Hoy a las 21 continúa en el MUNT, San Martín 1545, el Ciclo de Cine "1001 Películas que hay que ver antes de morir". Se exhibirá el clásico policial nortemaericano, que tiene el número 981, de la original lista. Coordina Ernesto Klass.
Fue realizada por Sydney Lumet en 1973, con guión de Waldo Salt y Norman Wexler, sobre una novela de Meter Maas.
Frank Serpico fue un policía de principios de los setenta que no gustaba a sus compañeros y que rechazaba constantemente dinero corrupto de criminales locales que otros compañeros se llevaban a casa a diario. Con un elenco integrado por Al Pacino, John Randolph, Allan Rich y Damián Leake, entre otros tuvo dos nominaciones al Oscar y ganó siete premios internacionales.
Sidney Lumet definió esta película como "Retrato de un auténtico rebelde con causa". Basada en hechos reales, retrata con verismo los niveles de corrupción de la policía neoyorquina, que Frank Serpico trata de sacar a la luz desde que es un novato recién licenciado de la Academia, hasta que es un policía completamente curtido en la calle. La película arranca con un Serpico que acaba de ser tiroteado, y luego sigue como un largo flash-back que explica cómo se ha llegado a esa situación.
Con un estilo áspero y sin concesiones, se muestra su honradez y su disposición a colaborar con sus superiores, pero el nivel de trapicheos es tal en lo que se refiere a complicidad, tolerancia o "mirar a otro lado", que la tarea no es fácil. Y mientras sus compañeros, que aceptan los habituales sobornos, le hacen la vida poco menos que imposible.
El film muestra además la dificultad por conciliar vida familiar y profesional en una situación de este tipo -hay escenas repletas de tensión dramática de Serpico con las mujeres con las que comparte su vida-, y cómo las buenas intenciones para dar la vuelta a las situaciones de corrupción no bastan, cuando hay una visión política o de aceptación tácita del estado de cosas.
Al Pacino hace una composición verdaderamente memorable, asumiendo a la perfección el desaliño de su personaje y su indignación y sensación de impotencia por lo que parece la inutilidad de sus denuncias. Cuenta el actor que tuvo ocasión de conocer al auténtico personaje, y cuándo le preguntó por qué se arriesgó a hablar, Serpico le dijo: "No lo sé, Al, supongo que lo hice porque... si no lo hubiera hecho, ¿cómo me sentiría cuando escuchara una pieza de música". Añadía Pacino: "¡Qué forma de expresarlo!".
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