El desmonte trae consigo otro mal: la falta de control que cobró fuerza ante la inexistencia de un marco legal que los proteja. En ese contexto, en noviembre de 2007 fue sancionada la Ley 26.331 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos, que establece la moratoria en los desmontes hasta tanto las provincias realicen un ordenamiento territorial de los bosques nativos, para planificar de manera participativa su uso sustentable. Además, prohíbe el otorgamiento de permisos para desmontes. (Ver: “Por el palpitar del manto boscoso”. APM 19/10/2007)
En su artículo 42, la Ley dispone 90 días para su reglamentación por el Poder Ejecutivo nacional. “Ha pasado un año y el reglamento no se hizo. Esto es una clara violación de la ley. Ante esta falta es que se sigue desmontando en la Argentina. Y cada semana se derriban más de cinco mil hectáreas de bosques nativos. Y sin reglamento no hay multas que aplicar”, explica el diputado Miguel Bonasso (oficialista y actualmente alejado del Gobierno argentino), autor de la ley.
Entre ese entretiempo de sanción
y reglamentación, durante el cual los desmontes siguen su
curso, “la situación es complicada para analizar”,
asevera Gabriel Seguezzo. “Esto es así porque debido a la
aceleración de las presentaciones y autorizaciones, los días
previos a la sanción de dicha ley generó mucha
confusión”, agrega.
En efecto, en 2007,
durante el final de su mandato como gobernador de Salta, el actual
vicepresidente del Senado, Juan Carlos Romero, autorizó el
desmonte de 478 mil 204 hectáreas de bosques nativos,
cifra que se suma a las 300 mil hectáreas desmontadas durante
2006, según datos de la secretaría de Política
Ambiental de esa provincia.
El dato llamativo es que el ex
gobernador Romero otorgó esos permisos a grandes grupos
económicos en el lapso que medió entre el tratamiento
en Diputados de la Ley de Bosques que se produjo en noviembre de
2006, y la sanción definitiva del Senado, el 28 de noviembre
de 2007.
Seguezzo manifiesta que, en la actualidad, se suceden
tres situaciones. En primer lugar se contemplan los desmontes que en
principio estarían en regla y podrían hacerse. En
segundo lugar, las autorizaciones dudosas de su legitimidad, que por
lo tanto no se pueden considerar aprobadas. Y por último, los
permisos directamente ilegales, por tener vicios administrativos
serios.
“Frente a este panorama, y aprovechando la
confusión general, en muchas áreas de la provincia
continúan los desmontes, aprovechando la falta total de
capacidad de control por parte de la Secretaría de Medio
Ambiente y Desarrollo Sustentable y la Secretaría de Política
Ambiental de la provincia. Cabe recordar que no hay política
ambiental posible sin capacidad de control efectiva”, refiere
Seguezzo.
El 28 de noviembre de 2007 no sólo se
cumplió un año de la promulgación de la Ley
26.331 y de los plazos de reglamentación, sino que también
caducaron los topes de tiempo para los Ordenamientos Territoriales.
El Ordenamiento Territorial significa zonificar las distintas áreas
de bosques nativos que existen en una provincia. En Salta fueron
señaladas zonas con alto nivel de conservación.
La
Ley indica que el Ordenamiento Territorial debe ser participativo
para todas las personas, organizaciones e instituciones interesadas.
El cacique wichi Oscar Lorenzo admitió que fueron
convocados, pero que la reunión sólo fue informativa e
insuficiente.
De acuerdo a Lorenzo, en ningún momento
se habló sobre la delimitación del territorio, sobre
“qué queda para nosotros, y solamente se habló de
los sectores que se pueden desmontar”.
“Nos damos
cuenta que no hay nada para nosotros”, se lamenta Lorenzo y se
pregunta “¿para qué nos llevan si ellos son los
que manejan y deciden todo?”.
“El año de la
moratoria ha concluido y no todas las provincias han realizado su
ordenamiento territorial. Esto podría dar pie a que los vivos
que nunca faltan argumenten que se acabó el tiempo de veda y
que pueden volver a desmontar alegremente”, expresó
Bonasso en un artículo publicado el 30 de noviembre en el
diario argentino Crítica.
Desde la Redaf creen que
la Ley de Bosques constituye un avance para la defensa del medio
ambiente y los recursos naturales después de la Ley 13.273 de
Defensa de la Riqueza Forestal, sancionada en septiembre de 1948.
“El poder legislativo ha cumplido su rol, sin embargo, es el
poder ejecutivo quien está en deuda pues cumplido un año,
todavía no está la reglamentación- pronuncian en
Redaf- Esto genera matices en las interpretaciones a la hora del
Ordenamiento Territorial en cada provincia”.
Por otro
lado, la organización agroforestal revela que tras algunas
reuniones con el ingeniero Carlos Merenson, director Nacional de
Ordenamiento Territorial y Conservación de la Biodiversidad de
la Secretaría de Medioambiente de la Nación, el
funcionario admitió que hay obstáculos políticos
de parte de algunas provincias para la reglamentación.
En
esa línea, el titular de Fundapaz agrega que la principal
traba para reglamentar la ley e impedir más desmontes, es
política “dada por una concepción de desarrollo
que no contempla esta forma de vida y muy relacionado con el negocio,
ya sea agrícola, ganadero, inmobiliario”.
Cabe
destacar que cuando el proyecto de Ley de Bosques obtuvo media
sanción en Diputados, el Senado le incorporó una
cláusula con el propósito de crear un fondo especial
para las provincias, de mil millones de pesos, destinado a otorgar
compensaciones a los productores a los que se les impedía
realizar nuevos desmontes. Sin embargo, el autor de la ley asegura
que en el proyecto de Ley de Presupuesto para 2009 no hubo ninguna
partida destinada a la implementación de la Ley de Bosques.
Mientras tanto, la Ley espera su reglamentación, el
monte espera un nuevo genocidio, pero los indígenas no
esperan. Resisten, exigen y se movilizan porque el monte es vida,
alimento, trabajo e identidad de los pueblos originarios. Luchan
contra una matriz ideológica de un modelo económico que
ve al bosque como un montón de árboles, posibles de
convertir en un montón de dinero, posibles de exterminar a un
pueblo y su cultura. La lucha de los wichi s es el grito del
monte por no desaparecer.
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