Un testigo de la megacausa por crímenes de lesa humanidad denominada “Arsenales II-Jefatura II” aseguró ayer que "el que daba información era hombre muerto", al explicar los obstáculos que encontraron durante la búsqueda de las personas desaparecidas en la última dictadura. “Por las torturas, de a poco perdí la vista”, indicó otro testigo.
La nueva jornada del juicio se desarrolló con relatos estremecedores, como el aportado por un hombre que estuvo secuestrado en 1977 y aseguró que en un momento escuchó a una persona detenida "rogar para que lo maten" debido al sufrimiento que padecía.
"Lo tuvieron colgado de los pies durante tres días", recordó Raul S. sobre el detenido que prefería morir antes de seguir sufriendo, y luego narró las torturas que soportó mientras estuvo detenido en un centro clandestino.
Por su parte, Marcelo Agüero ex policía y periodista jubilado, sostuvo que su sobrino Gabriel fue detenido durante un procedimiento que comandó Roberto "el Tuerto" Albornoz, uno de los imputados en el proceso.
"Albornoz respondía directamente al Comando y conozco algunos nombres de los que trabajaban para él", afirmó.
El testigo brindó a los jueces del Tribunal Oral Federal (TOF) un listado de supuestos informantes del Ejército y entre ellos mencionó a Juan Carlos Benedicto, otro de los acusados en el proceso.
Otro de los testimonios que se escucharon ayer es de Luisa Vibanco, amiga y vecina de Nélida Sosa de Forti, secuestrada junto a sus cinco hijos, cuando estaba a bordo de un avión, en Ezeiza.
Según consta en la investigación, el hecho se produjo el 18 de febrero de 1977 cuando Sosa de Forti y sus hijos fueron forzados a bajar de un avión de Aerolíneas Argentinas que se dirigía a Venezuela.
La testigo señaló que los hijos de la mujer desaparecida, luego de abandonar el avión, fueron dejados en la calle, vendados y atados.
Finalmente los chicos fueron llevados a Venezuela donde compartieron exilio con Luisa, quien señaló que "cuando los vi en Venezuela estaban con la ilusión de que su mamá volvería pero hasta hoy continúa desaparecida".
La jornada de la megacausa fue seguida por Jorge Eduardo Auat, titular de la Unidad de Coordinación y Seguimiento de las causas por violación a los Derechos Humanos durante el Terrorismo de Estado de la Procuración General de la Nación.
Según el funcionario, "los juicios atomizados tenían
una serie de desventajas y una de ellas es que en la reconstrucción histórica
no se podía percibir lo que había pasado en los años de plomo".
Por eso destacó la concreción en Tucumán de un mega juicio que "nos
acerca un poquito más a lo que fue el escenario dantesco que nos tocó
vivir en los 70".
Auat, en declaraciones a los medios, recordó que "tenemos alrededor de 20 juicios en trámite, un poco más de 200 personas imputadas, además de más de 300 condenados".
Sin embargo, consideró que "estamos llegando tarde a
esta etapa porque tuvimos 35 años de impunidad y los daños producidos son
irreparables".
"Estoy hablando del cepo de impunidad construido en las propias
estructuras del sistema judicial", indicó.
Un ejemplo, según Auat, fue lo sucedido en Jujuy, donde "tuvimos una causa 4 años parada y ese daño es irreparable porque en el medio se murieron víctimas y a eso lo llamamos el punto final biológico".
También prestó testimonio Raúl Santillán, en diálogo con TucumánHoy, expresó que la decisión de declarar se debe a que “quizás con mi testimonio pueda ayudar a hacer justicia”.
Estuvo detenido en 1977 en Arsenal Miguel de Azcuénaga, Jefatura de Policía y en la Escuelita de Famaillá o Baviera. “Estuve 60 días desaparecido y luego con libertad vigilada”.
Para Santillán brindar testimonio es una forma de jugarse por la justicia. “No odio a nadie, no quiero venganza es hacer un aporte para que se haga justicia”.
Otro testimonio impactante fue el de Juan Carlos García, quien fue secuestrado en 1975. En ese entonces era empleado del Estado y por las tardes trabajaba en un taller mecánico. Durante su exposición contó que habló frente a frente con Albornoz. El hombre vivía en San José. Pasó una semana en Jefatura de Policía y relató que durante su cautiverio vio a Juan Fote.
Las torturas le dejaron secuelas trágicas. Quedó en libertad luego de conmover a los represores luego de recitar un poema gauchesco que revivió en la sala. Juan Carlos está ciego. “Por las torturas, de a poco perdí la vista, tengo atrofia de papila, dañado el nervio óptico”.
Más tarde llegó el turno de Jorge Argüello quien tiene desaparecida a su hermana Yolanda que fue detenida con él. La mujer tenía una relación con un policía. Según indicó luego la abogada Laura Figueroa, las descripciones que dio en instrucción el testigo Antonio Cruz coinciden con las de Yolanda quien tendría dos hijos en cautiverio.
La última en declarar, Teresa Barrionuevo a cuyo hermano lo secuestraron en mayo del 77 en Tafí Viejo.
La audiencia se reabre hoy a las 9 con declaración de nuevos testigos.
Sebastián Ganzburg
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