América Latina tiene una clase media más reducida que el promedio internacional. Esta sería otra consecuencia del alto nivel de desigualdad de la región y un factor negativo para el desarrollo, ya que la clase media cumple un rol económico y político clave.
La clase media se define como aquel amplio grupo de personas que no son ni pobres ni ricos dentro de una sociedad (deciles 3 a 9). En América Latina este grupo social captura en promedio el 57 por ciento del ingreso económico regional, lo que es inferior al promedio mundial, de 62 por ciento.
En el documento “La clase media y el proceso de desarrollo”, publicado
en la Serie Macroeconomía del desarrollo Nº 65 de la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL), Andrés Solimano, economista
del organismo regional de Naciones Unidas, sostiene que las sociedades
con estructuras sociales más concentradas tienen clases medias más
débiles y más inestables económicamente.
En la elaboración
de este estudio se utilizaron datos sobre 129 países para examinar la
relación de este grupo de la población con el nivel de desarrollo
económico de un país (ingreso por habitante), el grado de desigualdad
de su distribución del ingreso, el tamaño del Estado, las pequeñas y
medianas empresas (pymes) y el sistema democrático.
El de la
clase media es un tema emergente. Tiene el potencial de superar dos
ideas que definieron a los siglos XIX y XX: la creencia de que la clase
obrera es el motor de cambio y transformación social del capitalismo,
liderada por Karl Marx; y la tesis de que la clase empresarial es el
único segmento innovador, visionario y tomador de riesgos, el
verdadero héroe del sistema económico de mercado, de Joseph Alois
Schumpeter.
Habrían al menos tres razones por las que la
clase media resulta importante para el desarrollo de un país, señala
Solimano: es fuente de capacidades productivas y de poder de compra y
actúa como elemento estabilizador del sistema político.
Su
rol productivo se observa principalmente en las pymes, aunque es
probable que empresarios y emprendedores muy exitosos asciendan a los
grupos de alto ingresos y aquellos menos exitosos puedan caer en la
pobreza. También el Estado es por excelencia una fuente empleadora de
personas de la clase media. Según Solimano, un estado débil y pymes
estancadas fragmentan y debilitan a este estrato socioeconómico.
En
el documento se sostiene que a medida que los países crecen y aumenta
el tamaño absoluto de la clase media se despierta un mercado más
exigente que demanda bienes y servicios (educación, salud, vivienda,
turismo y protección social, entre otros) de mejor calidad, lo que
estimula avanzar hacia su perfeccionamiento.
De acuerdo con
el estudio, la experiencia histórica sugiere que las clases medias
serían menos propensas a apoyar sistemas políticos populistas o
autoritarios (aunque ambas tendencias han logrado movilizar a la clase
media en ciertas coyunturas históricas). Sociedades con clases medias
estables y consolidadas tienen democracias más estables.
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