Era miembro de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Fue una de las primeras impulsoras de las luchas de los familiares de presos políticos y detenidos desaparecidos. Tuvo un hijo en prisión entre 1975 y 1981 y otro fue secuestrado y desaparecido, a los 17 años, en 1976. La Ronda de los jueves.
Sus restos son velados en la empresa Flores de Pasaje Padilla.
Natividad Figueroa de Ortiz, cumplió 75 años el pasado 25 de diciembre. Desde hacía unos cinco años, había sumado a su lista de luchadora, una tarea más, la de sobrellevar un cáncer que no logró mellar su fortaleza, ni su dignidad ni la convicción sobre las banderas que impulsaron una lucha que denunció y enfrentó al Terrorismo de Estado que le había arrancado a su hijo de 17 años, Ramón Ortiz, un mayo del ’76. Desde una año antes, su angustia de madre, clamaba por su otro hijo, Luis Ortiz, un joven militante del PRT, Partido Revolucionario de los Trabajadores, detenido durante el desarrollo del operativo Independencia, en 1975.
Con algunas otras madres que ganaron las calles para reclamar por la desaparición de sus hijos, Naty Ortiz junto a Marina Curia, Irma Holmquist, Sara Ponce, Pirucha Campopiano, Nélida Bianchi, entre otras concretaron las primeras reuniones, tras conocerse en los lugares que los que se encontraban procurando conocer el paradero de sus hijos. Para el Día de la Madre, en 1977, Naty participa de la primera marcha que se hace exigiendo conocer dónde estaban los hijos, en un trayecto que comenzó en la Iglesia de Fátima en Villa 9 de Julio y culminó en el monumento a la Madre, en el Parque 9 de Julio. Ya en democracia, aportó su testimonio durante el desarrollo de lo que se conoce como el “Juicio Ético” al represor y responsable máximo de la aplicación del terrorismo sistemático, Antonio Bussi, en jornadas previas a las elecciones del ´95.
Suave, siempre sonriente, pero firme el tono de su voz cuando señalaba a los represores y responsables de lo que consideraba un “verdadero genocidio”, participó en todas las marchas que se organizaron en los años que se vive en democracia en este país, aun en los jueves, en Plaza Independencia, y solo su dolencia la obligó a ser más prudente en los últimos tiempos, aunque solía aclarar que seguía participando con sus intenciones y pensamiento. La Secretaría de Derechos Humanos la distinguió el año pasado, a 31 años del Golpe de Estado, con el premio Nélida de Valladares.
Ayer, alrededor de las 20.30 dejó este mundo, rodeada de sus seres queridos y de una importante presencia de militantes de derechos humanos quienes lamentaron la pérdida de una gran luchadora. Sus restos están siendo velados en la Empresa Flores.
Isauro Martínez
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