Dice Leonardo Goloboff, director teatral, en una charla con TucumanHoy. En ella hablo de , Personalmente Einstein, que se reestrena este fin de semana. Claro que una conversación con un creador, no debe ser sólo sobre la obra del momento.
Aprovechando su locuacidad y predisposición, escuchamos más que preguntar.
“En una relación autor director , pienso que los autores, en general, salvo excepciones , como Juan Mayorga, es una; Tito Cossa otra, frente al director, representan otro universo y, ojo yo también escribí algunas obras y hasta se han representado, dirigidas por un tercero, arranca Goloboff, casi sin preámbulos., respondiendo a una curiosidad mía.
“Alguna vez escribí que autor y director parecen dos mundos- continúa sin pausa- Antagónicos. Irreconciliables. Una ecuación en la que ambos se rechazan pero, a la vez, se desean. Como las parejas muy neuróticas, no es posible vivir juntos pero tampoco separados. Una relación más propensa al odio que al amor. Una relación sustentada sólo por la necesidad pragmática y perversa. Una discusión por el poder y por la apropiación del rol de amo para violar al esclavo en un escenario público, con espectadores, con la luz prendida y, si es posible, con aplausos".
“Hablando en particular de "Personalmente, Einstein", el autor, Gabriel Emanuel, canadiense, está muy lejos, en su país, y sólo habla inglés. Yo no. Para comunicarnos por mail teníamos que acudir , ambos, a sendos traductores. Quizá por eso dialogamos poco. La obra de él se llamaba solamente "Einstein" y, con autorización del traductor (Bruno Schwebel, mexicano), le antepusimos el "Personalmente", explica el director
Le sale el apasionamiento y sigue “ partir de ahí, imagínate lo demás. La obra estaba planteada en el gabinete de trabajo del científico que se preparaba para ir a dar una conferencia. La "cuarta pared" bajaba y subía, a mi juicio arbitrariamente, para dar paso a largos soliloquios y a algunas réplicas lanzadas, sin respuesta, a la extra escena, y alternadas con apelaciones al público”. ¿Qué hiciste entonces?, digo tímidamente Risueñamente manifiesta “preferí transformar todo el material en una charla directa con los espectadores, haciendo que éstos aceptaran la convención de transformarse en un auditorio del año 1949, cuando Einstein rondaba los 70 ( NR.Al comenzar cada función, Tríbulo-Einstein escribe en el pizarrón la fecha real del día pero el año que anota es 1949). Y creo que la obra ganó, en comunicatividad y en emoción. Rastreamos lo que debía ser el súper objetivo global, el emergente de sentido, y coincidimos en que nos convenía reforzar la línea, apenas insinuada en el original, de un visceral pedido de clemencia por los errores cometidos. En esa línea inscribimos los objetivos de cada unidad y todo adquirió una vibración mucho más potente. Lo que era casi un soliloquio, (NR:casi como este, pienso) un relato de sucesos y de pensamientos en voz alta, se transformó en una presencia viva y dramática, donde hasta los rasgos de humor se justifican a la luz de lo que caracterizamos como súper objetivo, y todo lo que hace o dice el actor se va poniendo en caja, se va haciendo pertinente y funcional al propósito principal del personaje que es pedir perdón.
Mientras endulzo el segundo café Goloboff continúa hablando “también corté lo que yo consideraba una excesiva reiteración pro-sionista, a mi juicio bastante inoportuna sobre todo a la luz de la actual conducción de gobierno del Estado de Israel con la que, obviamente, no puedo coincidir. Por supuesto, Einstein sigue siendo tan judío como lo fue en la realidad y como lo expresa en una frase concreta contenida en la obra: "Supongo que debo a los no judíos haber descubierto que soy judío". Claro, cuando el autor la vio en Barcelona a fines del 2004 , yo no había viajado porque me operaban del cuore, se acercó a Tríbulo y se le notaba que se había encontrado con otra obra, inclusive porque habíamos modificado el marco formal, el planteo escenográfico. No obstante, cada vez que le hemos pedido renovación de derechos, nos los ha concedido, incluido este año , tanto no le debe haber disgustado mi versión, señala con una sonrisa
Y la actuación , logró preguntar “si tengo que hablar de la actuación de Juan Tríbulo, debo decir que suma a su disciplina, condiciones actorales y entrega de siempre un extraño fenómeno de consubstanciación con el personaje, logrando transformarse e ingresar en el plano de una verdadera transmutación desde que empieza con sus ejercicios de relajación y concentración hasta el aplauso final. Juan no hace de Einstein, el es Einstein. Y esto es así a punto tal que muchos espectadores nos comentan que por momentos se olvidaban de que estaban viendo teatro y se sentían viendo y escuchando al verdadero Einstein, finaliza Leonardo Goloboff e inmediatamente pide otro café.
Sebastián Ganzburg
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