En el último día de la ronda de testigos se realizó un careo entre Cabral, Juez de Instrucción Militar, Molina su secretario y Palavecino, secretario adjunto de la CGT, en aquel entonces. Los tres ratificaron sus anteriores declaraciones. El fiscal Terraf pidió la detención de Cabral por falsificación ideológica.
Se leyeron documentos de testigos fallecidos.
La jornada de ayer comenzó con el careo entre Palavecino, Cabral y Molina. En el medio del banquillo de los acusados se sentó el juez de Instrucción militar, Roque Cabrla.
En ese documento Palavecino declaró que durante su detención los presos políticos no sufrieron malos tratos. Sin embargo antes de ayer aseguró que a Vargas Aignasse se lo “picaneó en los testículos y la lengua”. Ese documento está firmado por Cabral y tiene el sello de Molina. A raíz de esto Assaf, defensora de Bussi pidió el careo.
Ayer Cabral ratificó “todo lo firmado por Palavecino”. Pero no reconoció el contenido. Del cual no se acordaba alegando que del hecho pasaron “muchos años”.
Al principio Cabral dijo que no se acordaba de Mancilla. Pese a que fue secretario del juez. Palavecino lo trajo el martes a colación. Según el ex preso político Mancilla fue quien le pidió un favor de firmar unos papeles, y por ser conocido accedió.
Posteriormente Terraf le volvió a preguntar si lo conocía a Mancilla y dijo que sí. Antes Molina había comentado que Mancilla era un secretario que trabajó antes de que él llegara.
Por su parte Palavecino, que estuvo detenido casi dos años en Villa Urquiza, ratificó todo lo contado. “Yo vi la hoja y firmé por confianza. De todo corazón, yo no dije eso”.
Los tres dijeron que no se recordaban, Palavecino solamente dijo que vio a Cabral cinco minutos. Sabiendo que era él porque Mancilla se lo dijo. Pero sentenció que no sabía que era juez de Instrucción Militar.
Sobre la otra declaración, también firmada por Palavecino, Cabral y Molina. El ex sindicalista aseveró que firmó el papel por facilitar un trámite a la mujer de Sosa. En ese documento Palavecino afirma que nunca vio a Luis Sosa detenido. El testigo desmintió el contenido, pero Cabral lo ratificó.
Además el ex Juez de Instrucción Militar pidió que se ponga en vigencia “el artículo 14 de la Constitución que me da paridad entre los jueces. Tuve la gran amabilidad de venir y colaborar con ustedes”.
Posteriormente Terraf consideró que “esa actitud del señor Cabral, de creer que nos está haciendo un favor, cuando lo que está cumpliendo es una obligación legal es compatible con los cuatro casos que usted dice (por el Juez Casas) donde los testigos manifestaron todo lo contrario de lo que dice ese papel donde está la firma de Cabra”.
En esa misma línea sentenció que “me llama la atención que un testigo como Jerez, en un papel que Cabral reconoció su firma donde dice que a Vargas Aignasse lo despidieron del penal con vítores y aplausos cuando fue liberado”.
También se mostró sorprendido que en el escrito de Palavecino diga que lo trataron bien, cuando en el tribunal habló de torturas físicas y psicológicas.
Finalizando aludió a una causa que tiene Cabral por presuntos ilícitos. Y explicó que “estamos en presencia de una persona que con la complicidad de su secretario armaron esta causa para demostrar que los detenidos durante la tiranía desatado el 24 de marzo del 76' tenían buenos tratos. Por eso solicito que el honorable tribunal ordene la inmediata detención de Cabral y Molina por ser autores de falsificación ideológica de instrumentos y falso testimonio”.
El Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Tucumán, ante el que se desarrolla el juicio oral, difirió para el momento de la sentencia la resolución del requerimiento de Terraf, quien antes había pedido lo mismo respecto de otros testigos.
Por su parte, el militar retirado Alberto Cerúsico reconoció que el 4 de marzo de 1976 fue designado jefe militar de la Casa de Gobierno provincial y que conocía a la familia Cárdenas, como declaró Marta Cárdenas, esposa de Vargas Aignasse.
La mujer
había manifestado que, tras el golpe de Estado de 1976,
desesperada por averiguar el paradero de su marido, invocó el
nombre de Cerúsico para ingresar a la Casa de Gobierno, donde
entrevistó a Bussi, entonces interventor militar de la
provincia.
Luego de los testimonios, las partes (el fiscal y
las defensas de Bussi y de Menéndez) pidieron la incorporación
a esta etapa oral de aquellas piezas procesales que constan en el
expediente y que fueron recabadas durante la etapa de instrucción.
Sebastián Ganzburg
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