Las comunidades que viven en la frontera entre Sudán del Sur y Sudán podrían ser víctimas de un genocidio si no se resuelven las tensiones entre los dos países por el control de las reservas petroleras.
Por Por Charlton Doki, para IPS.
Cada vez se registran más combates entre el ejército las Fuerzas
Armadas de Sudán (FAS) y el Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán-Norte
(SPLA-N) en los estados sudaneses de Kordofán del Sur y Nilo Azul, así como
entre comunidades fronterizas.
Kordofán del Sur limita al oeste con la
azotada región de Darfur. Por su parte, Nilo Azul limita al este con Etiopía.
Esto ocurre en momentos en que las comunidades de esos estados
petroleros se arman en forma acelerada. Las armas son cada vez más accesibles
para los civiles, según un informe de una organización no gubernamental local.
"Un día las comunidades en la frontera terminarán sufriendo un genocidio
o habrá una cruenta guerra, ya que los gobiernos de los dos países no valoran la
vida de la gente sino solo los recursos donde están. Estos recursos socavarán el
valor de las vidas humanas", dijo a IPS el coordinador de la no gubernamental
Organización de Fortalecimiento Comunitario para el Progreso (CEPO), Edmund
Yakani.
"Los gobiernos en los dos países ven la frontera desde la
perspectiva de las ganancias económicas en vez de la perspectiva de las
comunidades que viven allí", añadió.
Yakani apuntó que definir las
fronteras es clave porque la fortaleza de los dos países se determina allí. "El
petróleo se encuentra en la frontera. Es por eso que el gobierno del NCP
(Partido Nacional del Congreso) en Jartum está diciendo que áreas como Heglig,
cerca del estado de Unidad (Sudán del Sur), y Kaka, en el estado de Alto Nilo
(donde hay una gran producción petrolera) son zonas en disputa", señaló.
El territorio de Sudán del Sur aporta 85 por ciento de todo el crudo
producido en lo que antes del 9 de julio era un solo Sudán. Pero aprovechar y
exportar ese crudo depende de refinerías, oleductos y otros servicios
industriales situados en el norte.
Gran parte del petróleo procede de
los estados fronterizos de Bentiu y Alto Nilo. Pero también lo hay en Jonglei,
que se encuentra en el interior sursudanés.
Un informe de CEPO divulgado
el 17 de septiembre alerta de que las comunidades de la frontera entre Sudán y
Sudán del Sur están fuertemente militarizadas y sufren inseguridad y violencia.
El estudio sostiene que hay un "rápido flujo de armas a la población
civil" del lado de Sudán, para instigar acciones violentas contra los que viven
del otro lado de la frontera".
"En Sudán del Sur, los civiles (también)
han adquirido armas, supuestamente para defensa propia contra lo que ven como
una agresión e invasión de Jartum", señala el informe.
La situación
podría derivar en una guerra.
"El sur ha mostrado una extraordinaria
contención frente a la extrema agresión de Jartum", opinó el analista en temas
sudaneses Eric Reeves, investigador del Smith College de Estados Unidos.
"No respondió con la fuerza, pese a los continuos bombardeos sobre suo
propio territorio que comenzaron hace casi un año, en noviembre, y a los
sistemáticos ataques con aviones militares y la toma de Abyei", un territorio
disputado cuyos habitantes deben decidir mediante voto si quiere pertenecer al
norte o al sur, dijo a IPS.
Yuba, capital y sede de gobierno de Sudán
del Sur, "hasta ahora ha evitado unificar fuerzas con los combatientes de las
montañas Nuba (Kordofán del Sur) o del Nilo Azul. Pero esto no durará mucho",
agregó.
Si continúa la ofensiva de Jartum contra la localidad de Kurmuk,
baluarte del SPLA-N en la frontera con Etiopía, crece la probabilidad de un
frente unido contra el gobierno del presidente Omar Al-Bashir.
"Jartum
moviliza una brigada blindada hacia Kurmuk, capital del Movimiento de Liberación
del Pueblo de Sudán-Norte (SPLM-N, cuyo brazo militar es el SPLA-N)", dijo
Reeves a IPS. Si esa localidad cae, comenzará "una prolongada guerra de
guerrillas como la que estamos viendo en Kordofán del Sur".
"Esta no es
una guerra de guerrillas ordinaria", añadió. "Los que combaten (contra Jartum)
pueden no tener tantos equipos como la SAF, pero están muy motivados y también
bien entrenados, por lo cual no pueden ser fácilmente derrotados".
"Un
alto funcionario del SPLM-N me dijo que muchos soldados del Norte no tenían
estómago para esta guerra. Esto ha causado que los generales de Jartum recurran
más a la artillería, tanques y aviones, una forma eficaz de matar civiles pero
no de desarticular una fuerza militar (de guerrilla). Así que estamos
definitivamente ante un conflicto prolongado", agregó Reeves.
"Si los
combatientes de Sudán del Sur y de Nuba se unen con las fuerzas del SPLA-N en el
Nilo Azul y con los rebeldes de Darfur, veremos una guerra desde la frontera con
Chad hasta la frontera con Etiopía, y potencialmente hasta la de Eritrea
también", añadió.
El conflicto ha afectado la producción
petrolera, pues los contratistas se alejan de las zonas de violencia.
Actualmente, 98 por ciento de los ingresos de Sudán del Sur proceden del crudo.
El subsecretario del Ministerio de Minería y Petróleo de Sudán del Sur,
David Loro Gutbek, dijo a IPS que la extracción se contrajo en las zonas
fronterizas. "Nuestra producción en Sudán del Sur cayó de 85.000 barriles
diarios (de 159 litros) a 60.000", señaló.
Negociar las fronteras
definitivas y la forma de compartir las riquezas de hidrocarburos son los puntos
clave. Pero las conversaciones no han dado
frutos.
Tres yacimientos están produciendo menos en Unity, el
principal distrito petrolero, mientras la producción de Melut, en el Alto Nilo,
no se ve afectada. "Del lado sudanés, la caída es de 60.000 a 48.000 barriles
diarios", dijo Gutbek.
En condiciones normales, Sudán del Sur extraería
300.000 barriles por día, según el funcionario. Pero con la violencia no se
puede sostener la seguridad en los campos petroleros y en consecuencia "personas
desconocidas" están ejecutando actos de sabotaje contra la industria.
"Cortan cables en los campos, hay que repararlos, y eso hace decaer la
producción", describió.
Gutbek reconoció a IPS que, si la violencia
continúa, la producción seguirá disminuyendo. Sin embargo, tiene esperanzas de
que se encuentre una solución y se imponga seguridad en la frontera.
"Yuba y Jartum tomarán medidas para asegurar que nada interfiera con la
extracción de petróleo", indicó.
"Un comité de seguridad, integrado por
autoridades de Sudán y de Sudán del Sur, acordó vigilar la situación y mejorar
la seguridad limítrofe", añadió.
Para el economista ambiental Spencer
Kenyi, consultor del Banco Mundial sobre el desarrollo del sector privado
sursudanés, la violencia fronteriza forzaría a Sudán del Sur a desarrollar su
propia infraestructura petrolera y así evitar la dependencia de su vecino.
Se trata de un plan que existe hace tiempo, pero quizás haya que
acelerarlo, dijo Kenyi a IPS.
"La violencia no es bienvenida, pero va a
generar algo positivo en Sudán del Sur, cuyo gobierno deberá pensar en
establecer sus propias instalaciones, como oleoductos y refinerías", indicó.
Los planes sursudaneses incluyen construir tres refinerías y tender un
oleoducto de 3.600 kilómetros desde su territorio al puerto keniata de Lamu.
De momento, Yuba debe pagar aranceles que considera exorbitantes por
usar los oleoductos y otros servicios de Sudán, que posee tres refinerías en
Jartum, puerto Sudán y El-Obeid.
La central de refino de Jartum amplió
su capacidad en 2006 de 50.000 a 100.000 barriles diarios. Y la refinería de
puerto Sudán, situada cerca del mar Rojo, es capaz de procesar 21.700 unidades
por día.
La violencia "llevará a Sudán del Sur a reorientar su
estrategia petrolera y a acelerar la implementación de sus propios medios de
transporte de crudo para exportación", sostuvo Kenyi.
Pero si los
combates escalan, es posible inclusive que el país deba cesar por completo su
sector petrolero, aunque sea temporalmente. "Así, tendrá que dedicarse a
desarrollar la ganadería y la agricultura como principales motores de la
economía", opinó.
Esto, a su vez, "quebraría la lógica de los conflictos
violentos que surgen en torno de la riqueza petrolera y fronteriza" y en
consecuencia un esfuerzo posterior para demarcar los límites de los dos países
será mucho más amigable y pacífico, infirió Kenyi.
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