Es un tiempo preparatorio para vivir el momento más importante en la vida de Jesús: su pasión, su muerte y luego, su resurrección. Estos 40 días deben constituirse en un momento de reflexión y por qué no, de plantearnos los cambios necesarios para lograr esa conversión que a la que Dios nos invita constantemente. “Debemos sentarnos un momento y pensar qué estamos haciendo con nuestra vida.
Cuando no meditamos, andamos de un lugar a otro, sin sentido”, dijo el padre Oscar Burlot.
“Este tiempo de Cuaresma podemos aprovecharlo para dejar de lado los vicios, el alcohol que no nos cuesta nada conseguirlo, por lago que sí signifique sacrificio. Tenemos que acompañar a Jesús en estos 40 días, los más importantes en su paso por la Tierra”, afirmó Burlot.
Desde la Iglesia, la exhortación a los fieles católicos en este tiempo tan importante en el calendario litúrgico, es vivir un retiro espiritual. Acercarnos a nuestro interior y permitirnos reflexionar sobre lo esencial y sustancial de nuestro paso por la tierra.
El papa Benedicto XVI explicó hoy antes del rezo del Angelus que entrar
en la Cuaresma significa “comenzar un periodo de especial empeño en el combate
espiritual que nos opone al mal presente en el mundo“. Según el Pontífice,
durante este periodo “hay que mirar al mal a la cara y estar dispuestos a
luchar contra sus efectos, contra sus causas“.
La Cuaresma
Es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para preparar la
gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirse de los pecados y cambiar
para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.
La Cuaresma dura 40 días; comienza el Miércoles de Ceniza y termina el Domingo
de Ramos, cuando se inicia la Semana Santa.
El color litúrgico es el morado que significa luto y
penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual;
tiempo de preparación al misterio pascual.
En la Cuaresma, Cristo invita a cambiar de vida. La
Iglesia invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando
la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras
buenas. También para vivir una serie de actitudes cristianas que ayudan a
parecerse más a Jesucristo.
Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la
reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, se busca desterrar del
corazón el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen al amor a Dios
y a los hermanos. También se aprende a conocer y apreciar la Cruz de
Jesús.
La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo
del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio,
de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los
cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días que pasó
Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que
duró la estancia de los judíos en Egipto.
En la Biblia, el número cuatro simboliza el universo
material, seguido de ceros significa el tiempo de nuestra vida en la tierra,
seguido de pruebas y dificultades.
La práctica de la Cuaresma data desde el siglo IV, cuando
se da la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para
toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia. Conservada con
bastante vigor, al menos en un principio, en las iglesias de oriente, la
práctica penitencial de la Cuaresma ha sido cada vez más aligerada en
occidente, pero debe observarse un espíritu penitencial y de conversión.
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