Cuando un amigo simpatizante de los decanos, me contaba sobre la odisea que implica ir al estadio de Atlético, por el problema que surge al comprar una entrada, y la posterior fila para entrar al partido, creí que exageraba. Sin embargo, el viernes, en un intento por hacerme eco del pueblo, decidí comprar una popular, en vez de presentar la credencial de prensa. De esta manera sentí en carne propia el atropello de los organizadores a toda la parcialidad decana.
No solo hay que soportar apretones, empujones y otros atropellos, para comprar una mísera entrada, sino que al tenerla en mano, hay que hacer una fila interminable para poder ingresar, por fin, al estadio.
Por si esto no fuera poco las entradas no son nada baratas y como todo el mundo sabe, a las canchas de fútbol asisten ancianos, niños y mujeres.
No creo que sea demasiado pedir que los directivos atiendan el reclamo de la gente, y habiliten mas de cuatro boleterías, pues realmente, cualquiera que tenga sentido común, puede darse cuenta que no bastan para la oferta de 500 personas por ventanilla.
Las inversiones que se necesitan son mínimas y necesarias. Un equipo que apunta a llegar Primera no puede tratar de esa manera a la gente que solo quiere distenderse, de todos los problemas que surgen en la semana, viendo a su querido equipo.
Teniendo en cuenta que un gran número de hinchas están acompañando al equipo, y lo socios son cada vez más, no considero justo que se tenga que pasar por semejante odisea para poder ver un partido de fútbol.
Sebastián Ganzburg
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