El establecimiento educativo estatal otorga el título de Administración de Empresas. Desde el domingo a la madruagada más de 150 estudiantes y familiares pasaron la noche en una larga fila sobre calle Rivadavia. Carpas y mateadas. Cuestionan por exígua, la cantidad de asientos.
Muchos se turnaban el lugar con personas allegadas.
Durante gran parte del domingo y todo el lunes, cientos de chicos hicieron fila para ingresar a la carrera de Administración de Empresas, en la escuela José Mármol. La mayoría entre 18 y 25 años improvisaron carpas, toldos, plásticos y mantas con el objetivo de resguardarse de las inclemencias climáticas.
Muchos habían tenido una nefasta experiencia el año pasado, cuando quedaron afuera, al no estar entre los primeros cien, cupo máximo para ingresar.
La organización, surgida de manera espontanea, estuvo a cargo de la primera chica que llegó a las 5 de la madrugada del domingo. “Como el año pasado no pude entrar, la idea era dar números y anotarlos en una lista y que se queden aquí para entrar”, dijo Mabel.
De esta manera las carpas se empezaron a desplegar respetando el numerito repartido. La sociabilización fue un condimento fundamental para que la noche y el día no sea tan largos. Algunos jugaban al truco, otros conversaban. El de la carpa 21 se iba con el de la 95 que a su vez estaba con el del toldo que tení el número 33. De la misma manera que lo describe Cortazar en su cuento “La autopista del sur”.
Pero la cosa no era tan agradable. A partir de las 6 de la mañana comenzó a llover imparablemente, extendiéndose durante el resto del día. Muchos debían abandonar las filas por diversos motivos, entre ellos trabajo, siendo relevados por el novio/a, esposo/a, padre, madre, hermano, amigo, etc. Mojados y mojadas por enteros, debieron aguantar toda la jornada del lunes, hasta las 19, horario en que se habreron las inscripciones.
En la larga cola habían más de 150 personas, de las cuales solo entraron 100. El maltrato a los estudiantes, la mayoría trabajadores, es aberrante. Los que eligen estudiar en el Instituto Alfredo Coviello, lo hacen, básicamente, por dos razones. Como argumentó, Romina “son 3 años, con un nivel académico bastante bueno y te da la posibilidad de trabajar durante el día, ya que el cursado es por la tarde noche”.
Juan, cursó un año en la carrera de Ciencias Económicas de la UNT y decidió cambiarse “porque tengo tiempo de trabajar, la exigencia no es tan exagerada como en la quinta y el nivel es bueno”.
Marcos, que el año pasado no pudo ingresar dijo que “es feo estar aquí tanto tiempo pero la espera vale la pena, porque el nivel es excelente”.
El sistema educativo tiene falencia en todo sentido, esto no es una novedad. Pero es impresentable que una institución someta a semejante maltrato a cientos de jóvenes que buscan un futuro. Es evidente que la organización con respecto al ingreso debe cambiar.
Lo ideal sería que no hayan cupos, pero sabemos que eso es poco probable. Por lo menos como dijo Miguel, “las inscripciones podrían hacerse desde internet, por ejemplo. Cualquier cosa sería mejor que pasarnos tantas horas acá”.
Sebastián Ganzburg
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