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10/09/2007 - Juicios

"La Iglesia fue cómplice con su silencio"

El sacerdote Rubén Capitanio lo aseguró este lunes, al declarar en el juicio que se le sigue al ex capellán de la Bonaerense. Para el testigo, en esa época la cúpula eclesiástica “no mató, pero no salvó” a las víctimas de delitos de lesa humanidad, y que "por no haber salvado es responsable de esas vidas".

El sacerdote calificó como "incomprensible e incoherente" la actividad que desarrolló Von Wernich en los centros clandestinos de detención visitando detenidos y justificando la tortura.

 

El sacerdote Rubén Capitanio aseguró este lunes, al declarar en el juicio al ex capellán Christian Von Wernich, que "con su silencio la jerarquía de la Iglesia fue cómplice y no cumplió con su misión pastoral de denunciar la situación de ilegalidad que se vivía" durante la represión ejercida por la dictadura, y por ello pidió perdón.

Para Capitanio en esa época "la Iglesia no mató, pero no salvó" a las víctimas de delitos de lesa humanidad y consideró que "por no haber salvado es responsable de esas vidas".

Al final de su declaración agradeció al Tribunal porque consideró que este juicio "es un servicio a la Iglesia porque nos ayuda a buscar la verdad" y pidió perdón "a los familiares de todas las víctimas por no haber sido la Iglesia que debimos ser".

Además, le dijo a los jueces que la actitud y prédica de Von Wernich había sido "incomprensible e incoherente" porque había desvirtuado la misión primordial de un capellán y agregó que no la encuentro "explicación a su accionar, porque es muy confuso encontrar las razones que lo hicieron obrar de esa manera.

"La Iglesia fue una madre que no buscó a sus hijos y llegó a prohibir en muchos casos la reunión de familiares de desaparecidos en los templos", recordó el sacerdote, que se desempeña como párroco en la localidad neuquina de Centenario.

Durante la penúltima audiencia en el juicio que se realiza en el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, Capitanio afirmó que "la Iglesia, escandalosa y pecaminosamente, fue cercana a la dictadura porque no cumplió con el deber de servicio a la vida".

"Tuvo la Iglesia durante la dictadura una conducta dolorosa y hasta que no reconozcamos este comportamiento seremos una Iglesia infiel", sentenció el sacerdote durante su declaración al Tribunal.

También fue crítico con el rol de entonces Vicariato castrense, hoy Obispado, por ser "una institución bastante cuestionada".

"Cuando la muerte tuvo tanta fuerza hubiera sido fundamental que el Vicariato castrense defendiera la vida y no fue así", sostuvo Capitanio. Recordó que durante la dictadura la Iglesia "dio a conocer documentos vergonzozos como el de mayo de 1976 cuando mencionó a los detenidos-desaparecidos y pidió con miedo que se suavizara esta situación".

"Cómo se podían suavizar estos crímenes porque a los crímenes hay que pararlos no suavizarlos", subrayó el sacerdote y agregó que ese es un caso de "una prudencia muy parecida a la cobardía".

El sacerdote calificó como "incomprensible e incoherente" la actividad que desarrolló Von Wernich en los centros clandestinos de detención visitando detenidos y justificando la tortura.

"Su única misión pastoral tendría que haber sido la de denunciar esa situación de ilegalidad, ya que así, por ejemplo, lo indica el documento de Puebla, de 1979", sostuvo Capitanio.

En este punto explicó que la responsabilidad pastoral del sacerdote "siempre está fundamentada en la doctrina de la Iglesia y entonces, en este caso, el capellán, siempre debe estar al servicio del encarcelado, del detenido".

Para explicar desde el punto de vista doctrinario la condena que merecen los hechos imputados a Von Wernich, se remitió "a la enseñanza elemental del catecismo de la Iglesia Católica que prohibe totalmente la tortura en ningún caso y bajo ninguna justificación".

"Yo no sé cuáles son las justificaciones de Von Wernich para hacer lo que hizo, pero hay un prinicipio moral de la Iglesia que dice que el fin no justifica los medios, entonces nunca para lograr un fin se justifica un medio malo, indigno o ignorante", destacó Capitanio.

Antes de abandonar la sala de audiencias, Capitanio agradeció "porque a lo mejor alguno va a pensar que este juicio es un ataque a la Iglesia y yo quiero decir que es un servicio a la Iglesia". "Esto nos ayuda como Iglesia y también nos ayuda a buscar la verdad que necesitamos", sostuvo.

"Quisiera pedirles a las víctimas, y en los familiares a todas las víctimas, perdón como Iglesia; también a las madres, a todos mis hermanos y a todo nuestro pueblo que nos perdonen por no haber sido todavía la Iglesia que debimos ser, ceca de los crucificados y no de los crucificadores", expresó.

Capitanio le contó al tribunal que en 1970 fue compañero de seminario en La Plata de Von Wernich pero que no tuvo relación con él. Y que en 1976, ya ordenado sacerdote, tuvo que abandonar esta ciudad porque era perseguido por los represores y se refugió en Neuquén, gracias a la ayuda del obispo Jaime de Nevares.

 


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