Luego de tres meses de juicio oral y tal como lo había solicitado la querella y la fiscalía, el Tribunal Federal 1 de La Plata sentenció al ex capellán de la Policía Bonaerense a la pena máxima en el "marco de genocidio" por delitos de lesa humanidad.
El fallo contempló siete homicidios, 42 privaciones ilegítimas de libertad y 32 casos de torturas.
El Tribunal Oral Federal 1 (TOF 1) de La Plata condenó este martes a
reclusión perpetua "en el marco del genocidio" al ex capellán de la
Policía bonaerense, Christian Von Wernich, por siete crímenes,
privaciones ilegales de la libertad y torturas cometidas durante la
última dictadura.
Von Wernich, se convirtió en el
primer sacerdote de la iglesia católica argentina condenado por delitos
de lesa humanidad "en el marco del genocidio" ocurrido en el país entre
1976 y 1983, según lo encuadró el tribunal al leer el veredicto y cuyos
fundamentos los dará a conocer el próximo 1 de noviembre.
El
TOF 1, integrado por Carlos Rozanski, José Isaurralde y Norberto
Lorenzo, le aplicó al sacerdote la misma pena con la que el año pasado
castigó al ex Director de Investigaciones de la Policía bonaerense,
Miguel Etchecolatz, también por homicidios y torturas cometidos en la
dictadura.
En el veredicto, además de inhabilitar en forma
absoluta y perpetua al ex capellán, los jueces resolvieron que la pena
debe cumplirla en una cárcel común, es decir en la Unidad Federal 2 de
Marcos Paz en la que se encontraba alojado actualmente.
En el
veredicto, el Tribunal atribuyó al ex capellán una participación activa
en los centros clandestinos de detención del denominado circuito Camps
y le imputó la coautoría en 7 casos de homicidios triplemente
calificados, 42 casos de privación ilegales de la libertad y 31 de
tormentos, hechos por los que había sido acusado.
De acuerdo a
la postura del Tribunal, tras más de tres meses de audiencias orales,
se pudo probar que Von Wernich fue coautor del homicidio del denominado
"grupo de los 7", detenidos que estuvieron alojados en la Brigada de
Investigaciones de La Plata y fueron asesinados cuando eran trasladados
bajo la promesa de que saldrían del país.
Se trata de los
casos de Domingo Moncalvillo, Cecilia Idiart, María Magdalena y Pablo
Mainer, Liliana Galarza, Nilda Susana Salomone y María del Carmen
Morettini, caso éste último que generó diferencias este lunes con la
fiscalía que se abstuvo de acusarlo por ese crimen.
En los
minutos que le llevó a Rozanski leer el veredicto, Von Wernich se
mantuvo inmutable frente al blindex especialmente colocado para evitar
cualquier tipo de agresión que pudiera venir del público presente.
Vestido
con el cuello sacerdotal, protegido con un chaleco antibala y
fuertemente custodiado por efectivos del Servicio Penitenciario
federal, el ex capellán escuchó el veredicto acompañado sólo por uno de
sus abogados defensores, el letrado Marcelo Peña.
Tras la
lectura del veredicto, el sacerdote fue rápidamente sacado del recinto,
en el medio de los festejos del público que ingresó a la sala que
estalló en abrazos y llantos y levantó pañuelos blancos en reclamo de
la aparición de Jorge Julio López, el testigo del caso Etchecolatz
desaparecido desde hace más de un año.
Horas antes de
conocerse el veredicto, Von Wernich hizo uso de su derecho a pronunciar
las últimas palabras y en una breve intervención cuestionó a las
víctimas y testigos que declararon en su contra en el juicio, aseguró
que el "fin no justifica los medios" y reclamó que para llegar a la
verdad "se debe hacer con paz".
Von Wernich también citó al
cardenal Jorge Bergoglio al señalar que éste, el último domingo, dijo
que "quien impide reconciliarnos, es el demonio".
El
sacerdote, que se negó a declarar durante todo el juicio y no estuvo
presente en la mayoría de las audiencias, sólo pidió presenciar el
testimonio del ex detenido Luis Velazco, el 27 de agosto pasado.
En
esa oportunidad, Von Wernich intentó desacreditar ese testimonio y lo
acusó frente al Tribunal de haber pertenecido al Batallón 601 de
Inteligencia del Ejército.
"El hombre que quiere reconciliarse
con el hombre y con Dios necesita paz, sino tiene paz va a obrar por un
corazón herido, por un corazón lamentablemente lleno de problemas y de
circunstancias negativas", sostuvo.
El cura citó a la Biblia
en donde dice que "testigo falso es el demonio, porque está en la
mentira, no está en la verdad, están preñados de malicia, concibiendo a
la maldad y dando a luz la mentira".
Explicó que "estos
corazones son los que tenemos que tratar de erradicar en el hombre" y
agregó que el sacramento de la confesión o de la reconciliación "le da
la oportunidad al hombre de hacerlo y a nosotros los sacerdotes de la
iglesia la oportunidad de administrarlo y compartirlo".
Von
Wernich aseguró que "ningún sacerdote de la Iglesia Católica Apóstolica
Romana violó ese sacramento a lo largo de los dos mil años de historia
o lo usufructuó para fines no determinados que es devolver al hombre la
paz, sanar ese corazón herido y reconciliarlo con Dios".
"El
fin no justifica los medios y si queremos llegar a la verdad hagámoslo
con paz, con reconciliación, porque un corazón preñado de malicia es un
corazón que no entiende lo que Dios quiere", dijo en lo que se
interpretó como crítica a quienes declararon en su contra.
Durante
su exposición ante el Tribunal, Von Wernich hizo referencia también al
crucifijo ubicado detrás del estrado de los jueces y señaló que "ahí
está Cristo" y tras preguntarse por qué estuvo ahí, se contestó: "tuvo
un juicio apoyado por el pueblo que le pidió que lo crucificara".
Sin
embargo, el sacerdote agregó que "luego resucitó y lo primero que hizo
fue aparecérsele a los apóstoles y les dijo ’la paz esté con ustedes’,
porque la paz trae al corazón del hombre la oportunidad de pensar
libremente y quita todo aquello que molesta".
En la última
audiencia de alegatos, la defensa del sacerdote pidió su absolución por
el beneficio de la duda e intentó desacreditar a los testigos de la
acusación.
La estrategia de la defensa, integrada por Juan
Martín Cerolini y Marcelo Peña, consistió en poner en duda todas las
pruebas y testimonios reunidos, además de sugerir un supuesto
prejuzgamiento condicionado por la política de derechos humanos del
gobierno del presidente Néstor Kirchner.
Buscó desacreditar
las denuncias contra Von Wernich formuladas por la periodista Adelina
Moncalvillo, hermana de Domingo, uno de los siete asesinados, quien,
afirmó, antes de morir "sí participaba en las sesiones de tortura, como
dijo el testigo José Llantada".
También rechazó el valor
probatorio de la declaración del policía Julio Emmed ante la CONADEP,
en el sentido de que Von Wernich presenció los homicidios de algunos de
los jóvenes del Grupo de los Siete, porque "el testigo rectificó
luego".
La defensa cuestionó además la declaración de Héctor
Timerman, quien señaló al ex capellán policial como uno de los
torturadores de su padre, el periodista Jacobo Timerman.
"Este
juicio viola el principio de igualdad ante la ley, como los de
Nüremberg y Tokio", que sirvieron en la segunda posguerra mundial del
siglo XX para condenar a jerarcas nazis, interpretó Cerolini.
El
defensor dedicó una parte de su alegato a sugerir que un fallo contra
Von Wernich podía estar condicionado o implicar prejuzgamiento por el
hecho de que "el Presidente (Néstor Kirchner) haya exigido una condena
ejemplificadora".
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