Con esta excelente película el director iraní demuestra que con un presupuesto más que escaso se puede realizar cine del más alto nivel. Solo le bastó algunas cámaras, un auto y sobre todo una buena historia. El filme ganó en 1997 la Palma de Oro en el Festival de Cannes a la mejor película extranjera.
Producida, escrita y dirigida por Abbas Kiarostami.
Ficha técnica
Director: Abbas
Kiarostami. Género: Drama. Premios:
Palma de oro 1977. Boston Society of Film Critics Awards: Mejor
pelicula extranjera. Idiomas: Persa. Subtítulos:
Español. Año: 1997.
Reparto: Homayon
Ershadi, Abdolrahman Bagheri, Afshin Khorshid Bakhtiari, Safar Ali
Moradi, Mir Hossein Noori. Guión: Abbas
Kiarostami. Productora: Abbas Kiarostami.
Fotografía: Homayun Payvar.
El sabor de las cerezas, cine del más alto nivel artístico sin presupuesto alguno. La musicalización es casi nula. Abundan las cámaras subjetivas y los primeros planos. Voces en off todo el tiempo y diálogos que por momentos llaman a la reflexión.
Es la historia de un hombre de 40 años, aproximadamente, que decide suicidarse. En una camioneta recorre las montañas de Teherán en busca de alguna persona que lo ayuden a realizar su propósito. Solo un viejo acepta el desafío. Lo único que pide es que lo entierren al amanecer después de tomarse algunos somníferos que lo dormirán hasta la eternidad.
Las razones por la cual decide morir nunca son reveladas. Nuestra intriga de porqué quiere hacerlo desiste a medida que avanza el rodaje y deja de tener importancia. Sus sucesivos acompañantes tratan de disuadirlo, sobre todo el viejo. Sin argumentos sólidos para refutarlo, no es convencido.
Los largos recorridos del conductor suicida tienen como escenarios montañas rojizas y cielos nublados, plagados por nubes de tierra con sonidos acordes que cambian de acuerdo a los acompañantes de turno. La cámara subjetiva juega un papel fundamental haciéndonos participe de la travesía.
Suben a la camioneta un militar kurdo, tímido y frágil. Un seminarista que quiere disuadirlo del suicidio con enseñanzas del Corán. Y por último el viejo que en cierto momento de su vida trató de hacer lo mismo pero el simple sabor de las moras lo hizo cambiar de opinión.
En la última charla el recorrido está guiado por el anciano taxidermista. Sus mensajes son concretos e irrefutables. La vida tiene sentido le dice. De esta manera los sonidos de pájaros y el paisaje con árboles producen una sensación esperanzadora. Por primera vez en la película se ve la ciudad.
Badii deja a su nuevo amigo en su trabajo. Posteriormente se retira a una habitación en la cual suponemos, toma los somníferos para dormirse en la tumba. Al amanecer se dirige a lo que será su lecho de muerte. Los últimos minutos son magistrales e inteligentes. Con Badii ya acostado empieza una tormenta con truenos y rayos.
Mientras el sueño lo invade, un primer plano lo enfoca y solo es alumbrado de manera intermitente por los rayos que caen. Cierra los ojos y la oscuridad se hace eterna durante dos minutos. Solo se escucha el ruido de las gotas de la última lluvia en una pantalla absolutamente negra.
Sebastián Ganzburg
sebaganzburg@gmail.com
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