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Un cartel de Los Ralos en una recordación de El Cordobazo
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17/10/2007 - En General

Una aproximación a la militancia estudiantil universitaria de los 70. Parte IV y final

Perspectiva desde la historia oral. Escribe Alejandra Álvarez García

En las anteriores presentaciones de este escrito, se focalizó, sintéticamente, en las luchas obreras y estudiantiles vinculadas a los fenómenos políticos sociales del Córdobazo y el Tucumanazo. Los entonces estudiantes de los 70,  entrevistados treinta cinco años más tarde,  compartían los rasgos característicos de la juventud de ese período: se sentían protagonistas de transformaciones radicales  de la sociedad y en este sentido la política y las prácticas políticas  se conciben como los puntos de partida de todo cambio.

 

 

La Universidad constituía un espacio político que brindaba posibilidades de elaborar propuestas políticas que respondieran más a las demandas sociales que a cuestiones específicamente estudiantiles: 

3. La militancia: La lectura de las entrevistas nos permite sostener  que se concebía la militancia como un” apostolado”, como una función insoslayable y prioritaria en la vida personal de cada sujeto social. Así la militancia se asentaba sobre la creencia de que, en aras de  un proyecto político,  había que dejar de lado las aspiraciones individualistas: 

Me consideraba diferente a los que no militaban, yo  no negaba que uno podía hacer una vida normal como divertirse, pero eso era algo secundario para mí. Yo era una especie de “soldado” que iba adonde lo mandaran; a veces había dirigentes que te decían tenés que ir a la Rioja o a Salta,  a hacer tal cosa y yo partía, viajaba  en un auto con gente desconocida, dormía en el piso y yo lo hacía...[1]

Otra entrevistada nos decía: “Nosotros nos sentíamos parte de un proyecto revolucionario y no podíamos destinar un día para el descanso porque el proyecto era ya y te insumía el todo (...)[2]

Indagando en la definición de militancia se observa que la misma es  presentada como un manera de “ser” lo que implicaba compartir no sólo un proyecto político e ideológico sino una forma de vida y una identidad que diferenciaba  a los que militaban de quienes no lo eran:

La política era una esencial forma de vivir  y de ser e incluso de relacionarnos con nuestros amigos o con nuestras novias, y en ese momento,  quien que no tenía una visión política, la verdad,  no le dábamos bolilla. Se concebía la militancia como algo muy importante y se tenía cierto desprecio por los que no militaban porque consideraba que estaban en la diversión y no hacían nada para que la realidad se modifique[3]

En síntesis. La militancia constituyó una expresión, una instancia diferente a la cultura dominante y se presentará con un discurso y una práctica cuestionadores; como un movimiento politizado que hace pasar la ideología por la vida cotidiana.

Podemos sostener como conclusión a este punto que la militancia como apostolado se apoyaba en la profunda convicción de que el cambio social -descrito bajo lemas como revolución, liberación nacional, socialismo nacional - era inminente:

Nuestra militancia era revolucionaria porque creíamos que Perón no sólo representaba las aspiraciones del pueblo sino la posibilidad de ejercer un cambio revolucionario en la Argentina (...) Creíamos que la revolución era posible, que era mañana y que íbamos a verla, nadie se imaginaba que la verían nuestros hijos o nietos; la íbamos a ver, había una confianza en la transformación de este mundo (...) Nosotros estábamos convencidos  de que iba  a producirse un cambio y que estábamos sentando las bases para eso (...)[4]

Tenemos entonces que los ejes militancia-participación-compromiso conforman términos indisolubles,  vinculados por una idea-fuerza común a lo que se caracteriza como juventud setentista: la creencia de que la sociedad tenía “un grado de maleabilidad y posibilidad  de estructurarse en otros términos, en función de ciertos objetivos y deseos,  que la hicieran más justa de una diferente manera [5]

A fines de los años 60 y comienzo de los 70 se abrían ideales de cambio que irrumpieron con una fuerza y una decisión de ampliación de las conquistas sociales en el objetivo de alterar el orden político, que se expresaban como un signo epocal y que no eran monopolio de nuestro país, pero que conformaban una singular contingencia en Argentina, por las particularidades de los acontecimientos históricos de entonces: proscripción del peronismo, crisis de legitimidad del sistema político debido a las imposición de dictaduras, originales condiciones de masiva beligerancia. Una época caracterizable por un clima de rigidez estructural en la que los reclamos se concebían como categóricos y radicales, particularmente ácidos respecto de sus formas de crítica y de niveles de cuestionamiento al modelo social dominante.

Al respecto, es apropiado concluir estas líneas con  el testimonio de una entrevistada:“Mi balance personal es que siento orgullosa por haber pertenecido a esa generación, siento que me jugué por lo que creí. Nosotros creíamos en eso que estábamos haciendo, nadie nos pagó ni obligó. Pero éramos tan idealistas que pensábamos que lo íbamos a hacer, que íbamos a elaborar una sociedad más justa. Creo que es muy infantil hoy, después de todo lo que pasó, pero en esos momentos me parecía muy valioso. Rescato los principios que me motivaron para militar como es buscar una sociedad más justa. Esos principios siguen siendo tan válidos hoy como ayer. Asumí hoy,  desde mi profesión,  mi militancia a través de la enseñanza de la historia[6] 

CONCLUSIÓN:

El movimiento estudiantil universitario hace su gran intervención en la vida política argentina  a partir de 1918 con la Reforma Universitaria cuando los estudiantes revelan su vocación de intervención social. A partir de la dictadura de Onganía en 1966 se produce el cierre de todos los posibles ámbitos de discusión y en el interior de ese movimiento emergente social,  lo político y la acción política,  se constituyen en única premisa. La Noche de los Bastones Largos es la manifestación de una política autoritaria que pretendió acallar y disciplinar al movimiento estudiantil debido a su capacidad de crítica y cuestionamiento al orden social y político. El Cordobazo en 1969 es el detonante de la situación social que se vive a partir de la imposición del modelo autoritario de Onganía y la contraparte, que  se plasma la llamada "unidad obrero-estudiantil". En el caso de Tucumán,  la política de la Revolución Argentina que decide drásticamente cerrar los ingenios azucareros, eje fundamental de la economía tucumana,  provoca consecuencias económico-sociales nefastas para la mayoría de la población vinculada a la economía azucarera. El movimiento estudiantil tucumano altamente politizado y comprometido con la "cuestión social" tucumana se pliega a los reclamos de los trabajadores desplazados de la industria azucarera  y suma sus propias reivindicaciones estudiantiles a la de estos sectores tan sensibilizados por los efectos del cierre de los ingenios. El descontento estalla entonces en el llamado "Tucumanazo" donde obreros y estudiantes toman las calles y  entablan un desafío al sistema.

Por último y para concluir esta aproximación a la problemática de la "militancia estudiantil"  diremos,  desde la óptica de análisis de los actores de esa práctica política, que es posible establecer  rasgos propios de la  juventud setentista argentina en la que  la militancia constituyó una expresión, una instancia. La juventud de los 70 puede ser caracterizada como  un  movimiento emergente  y diferente a la cultura dominante, que  presentará una retórica y una práctica cuestionadoras, en tanto un movimiento politizado que hace pasar la ideología por la vida cotidiana. 

María Alejandra Álvarez García

Profesora en Historia, actualmente prepara su tesis de licenciatura sobre un tema similar, dirigida por el Dr. Roberto Pucci.   

 

ENTREVISTADOS:

Profesora en Letras, Cristina Mercado; Ingeniero en Informática,  Humberto Rava; Profesora en Historia, Graciela Achín;  Dr. Pediatra,  Fernando Astudillo y Pedro Mercado.  Todos tenían militancia ligada al Peronismo.

 

BIBLIOGRAFÍA: Portelli, Alessandro (1997). Raíces de una paradoja: la Historia Oral italiana, en "Historia, Antropología y Fuentes orales".Barcelona.1997

Rouquie, Alan:”Poder militar y sociedad política”  en la Argentina. Cap. siete. Tomo (II). Hyspamérica.1986

Anguita, Eduardo y Caparrós, Martín (1998) “La Voluntad” (Biografías y documentos).Una historia de la militancia revolucionaria en la Argentina Tomo I:1966-1973.Grupo Editorial Norma.1997.

DOCUMENTOS

La Gaceta.”Tucumán: La historia de todos. Nº 26: La Revolución Argentina.2001.

Sameck Martínez, Pablo: Dictaduras, Autoritarismo y Universidad", en ”A veinticinco años del golpe ".Testimonios Página 12 y FUBA. Año 2000

"La Revuelta Tucumana". Revista Así. Año V nº 239.14 de Noviembre de 1970 

 



[1] Entrevista a Fernando Astudillo

[2] Entrevista a Graciela Achin

[3] Entrevista a Fernando Astudillo

[4] Entrevista a Graciela Achín

[5] Sameck Pablo ob.cit.

[6] Entrevista a Graciela Achin


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