Es la sensación que deja entre los estudiantes la medida de fuerza adoptada por los docentes e investigadores de la UNT. Llevan seis semanas de huelga interrumpida. Las facultades, vacías. Los alumnos pierden el ritmo de estudio y la deserción estudiantil es cada vez mayor. No existe diálogo entre los estamentos.
Desde el 2005 los paros universitarios son una constante.
Nadie discute las reivindicaciones de los docentes universitarios. Suba del cargo testigo a $ 2100, derogación de la Ley de Educación Superior, triplicación del presupuesto universitario, incorporación al sueldo básico de todos los adicionales, respeto por la carrera docente y jubilación móvil del 85 %. Todos los puntos perfectamente aceptados y compartidos.
Sin embargo quien conoce los pasillos de las distintas facultades observa que los estudiantes están exento de la lucha. Asistir a la Universidad ya es un sacrificio debido a las condiciones edilicias, falta de bancos e incomodidades varias. Una lista infinita de peripecias. Sumado a un paro de seis semanas, la deserción estudiantil es colosal.
La mayoría de los alumnos desconocen el conflicto y la comunicación con el docente es escasa. Un debate en las aulas parece de otros tiempos. Nadie se compromete, mucho menos los que ahora están en huelga.
La actitud de alumnos y profesores es similar. Las responsabilidades, no. Quienes deberían dar el ejemplo político prefieren hacer paro antes que debatir democráticamente con el estudiantado.
La última gran lucha universitaria fue en el 2005. La UNT tenía ocho facultades tomadas por estudiantes en apoyo al estamento docente. Cuando los alumnos necesitaban ayuda de sus educadores, en asamblea, la CONADUH decidió levantar el paro. El resultado: un mínimo aumento salarial. Los verdaderos planteos como mayor presupuesto, debate de la LES (Ley de Educación Superior) quedó en la nada.
En los sucesivos años las distintas Universidades continuarían con el mismo concepto de lucha gremial.
Con este panorama, sin ser pesimista, no se avizoran buenas aguas. Como viene sucediendo, en los últimos años, el gremio conseguirá un aumento poco sustancioso en sus haberes y terminarán con la medida.
Los estudiantes, igual de comprometidos que sus profesores, habrán perdidos horas irrecuperables de clases. Habrán abandonado algunas materias o la facultad. El año que viene cuando los pocos que quedan continúen con su carrera, volverán a aulas hiper pobladas, sin asientos ni lugar, sin tener idea, mucho menos interés de lo que a su alrededor sucede. Pero a mitad de año, “milagrosamente”, los bancos alcanzarán para todos. Los profesores, por su parte, retornarán a los paros, casi con el mismo argumento de hoy. El sueldo no les alcanzará. Hablarán de la LES, el presupuesto y las mismas frases hechas a las que uno ya está acostumbrado.
¿La discusión política en el aula? Ahora no chicos, tenemos que terminar con el programa dirán algunos de esos profesores que luego adherirán al paro.
Sebastián Ganzburg
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