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AMPLIARPlaca recordatoria

La UNT brindó un homenaje a los desaparecidos en la última dictadura militar

La Universidad Nacional de Tucumán rendió un homenaje a los miembros de los estamentos de la comunidad educativa que desaparecieron a causa de la persecución política por parte del gobierno.

En el acto realizado ayer, en el patio central del Rectorado, se descubrió una placa conmemorativa.

En la oportunidad, estuvieron presentes el secretario General de la Universidad, José Hugo Saab, la secretaria Académica, Marta Pesa, la subsecretaria Académica, Marta Tuzza, y el secretario de Derechos Humanos de la Provincia, Daniel Posse.

Las autoridades universitarias consideraron al Día de la Memoria y la Justicia como una fecha significativa ya que la UNT fue, en proporción, la casa de altos estudios con mayor cantidad de estudiantes desaparecidos; no sólo eran tucumanos, también venían de Catamarca, Santiago del Estero, Jujuy y Salta. “Hay casos imposibles de olvidar, como el de los doce alumnos de Bioquímica, secuestrados y desaparecidos; el de Jorge de la Cruz Agüero, un estudiante del Instituto Técnico, de sólo 18 años, que fue secuestrado el 13 de enero de 1976, junto con su compañera, Silvia Sandoval, embarazada de tres meses”, resaltó Saab.

La vicerrectora, María Luisa Rossi de Hernández, destacó que “la represión llegó a la UNT incluso antes del comienzo de la Dictadura Militar que comenzó en 1976, ya que con el Operativo Independencia, un año antes, la sede de la Facultad de Educación Física fue transformada en un centro clandestino de detención, que funcionó durante unos seis meses. En 1984, un grupo de artistas de la Facultad de Artes realizó un mural en la Escuela de Educación Física, como un símbolo del regreso de la democracia y como una manera de readueñarse de las instalaciones, apartando el estigma de la tortura y la muerte. El edificio fue nombrado por la UNT Monumento Histórico a la Memoria, en 1998, en homenaje al alumno desaparecido Gustavo Santillán”, contó Rossi de Hernández, quien agregó que en “la lista del dolor” también están los nombres de profesores y de no docentes, “un listado demoledor pero que la propia Universidad se encargó de realizar y de publicar al retorno de la democracia”.

Reconstruir la historia reciente
La Universidad se encargó de realizar y de publicar al retorno de la democracia los nombres de profesores y de no docentes desaparecidos. La labor estuvo a cargo de la Comisión Especial de Derechos Humanos, que trabajó junto con la APDH, y colaboró con la Comisión Bicameral, que funcionó en la provincia, y con la Conadep, que investigaron los casos de desaparecidos.

A la par del recuerdo y del constante pedido de Justicia, la UNT trabaja con sus profesionales en la resolución de casos emblemáticos, como el del Arsenal Miguel de Azcuénaga y Pozo de Vargas, donde se investiga la identidad de desaparecidos asesinados y enterrados clandestinamente. Esto se realiza a través del Grupo Interdisciplinario de Arqueología y Antropología de Tucumán, que depende de la Facultad de Ciencias Naturales. Inclusive, el techo bajo el cual se guarece la excavación en Pozo de Vargas fue realizado por personal de Construcciones Universitarias. Toda esta labor resultó clave en las investigaciones judiciales que se desarrollan en el país y en España.

En diciembre de 1996, junto con la APDH, se creó el Bosque de la Memoria. Se eligió precisamente un predio de la Universidad, en el cerro San Javier, por tratarse de una dependencia nacional. Esto sucedía durante el gobierno de Antonio Bussi. Pese a algunos ataques, el Bosque no sólo se mantiene sino que está en crecimiento, con especies autóctonas, cada una de las cuales rinde homenaje a los tucumanos desaparecidos.

Una de las últimas acciones que se realizó fue el año pasado desde el Rectorado, cuando se derogó la última reglamentación que quedaba de la época de la Dictadura, que si bien no se aplicaba se decidió desterrar de la Universidad, ya que establecía la requisa y la quema de libros "prohibidos" por el Régimen.

En 2007 también se editó el libro “Palabra Viva”, que reúne la obra literaria de personas desaparecidas. “Nos lleva a un pasado que no resulta cómodo y que no solamente dice lo que está escrito, sino quiénes somos y quiénes fuimos”, resaltó la Vicerrectora.