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AMPLIARClaudio Orrego flamante gobernador por la Región Metropolitana

Corrientes opositoras que se quedan con la mayoría de las gobernaciones en Chile

La gran derrota electoral de la derecha en las elecciones de constituyentes y el triunfo de la ex-Concertación (ahora Unidad Constituyente) en los comicios de gobernadores del pasado domingo, no se replicarán en las presidenciales de noviembre si se mantiene la división de la izquierda en dos o tres grandes bloques, lo que favorecería al candidato que proponga la derecha, observó Marcelo Mella Polanco, politólogo de la Universidad de Santiago de Chile.

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El académico plantea que los sectores progresistas chilenos deben “tener una reflexión pragmática sobre la conveniencia de lograr la mayor articulación posible” de cara a las elecciones presidenciales de noviembre.

“El pasado inmediato divide a ambos sectores, (pero) no es menos cierto que su chance electoral de cara al futuro está fuertemente determinada a que esas divisiones del pasado sean superadas”, comentó Mella en diálogo con Télam.

El triunfo de Claudio Orrego, con 52,7% de los votos, frente al 47,3% de Karina Oliva del Frente Amplio, fue “el triunfo más destacado para la centro izquierda” y que esto se dio porque “se movilizó el electorado de derecha de las comunas de mayores ingresos, eso ocurrió porque la derecha no tenía candidato en la segunda vuelta, pero en noviembre la derecha va a tener sus propios candidatos”.

Estos resultados de la segunda vuelta de elecciones de gobernadores “pueden ser entendidos como una consecuencia de un proceso que tuvo muy baja participación y donde la militancia y el electorado que tiene mayor fidelidad partidaria puede hacer la diferencia en un contexto de tan baja participación”, analizó Mella.

La Unidad Constituyente ganó en 10 regiones alcanzadas, tres fueron para movimientos independientes, dos para el Frente Amplio y una sola para Chile Vamos, alineado con el gobierno de Sebastián Piñera.

“Esto es el resultado de que la centro izquierda es el sector que tiene mayor presencia a nivel territorial en el país”, dijo Mella, quien alertó que el sector progresista chileno “debiera analizar muy fríamente los resultados, porque la participación fue extraordinariamente baja”.

“Quienes votaron fueron las personas que tienen mayor nivel de politización y vinculación partidaria. Eso también va a cambiar en la próxima elección presidencial y parlamentaria”, opinó el politólogo.

La centro-izquierda de la Unidad Constituyente, más vinculada a los partidos tradicionales como la Democracia Cristiana (DC) y el Partido Socialista (PS), que en mayo salieron muy golpeados, no solo por el avance de los independientes sino por el de la izquierda, tuvieron una mejor performance.

Candidatos de la DC ganaron en Arica y Parinacota, Maule y De los lagos, mientras que socialistas en Ñuble, De los Ríos y Libertador Bernardo O'Higgings, según los datos oficiales.

Para Mella, analizando la crisis del sector oficialista, donde por segunda elección consecutiva pierde una gran cantidad de espacios políticos y solo conquistó una gobernación regional (Araucanía), es “una señal de que se debe redefinir”.

Pese a la nueva derrota del sector conservador, “se puede dar la paradoja de que un gobierno destruido en sus apoyos por el estallido social y el manejo de la pandemia, no impida también que el próximo presidente sea de derecha” debido a la división de la izquierda en Chile, precisó.

Aunque para Mella “la elección no genere un antes y un después” en las batallas electorales venideras (primarias en julio y presidenciales y parlamentarias en noviembre), para la izquierda en Chile el desafío es lograr “un salto estratégico donde el pasado tenga menos incidencia y genere menos restricciones para una convergencia que es totalmente determinante”.

Miguel Vargas en Atacama con casi 60% de los votos frente al representante de la coalición Unidad Constituyente que nucleó a los partidos que solían ser parte de la Concertación; la ecologista Krist Naranjo en Coquimbo con casi el 62% de los votos ante la pinochetista Unión Demócrata Independiente (UDI), y Rodrigo Díaz en Biobio con más del 71% frente a otro líder de la UDI.

Finalmente, consideró que “después del estallido social (octubre 2019), el sistema político de Chile se ha movido hacia la izquierda en número de votantes”, pero que en este sector “hay una grieta que tiene que ver con distintas definiciones estratégicas pero también con distintas subculturas”.
"Hay que esperar si eso hace finalmente que la candidatura de izquierda, que aunque tiene un espacio electoral que en términos cuantitativos reúne una mayor cantidad de electores, logre ganar en el mes de noviembre la elección presidencial”.

La redefinición del sector pasa por analizar su relación con el Ejecutivo, porque “la proximidad con el Gobierno de Sebastián Piñera quita votos al sector y eso podría tener una incidencia a nivel parlamentario muy catastrófica para el sector en noviembre”, evaluó.

También consideró un aumento del número de independientes electos, lo que afirma que hay un “sentimiento anti partidos que hoy caracteriza a Chile y que eso se traduce en una disposición a votar por candidatos que no tengan membresía partidaria”.

La próxima gran elección chilena será la de presidente, el domingo 21 de noviembre, aunque antes habrá primarias el 18 de julio, en las que participarán la fuerza de izquierda Apruebo Dignidad y la coalición de centro derecha Chile Vamos, ya que la Unidad Constituyente no llegó a un acuerdo e irá directamente a las presidenciales con candidatos separados.