Desde el Hay Festival en Segovia, Mario Vargas Llosa ofreció una "charla confesional" que a la vez fue una clase magistral sobre el arte del escritor.
Habló de sus mayores influencias.
En una charla que tuvo lugar el domingo 28 de setiembre, Mario Vargas
Llosa reconoció que, al escribir, sufre "a ratos" y se siente
"mediocre" cuando "las cosas no salen", pero la literatura "es una
experiencia exaltante" porque le permite romper las barreras del tiempo
y del espacio, y "alcanzar de una manera efímera una suerte de
inmortalidad".
De literatura y de su concepción del oficio de escritor ha hablado Vargas Llosa en la última jornada del Hay Festival de Segovia,
ante el público que llenaba el Teatro Juan Bravo, en el que no se oía
ni una mosca mientras este novelista, uno de los más importantes del
siglo XX, explicaba cómo nació su vocación y por qué se niega a creer
que la literatura "sea un puro entretenimiento".
"La literatura
quizá hace a los seres humanos más aptos para la infelicidad, porque
despierta unos apetitos y deseos que no pueden cumplirse, pero
enriquece la sensibilidad de las personas y les da una comprensión
mayor del mundo. Los hace mucho más aptos para la libertad", y de ahí
"la responsabilidad" del escritor, aseguró Vargas Llosa tras recibir el
Premio Hay Festival Segovia 2008.
Este premio está dotado con una primera edición de 1865 de Our mutual friend, de Charles Dickens, un autor que a Vargas Llosa le encanta "desde niño".
Dickens
y muchos más, porque fue en la infancia donde comenzó todo y cuando
empezó a experimentar "la extraordinaria aventura del placer de leer".
Su vida era entonces "la típica de una familia de provincias, y la
única manera de vivir más" eran las historias que leía. Y de ellas
surgió su vocación de escritor.
En su "charla confesional", como
él la denominó, Vargas Llosa habló también de los escritores que más le
han influido, desde Dumas -la muerte de D'Artagnan la leyó "en estado
de trance" y lo dejó "más adolorido que la de un familiar"-, hasta Los miserables,
de Víctor Hugo, que leía cuando lo castigaban los fines se semana en el
colegio militar Leoncio Prado, donde su padre lo internó para que
olvidara su vocación literaria.
En la universidad le influyó
mucho Sartre y su creencia de que la literatura podía cambiar el mundo.
"Había ingenuidad en esa idea", pero a Vargas Llosa le quedó el
convencimiento de que la literatura "no es gratuita porque ayuda a
formar conciencias y exacerba la sensibilidad".
La influencia de
Faulkner fue "decisiva" para él y para muchos escritores
latinoamericanos, cuya obra "no existiría sin la gravitación que tuvo
sobre ella" el escritor estadounidense.
Detrás de cada novela de
Vargas Llosa hay años de trabajo "muy disciplinado". Siempre ha tenido
que "trabajar mucho para escribir" porque carece de "inspiración",
asegura, y ésa era "la única manera de reemplazarla".
Su maestro
en esto, y en otras muchas cosas, fue Flaubert. Le demostró que "cuando
un escritor no nace genial, puede llenar los vacíos a base de
disciplina y terquedad. Así escribió Madame Bovary, absoluta obra maestra", añadía Vargas Llosa.
Otra
cosa en la que también coincide con el escritor francés es en el
trabajo de documentación que realiza antes de cada novela. Lo hace
"para vencer la inseguridad, que es el gran enemigo" que tiene cuando
comienza una novela.
Esa inseguridad que hoy confesó sentir ante
el nuevo proyecto que tiene entre manos y que muy pronto le hará viajar
al Congo. "Ocurre en sitios que todavía no conozco y es sobre temas que
tampoco conozco".
"Es una temeridad por mi parte. No debería
escribir esa novela, pero como el espíritu de contradicción crece con
los años, me he decidido a hacerla", afirmaba el escritor ante la
mirada cómplice de su mujer, Patricia Llosa, y las risas del público.
La
nueva novela de Vargas Llosa está inspirada en "un personaje
fascinante": el irlandés Roger Casement, que fue cónsul británico en el
Congo a principios del siglo XX y amigo del escritor Joseph Conrad. De
recibir los más altos reconocimientos pasó a ser juzgado por
contrabando de armas y ahorcado.
"No debería escribir esta
novela, y si fuera sensato tendría que renunciar a ella, pero no pienso
hacerlo", dejó claro Vargas Llosa.
Fuente: EFE
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