón
cuando el animal está por atrapar a su presa. Todos los que trabajamos
en y con los medios de comunicación sabemos que una película de
suspenso no es tal sin la musicalización. Lo que aquí se dice sobre
“atrapar a la presa” no es inocente: La Nación construyó el siguiente
título en la tapa de su edición del miércoles 26: “Cacería para ganar
la plaza”.
El contraste era claro: personas indefensas se están
manifestando mientras la bestia está acechando para provocarles algún
tipo de daño.
A esta construcción le precedieron comentarios
de periodistas en piso, de cronistas en la calle, y de videograf que
marcaban la diferencia entre “gente” y “piqueteros” y entre “vecinos” y
“piqueteros violentos”. Esto que aquí se relata se vio sobre todo en:
TN y en el programa especial que canal 13 puso al aire (conducido por
María Laura Santillán y Santo Biasatti), para lo cual el canal del
grupo Clarín levantó su programación habitual (estaba por comenzar un
capítulo de “Mujeres asesinas”).
Las primeras dicotomías
Aparecieron
por esas horas de noche del martes 25 y de la madrugada del miércoles
26 los primeros elementos de corte racista y clasista: Veamos algunos
ejemplos:
- las diferenciaciones entre “gente” y “piqueteros” (TN; América, Canal 13)
- “piqueteros (…) dispersaron a los golpes a manifestantes” (La Nación 26 de marzo)
-
diferenciación de “manifestantes” y “piqueteros”. Ejemplo: Nota “Ataque
de grupos de piqueteros a los manifestantes de Plaza de Mayo”. (pág. 7
Clarín 26 de marzo)
- la noción de manifestaciones de “gente
bien vestida y de color claro de piel” y la de “piqueteros” y “personas
de tez oscura” (TN)
- el problema de a quién se le brindan los
recursos provenientes de las retenciones (chiste de Nik en la
contratapa del Suplemento Espectáculos de La Nación del domingo30 de
marzo)
- la alusión de Crítica de la Argentina del 27 de marzo,
en tono de sorna, al cambio de camisa de D Elía entre el martes 25 y el
miércoles 26.
- la dicotomía de los “vecinos autoconvocados” o
“ciudadanos que se manifiestan espontáneamente” VS “piqueteros
violentos”, “militantes” o “grupos de choque”.
- “La familia
agropecuaria se moviliza en las rutas”, dice La Nación del miércoles 26
de marzo y recurre a la construcción a través del recorte en el
testimonio personal y con cierto dejo melodramático, al modo de las
historias de vida, al que también recurrió Clarín por ejemplo el 30 de
marzo y Crítica el 30 de marzo de 2008. Este mecanismo nunca fue
utilizado para dar cuenta de por qué, por ejemplo, habían ido a la
Plaza las personas que se manifestaron por las noches a Plaza de Mayo
en apoyo al gobierno a quienes participaron del acto del 1 de abril.
Luis
Bruschteiun logra dar cuenta al mismo tiempo de dos fenómenos
diferentes en su nota de Página 12 del 2 de abril. Señala allí que vio
en el acto del 1 de abril a un hombre con uniforme del SAME que llevaba
un cartel que indicaba: “Señores de TN, yo también soy la gente”, al
tiempo que otro cargaba otro cartelito con la leyenda: “Señores del
campo: Vinimos a la plaza y no nos pagó nadie”. A través de estos
relatos establece por un lado, lo ofendida que más de una persona pudo
haberse sentido por lo que ciertos medios dijeron y escribieron a lo
largo de estas jornadas y, por el otro, que quienes ofendieron fueron
los medios de comunicación.
Estos datos color permiten retomar
una noción que siempre ha servido como escudo de defensa para los
medios de comunicación y pocas veces para los ciudadanos: que lo que
debe recordarse es que la libertad de expresión de un medio o de un
periodista es una parte de la ecuación.
La otra, la no tan
reiterada desde los medios, se basa en el derecho fundamental que
asiste a todos los ciudadanos de poder recibir la información.
Mario
Wainfeld dio cuenta también de los gestos discriminatorios y racistas
que comenzaban a aparecer en la cobertura de todo este conflicto de
este modo: (Página 12 del viernes 28 de marzo):
“Caos y violencia:
Durante años, cualquier embotellamiento derivado de cortes de calles o
rutas fue tildado como “caos” por la mayoría de los medios y los
comentaristas. El tractorazo, cuyo nivel de lesividad fue
comparativamente altísimo, fue titulado como “paro histórico”. Las
palabras algo indican. Pertenecer tiene sus privilegios.
Los
manifestantes vulneraron límites jamás traspasados por los movimientos
de desocupados: revisaron el interior de los camiones y forzaron un
desabastecimiento nacional de bienes básicos, conducta que tiene muy
pocos precedentes, todos ellos golpistas.
En el devenir de los
cortes hubo también escenas de violencia, golpizas, un apuñalado en
Chivilcoy, un hombre que murió tras haberse cerrado el paso a su
ambulancia en Laboulaye. Todos saben que esas acciones no describen
ánimo criminal sino exaltación y pérdida del mínimo sentido solidario.
De todas maneras hubiera sido simpático algún reproche en los grandes
medios a esos episodios. Dejamos para otro día hacernos cruces
imaginando qué no se hubiera dicho si los manifestantes que “cerraron
la tranquera” a una ambulancia con un enfermo terminal hubieran sido
piqueteros.
La acción directa siempre tiene una dosis de
violencia, cuanto menos simbólica. También la hubo en la narrativa de
tantos medios, que alcanzó picos memorables. Este cronista escuchó a
dos colegas, una movilera y una conductora reconocida, discernir entre
la “gente normal” y los piqueteros que estaban en Plaza de Mayo el
martes. La movilera tipificaba la normalidad: clase media alta. Ninguna
se explayó sobre los rasgos distintivos de los anormales. ¿La
pigmentación de su piel? ¿Su ideología? ¿La calidad de su vestimenta?
El lector puede hacer su menú, que quizá contenga platos combinados”.
Y Roberto Caballero hizo lo propio en la edición del 27 de marzo de la revista Veintitrés:
“Veo a periodistas progres indignados por la ausencia policial en la zona de refriega y me deprimo, sinceramente.
Se me caen los ídolos. De a uno.
Veo a chicos de la Universidad de Belgrano ofendidos no tanto por las retenciones al agro como por las extensiones de Cristina.
¿Nadie se pregunta cómo sería el país sin las retenciones?
Yo les cuento, si quieren.
Con suerte el litro de leche saldría 6 pesos.
Un kilo de tomate, 22.
El asado, 30 o 40.
El lomo, señora, 95 o 100.
Una plantita de lechuga, 10.
No se entiende por qué la gente apoya algo que le daña el bolsillo.
O mejor dicho, sí, por el odio.
El odio del ´viva el cáncer´”
Cuando no decir dice más
Si
la razón de ser y de trabajar de un periodista es la búsqueda de la
información para lograr comprender primero y explicar después cómo se
sucedieron los acontecimientos y por qué ocurrieron de esa manera, no
termina de entenderse –si se piensa desde la buena fe y la ética- por
qué Página 12 fue el único medio interesado en saber cuáles fueron las
circunstancias en las cuales tuvo lugar el enfrentamiento físico entre
D´Elía y Grahan.
Sólo este diario tomó testimonio a ambos.
Allí pudo saberse que Grahan persiguió a D´Elía durante una cuadra
mientras le gritaba “negro de mierda”, “servicio”. Los medos
audiovisuales tomaron testimonio a Grahan y lo editaron junto a la voz
de D´Elía cuando el lider de la FTV se refería a la “oligarquía”. Es
decir que se construye un escenario en el cual se parte de la base de
que toda persona relacionada con los movimientos de desocupados o
“piqueteros” será violenta, por lo que su testimonio no es
informativamente relevante. Lo importante, desde esa concepción
ideológica, es saber qué fue lo que hizo que “en esta oportunidad
nuevamente” el “piquetero actuara violentamente”, porque en esta lógica
se descarta que así se comportará.
Otro elemento que permitió
que en el aire se mantuviera este trato discriminatorio –expreso o
sutil- fue la falta de repreguntas por parte de los periodistas o la
ausencia de comentarios sobre algunas cuestiones específicas:
-
Un manifestante de Gualeguaychú habla de los piquetes de los
trabajadores desocupados como “piquetes de negros villeros”. El
movilero de CQC utiliza el mecanismo de la repregunta pero sólo para la
ironía y el humor.
- La diputada Alarcón dijo en el programa
de Santo Biasatti “Otro tema” en TN de esta semana que “la gente de
campo se levanta muy temprano para trabajar” y en ningún momento el
periodista y conductor propone que hay otros millones de personas que
no viven en el campo y que también madrugan para ir a desempeñar
actividades tanto o más valiosas como las de un productor. Alfredo
Zaiat fue el único que puso esta arista en cuestión: en la edición del
29 de marzo escribió: “¿por qué un productor –el dueño del campo- que
se levanta a las cuatro de la mañana y maneja un tractor hace más
“patria” que un obrero urbano –dueño sólo de su fuerza de trabajo- que
se despierta a esa misma hora, viaja incómodo a la fábrica y opera una
máquina industrial?
- En TN la cronista no se preocupa en
preguntarle a algún “manifestante” por qué corrieron a golpes a una
joven en Caballito cuando ésta pretendió “manifestarse” a favor del
gobierno con un cartel que llevaba la consigna escrita a mano “fuerza
Cristina”.
- Sólo C5N se preocupó por preguntar y averiguar
contra qué o a favor de qué se manifestaba un joven de saco y camisa
celeste que terminó con la cabeza ensangrentada luego de ser golpeado.
Los canales dieron por supuesto que se trataba de un “cacerolero”
porque estaba “bien vestido”. A través de C5N pudo saberse que se
trataba de un joven que trabajaba en una dependencia del Estado
Nacional –y por eso su vestimenta-, que había salido a manifestarse a
favor del gobierno y que había sido golpeado por una persona que estaba
“a favor del campo”.
- No se le dedicó ni en TV, ni en radio,
ni en los medios gráficos casi ninguna importancia a la persona que
murió en la ambulancia que fue impedida de atravesar un piquete
agrario.
- No hubo una sola repregunta cuando el presidente de
CARBAP dijo el 1 de abril por la noche casi a modo de amenaza pública
que “hemos cumplido nuestro objetivo: ya nos demostramos y le
demostramos a la Argentina que estamos en condiciones de
desabastecerlo”.
- No se le hizo ninguna repregunta al
vicepresidente de la Sociedad Rural cuando indicó que el tipo de
manifestación podía notarse en el “color de la piel” de quienes la
protagonizaban.
- Otro dato significativo es que por estos
días no aparecieron ni columnas de constitucionalistas, ni
especialistas consultados a través de las cámaras –como sí ocurrió
durante diferentes piquetes anteriores y de desocupados- que explicaran
la “inconstitucionalidad de los cortes de ruta”.
La desestabilización sutil
Hubo
además de discriminación burda, desentabilización sutil. Se equiparó lo
que ocurría en las calles y lo que protagonizaban los “vecinos” con la
noción clásica de democracia participativa, que no es otra cosa que
pueblo en estado de manifestación. Es decir, que se construyó la
siguiente ecuación: el gobierno es autoritario y las demandas “de la
gente” son más democráticas porque se hacen visibles en el espacio
público.
Ya para estas horas se habían instalado algunas
nociones que se mantuvieron en casi la totalidad de los medios gráficos
y audiovisuales:
a) la noción de paro. Un paro es una huelga de
trabajadores asalariados y lo que aquí estaba ocurriendo era un lockout
patronal. Esta diferenciación no apareció en los medios audiovisuales
hasta ya entrado en días el conflicto y de los medios gráficos sólo
Página 12 lo presentó de de este modo desde un comienzo.
b) la noción de “medida de fuerza”, también en reemplazo de lockout patronal.
c)
la idea de que los piqueteros eran aquellos que se acercaban a la Plaza
de Mayo y que salían a defender al gobierno nacional “enviados” (dixit)
por éste y que las personas que estaban cortando la ruta eran
“manifestantes”. Por el absurdo podríamos decirlo de este modo: los
“piqueteros” eran aquellos que no estaban cortando ni calles ni rutas y
quienes cortaban rutas y calles no eran, en esta oportunidad,
piqueteros.
Comenzaba a pasarse –para los observadores
atentos- del acontecimiento “potencialmente mediático” a los hechos
“absolutamente mediatizados”.
Lo espontáneo
Una
de las construcciones más “mediatizadas” fue la noción de
“espontaneidad” del cacerolazo: esta idea ya había sido celebrada en
2001 cuando se contrapuso explícitamente esta idea a la del aparato
político que lleva almas esclavas a sus actos. La diferencia respecto
de 2001 fue que luego de insistir una y otra vez con la “espontaneidad
de las cacerolas”,
En la nota “No somos golpistas”, dicen los
nuevos militantes del cacerolazo, de la página 21 de la edición del
domingo 30 de marzo de 2008, los periodistas Juan Pablo Morales y
Agustían F. Cronenbold escriben: “Su existencia se empezó a gestar en
Semana Santa, cuando en muchos pueblos del interior agrupaciones
relacionadas al campo convocaban a marchar el martes a las plazas de
las ciudades. En la Capital, el domingo hubo una convocatoria vía
e-mail de universitarios de la UBA: ´Se está armando una movida para ir
a Plaza de Mayo el martes 25, a las 20 horas, para dar nuestro apoyo al
campo´”.
Si los datos que aporta esta nota son ciertos,
entonces por qué La Nación dice en la tapa de su edición del miércoles
26 de marzo que:
“Cacerolazos e incidentes tras las críticas de la Presidenta al campo”.;
“Una fuerte reacción social (…) sucedió a un duro discurso de la presidenta (…)”;
“Miles
de manifestantes autoconvocados con cacerolas se habían reunido
pacíficamente (…) Pero sobre la medianoche, piqueteros conducidos por
Luis D´Elía y Emilio Pérsico dispersaron a los golpes a los
manifestantes espontáneos”.
El mecanismo del causa/discurso
presidencial- efecto/manifestación espontánea ganó el sentido e hizo
perder de vista que los cacerolazos y la manifestación a Plaza de Mayo
contra el gobierno había sido tan premeditada y previa a las palabras
de la jefa del Estado como el lanzamiento del “paro por tiempo
indeterminado” por parte de los sectores agrarios.
Página 12
hizo la diferencia con una herramienta muy sencilla y básica del
periodismo: el relato cronológico de ciertos acontecimientos. Dice
Página 12 en la bajada de tapa del miércoles 26: “Los dirigentes de las
organizaciones agrarias anunciaron la continuación del lockout por
tiempo indefinido. ¨No me voy a someter a ninguna extorsión´ respondió
la Presidenta”.
Vemos aquí cómo con el verbo respondió se
modifica el orden de los acontecimientos y se modifica por completo la
realidad construida.
Página 12 finaliza la mencionada bajada
del siguiente modo: “Por la noche, hubo cacerolazos en varios barrios
porteños y una concentración opositora en Plaza de Mayo”. Notamos en
este caso cómo dando un grado mayor de precisión, este diario logra,
nuevamente construir otro escenario.
Se desprende de lo
anterior que otra de las construcciones de los medios estuvo anclada
en: la omisión de detalles y en la puesta de los hechos en una misma
temporalidad eliminando la cronología que da contexto y explica muchos
–sino todos- los hechos ocurridos.
Clarín utilizó un mecanismo
similar al de La Nación. Tituló en su edición del 26 de marzo:
“Cacerolazo tras el duro discurso de Cristina”. En el interior, el
copete de la nota de la página 6 indica que “En todos los lugares
arrancaron a las 20 convocados por mails y mensajes de texto” y dice en
la nota “La convocatoria para marchar a la plaza de tu pueblo o ciudad´
se difundió en todo el país por Internet y mensajes de texto”. Sin
embargo, en la nota de la página 7 se indica que las personas se
agruparon “de manera espontánea en el Obelisco”.
Crítica de la
Argentina hizo lo propio: En la página 4 de la edición del jueves 27 de
marzo Javier Romero indica en su nota que “Una cadena de mails y de
mensajes de texto convocando a un cacerolazo después del discurso
presidencial se habían filtrado a manos de K”. Sin embargo, en la
página 2, en la nota cuyo título es “Los batata modelo 2008”, el copete
dice que “Un cacerolazo espontáneo con movilización a Plaza de Mayo
culminó como 24 horas antes”.
Si bien en lo dicho aquí, La
Nación y Clarín hacen una construcción similar, es importante marcar
que La Nación se refirió a la medida de las organizaciones agrarias más
como “conflicto con el campo” o “protesta” que como “paro”, palabra que
eligió Clarín por encima de cualquier otra.
Por otra parte, La
Nación hizo hincapié en la “violencia” ocurrida por el enfrentamiento
de los manifestantes, mientras Clarín pone el acento en los
manifestantes concentrados en la Plaza de Mayo y coloca en tapa una
foto excesivamente similar a la que colocó en su portada del jueves 20
de diciembre de 2001.
Fue un exceso de casualidad en el
recorte informativo y en la elección de la imagen. El escenario
construido, entonces, desde la tapa del diario es que este 25 de marzo
y aquel 19 de diciembre no tienen demasiado de distinto. Nuevamente es
lo no dicho (el contexto político, la actualidad económica, la
legitimidad electoral del actual gobierno, la pasividad de la protesta,
entre otras cientos de variables) lo que habla. La falta de contexto es
lo que termina construyendo escenarios en los imaginarios del lector.
Palabras que hacen que una imagen valga algo
Un
mecanismo similar utilizó el diario Crítica de la Argentina. La frase
remanida dice que “una imagen vale más que mil palabras”. A modo de
ejercicio, se propone poner acaso en cuestión este dicho popular y ver
qué efecto provocan, por el contrario, las palabras y qué le hacen
éstas a imágenes que en sí mismas y por sí solas no dicen mucho.
Fotos sin editar
Fotos con edición.
Otro
mecanismo menos burdo pero igual de peligroso y desestabilizador o por
lo menos no aliado del llamado a la calma es apelar a ciertos fantasmas
del pasado que permanecen en los imaginarios sociales más como
consignas y como imágenes estáticas que como referencia a recuerdos
explicados e interrogados por el conjunto de la sociedad. Crítica
apeló, en su edición del 27 de marzo, a los “batatas” (persona que en
el Mercado Central que en 1993 agredió a Marcelo Bonelli) y al
“helicóptero” de De la Rúa (la imagen de la decadencia política y la
deslegitimación pública de la figura presidencial, la que a su vez
apelaba a otro helicóptero: el que utilizó María Estela Martínez de
Perón cuando el golpe de Estado de 1976).
La edición gráfica
El
trabajo periodístico de los diarios consta de dos instancias básicas:
la escritura y la edición gráfica. El redactor pone toda su atención en
su nota. El editor de sección, hace lo propio en el titulado de estas
notas. Un lector distraído puede referirse a casualidades. Quienes
trabajamos en y con los medios sabemos que el azar está bastante
alejado del cierre gráfico de una sección.
Un ejercicio
interesante para realizar con esta edición del diario Crítica es leer
de corrido muchos de sus títulos y analizar la sensación que estos
provocan:
Segundo round- Los batatas modelo 2008- Así se armó
el operativo D´Elía- “Son muy bravos los Kirchner”- Más de cien cortes
en todo el país- Se frenó la cadena productiva- Comer, una misión
imposible- Demoras, cancelaciones y dársenas vacías
No es
necesario ser muy avezado para darse cuenta que esta construcción da
cuenta de un país en el cual reinan la violencia, el hambre, el
desconcierto, la falta de previsibilidad y que pareciera se tratara de
una nación en la cual ninguno de sus ciudadanos pudo en esos días
seguir con sus actividades cotidianas.
Los ánimos no se serenaron
Pasados
los días, no se calmaron los ánimos y el acento de los medios estuvo
puesto en el modo en que las personas que habían participado del acto
del 1 de abril en Plaza de Mayo habían sido llevadas. Así Clarín señaló
que: “llegaban colectivos cargados de kirchneristas”; habló del “peso
del aparato”; mencionó a “los colectivos que transportaban
manifestantes” y se hizo mención a la ”poderosa maquinaria para
movilizar a la gente”.
Sin embargo, al referirse al “multitudinario acto” del campo en G.
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