Una marcha de pobladores de Senkata, vecinos de El Alto y familias de los fallecidos durante la toma a la planta de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) que intentaban ingresar al centro de la ciudad de La Paz con féretros de las ocho víctimas del reciente enfrentamiento con las fuerzas de seguridad, fue gasificada por la Policía. Los manifestantes exigen justicia y la renuncia de la presidenta transitoria Jeanine Añez.
Detalles.
La presidenta interina Jeanine "Añez se va, la paz volverá", "Añez asesina, queremos tu cabeza" gritaron los manifestantes contra el gobierno en ejercicio.
La marcha, tras pasar por el tradicional Obelisco de la capital boliviana, intentó romper el cerco de las fuerzas de seguridad y estas reaccionaron con el lanzamiento de gases lacrimógenos.
Las batahola se mantenían en esa zona céntrica de La Paz.
Los manifestantes enfrentan a los policías al grito de "asesinos, asesinos".
Temprano en la mañana el viceministro de Seguridad Ciudadana, Wilson Santamaría, anunció que se iba a "garantizar su recorrido por todas las arterias" de La Paz para los marchantes que partieron de Senkata, en El Alto, donde el martes hubo una feroz represión con ocho muertos por impacto de bala confirmados.
Desde temprano na multitudinaria columna de pobladores de El Alto llegó hasta el centro de la sede del Gobierno con arengas contra el Ejecutivo y una muñeca que representaba a la presidenta Añez.
Un grupo llevó los ataúdes hasta cercanías de la plaza del Obelisco, donde se habían formado militares y policías en un cordón de seguridad, con el apoyo de vehículos blindados.
Comenzaron a ingresar con los féretros en hombros en medio de los motorizados militares e incluso pusieron uno encima de un blindado mientras algunos de los manifestantes subieron al mismo vehículo, describió el diario La Razón. Entonces, la policía reaccionó y comenzó a lanzar gases lacrimógenos que dispersó a los manifestantes, que se replegaron hasta la plaza San Francisco.
Se vieron a muchas mujeres tendidas sobre el pavimento, por los efectos de los gases químicos, según imágenes de la televisora Bolivia TV.
En su huida dejaron en el piso, cerca del vehículo militar, dos de los ataúdes. Solo uno, quizá un familiar, se quedó agachado en medio de la neblina de los gases al pie de uno. No los iban a dejar ahí, volvieron minutos después y se los llevaron metros más arriba, cerca de la plaza San Francisco, el tercer féretro ya había sido evacuado sobre un minibús.
“Nos quieren matar, no lo vamos a permitir”, hablaba en voz alta y de manera desafiante, junto a los dos ataúdes, un hombre mirando hacia los militares y policías que se habían quedado en el Obelisco. Impotente, solo golpeaba con puño cerrado una de esas cajas que llevaba a una de las ocho personas que murieron a bala el martes, en el operativo que evacuó cisternas con carburantes desde la planta de Senkata a La Paz para paliar el ya difícil desabastecimiento.
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