Dijo Oscar Cabral, relojero desde hace casi 60 años. Aunque reconoció que el uso de celulares está provocando que la gente consuma menos relojes. Recordó la época de oro del oficio. Aseguró que la profesión de relojero no desaparecerá porque el reloj continúa siendo un importante objeto de ornamento corporal. "Además, es muy práctico ver la hora en tu muñeca", concluyó.
“Los relojes electrónicos son más baratos, pero antieconómicos, ya que su vida útil es muy corta”, advirtió.
El oficio de relojero viene en decadencia. La aparición de productos electrónicos a muy bajo costo y con un promedio de vida útil muy corto (relojes descartables) provocaron la desaparición de muchas relojerías.
Aunque esta realidad se impone, hay algunos relojeros que por tener una clientela fiel o por estar ubicados en lugares estratégicos, no han debido abandonar el oficio. Este es el caso de Oscar Cabral, quien compartió con TucumánHoy.com los secretos de esta profesión que se resiste a desaparecer.
Oscar Cabral tiene setenta y cuatro años y es relojero desde los quince. Atiende todas las mañanas en su local de una galería en calle Maipú al 100. Dentro de un año cumplirá las seis décadas en actividad.
En primer lugar, se mostró orgulloso de haber podido solventar la crianza de sus cuatro hijos (dos mujeres y dos varones) con su profesión.
Además, rescató que su familia lleva la relojería en la sangre. De hecho, dos de sus nietos (Gabriela y Gabriel) colaboran con la relojería por la mañana, durante las vacaciones. “Uno de mis hijos, David, es profesor de Historia en la Universidad y les arreglas los relojes a sus amigos y compañeros de trabajo. Mi otro hijo varón trabaja en el mismo local que yo, pero por las tardes”, comentó.
También se refirió a la aparición de nuevas tecnologías y la influencia que produjeron en la profesión. “Hoy, ya casi nadie usa relojes con tecnología tradicional (relojes a cuerda)”, aclaró. La gran mayoría de los relojes que se usan en la actualidad son de cuarzo (a pila).
Según Oscar Cabral, la relojería electrónica facilitó el trabajo de los técnicos, ya que solo deben cambiar un componente averiado por otro nuevo. “Ya no tenemos que revisar que todos los engranajes y la cuerda funcionen correctamente”, destacó.
Sin embargo, resaltó que quienes continúan utilizando relojes a cuerda, lo hacen porque confían en la durabilidad de los artefactos. Esto sucede por que la vida útil de un buen reloj a cuerda es muchísimo más larga que la de uno de cuarzo (a pilas). “Los relojes electrónicos están sujetos a los procesos de oxidación y degradación de sus componentes. Tarde o temprano dejan de funcionar. Mientras que si el mecanismo de la cuerda se encuentra en buenas condiciones, un reloj podrá seguir funcionando”, analizó.
Por otro lado, estableció que la mejor época de la relojería en Tucumán fue entre 1960 y 1980. “Desde la década de 1980, comenzaron a venir los relojes electrónicos, lo que provocó que baje mucho su calidad y aspecto”, sostuvo.
Asimismo, recordó que durante la década de 1990, muchos relojeros debieron abandonar la profesión y nunca volvieron a retomarla. “Yo tenía dos hermanos que también eran relojeros y desde aquella época tuvieron que abandonar”, relató.
El relojero Cabral, finalizó admitiendo que la actual crisis económica, sumada al masivo uso de teléfonos celulares, está perjudicando en gran medida el “mercado” de la relojería. Sin embargo, anticipó que nunca se dejarán de usar relojes porque son muy cómodos y la gente lo usa también con criterio estético, no solo para saber la hora. “Usar un bello reloj es muy elegante”, concluyó.
Juan Villarrubia
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