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Camino a las elecciones
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11/10/2019 - Por Carlos A. Villalba

Recta final en Argentina: De Cenicienta al gobierno de Fernández

Mientras Mauricio Macri puso a su gestión en un “piloto automático”. El país real sigue su calvario de pobreza y hambre y no construye superhéroes sino mayorías electorales y equipos de gestión.

“Los griegos dicen que

no hay buen viento para un velero sin rumbo.

Se podría reescribir la frase diciendo

‘no hay mal viento para un velero con rumbo’”.

Ex ministro Gustavo Beliz.

 

Los antiguos egipcios ya lo contaron, también los romanos y los chinos y los persas… El geógrafo griego Estrabón completó las fantasías de Herodoto en su relato sobre Ródope, una joven que perdió uno de sus zapatos que, al ser encontrado, sirvió de pista al faraón para localizarla y, finalmente, casarse con ella.

Nadie imaginaría, jamás –tampoco Giambattista Basile, verdadero creador de “Cenerentola”, la Cenicienta que llegaría hasta los estudios Disney en las versiones de los Hermanos Grimm y de Charles Perrault– que su pie, que no su zapato, su pie de admiradora y militante del genocida del Norte Domingo Bussi, frente a una plaza de la provincia de Tucumán, con más decisión que equilibrio, recibiría “el beso de la Patria” del presidente de un país llamado Argentina.

Son instantáneas de un camino que pasará raudo por el domingo 27 de octubre para culminar en la mañana del martes 10 de diciembre, en que la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner se haga cargo de los destinos de una de las comarcas con peores indicadores sociales, económicos y financieros del mundo, la gobernada desde hace 3 años y 10 meses por ese empresario con ínfulas de príncipe que deambula por “30 ciudades en 30 días” en su campaña del imposible “Sí se puede”, ya convertida en caravana de despedida.

Mientras Mauricio Macri puso a su gestión en un “piloto automático” que desangra las reservas del Banco Central que recibirá su sucesor, algunos de los pocos laderos con ganas de mostrarse se sumergieron en los peores barros de campaña, para proponer el dinamitado de barrios populares habitados por trabajadoras y trabajadores nacionales y de países vecinos, sugerir que el candidato bonaerense del Frente de Todxs puede “alentar el saqueo y el robo de bancos” o vincular al kirchnerismo con el narcotráfico. Parecen reflejos de un boxeador al borde del derrumbe.

Fuera de Ciudad Gótica

Mientras el anecdotario llena los días de ese mundo parecido a la gótica ciudad de ficción, maldita, oscura, corrupta y decadente, creada por el escritor Bill Finger en la década del crack estadounidense del ’30, el país real sigue su calvario de pobreza y hambre y no construye superhéroes sino mayorías electorales y equipos de gestión.

Alberto Fernández, arquitecto de la unidad partidaria tras aceptar que “sin Cristina no se puede”, se constituyó después en el diseñador del gigantesco espacio multisectorial, multipartidario y policlasista en el que espera apoyar los pasos iniciales del camino por el desierto del hambre y la deuda externa innecesaria del macrismo, que deberán pagar todas las argentinas y los argentinos.

El candidato del Frente de Todxs aspira a construir políticas de Estado con respaldo parlamentario, dos herramientas que se alcanzan con consensos alrededor de temas considerados incuestionables desde cualquier ángulo partidario y, supuestamente, protegidas por la continuidad que debiera darle la sanción legal de las mismas por parte del Congreso de la Nación. Además, pretende darle una fuerte impronta federal a esas iniciativas.

Conforme se acerca la fecha de su formalización como presidente electo primero y la asunción de su gobierno después, las generalidades programáticas de los días siguientes al urnazo del 11 de agosto se encaminan hacia la etapa de las precisiones, del diseño de planes y políticas y de búsqueda de apoyos para encarar temas tan complejos como urgentes. En ese trayecto, lo menos importante es el nombre de quienes encabecen cada uno de los equipos de gestión de un gabinete que, de todos modos, los medios arman día a día con pocos errores hasta el momento con relación a lo que realmente se piensa en el local albertista del barrio de San Telmo.

Ya se abundó sobre los trazos gruesos de las políticas de la economía venidera, tanto en relación a la puesta en marcha de la producción, estancada hasta la inactividad por las decisiones del gobierno saliente, como a la negociación de la deuda externa pública y privada. Esta semana le tocó el turno a la presentación formal del de combate más acuciante que es la  pelea contra el hambre, una plaga medieval incrustada en la Argentina del siglo XXI. Al anunciar las medidas concretas e inmediatas a implementar desde las primeras horas del próximo 10 de diciembre, Alberto Fernández reclamó “Que nos conmueva la vergüenza de ver la miseria al lado nuestro”.

Todos contra el hambre

La propuesta instalada en el predio soleado de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Buenos Aires, se apoya en un Consejo Federal, en este caso de “Argentina sin Hambre”. Además de sus acciones concretas e inmediatas, se destaca la composición del mismo, no solo integrada por funcionarios de los estados nacional, provinciales y municipales, sino también por organizaciones de la sociedad civil y por los movimientos sociales que, para el candidato triunfante en las PASO “son parte de la solución” a los problemas de la pobreza en el país. Universidades, sindicatos y cámaras empresariales, junto a las iglesias, en especial la católica a la que adscribe mayoritariamente la sociedad local, agregan músculo a la tarea.

La problemática, junto al drama vital, muestra el proceso de desigualdad creciente en el país, cuya producción de comestibles se estima suficiente para abastecer a más de 100 veces la cantidad de personas que hoy padecen hambre (un estimado de 500 millones contra una cifra tentativa de 3 millones). La realidad se agravó en las últimas semanas con una suba astronómica de los precios de la canasta alimentaria, en una geografía con más de 2 millones de desocupados y cerca de la mitad de la población sumergida en la informalidad laboral, un fenómeno de volatilidad que impacta en los sectores más vulnerables.

El programa incluye una serie de herramientas de impacto instantáneo que incluye el acceso a la canasta básica de alimentos, complementada con otra referida a Primera Infancia; reducción de precios y recreación del programa Precios Cuidados; ampliación de la Tarjeta de Alimentación;  controles sanitario y nutricional; refuerzo alimentario escolar y devolución del IVA a las familias en situación de vulnerabilidad.

El dispositivo incluirá elementos no tradicionales, como las cooperativas de la agricultura familiar, con un régimen especial impositivo de promoción de  la comercialización conjunta y a escala, con adecuación de la legislación y generación de normas de inocuidad de los productos de la economía familiar.

Muchas de esas herramientas son utilizadas por los movimientos populares, que representan a los sectores más empobrecidos de la sociedad argentina con el objetivo de generar “trabajo digno” y enfrentar la catástrofe social que viven los barrios humildes y constituyen el sector de la denominada “Economía Popular”. Sus referentes y sus cuadros político técnicos no consideran a ese fenómeno como mero “mal de la economía”, sostienen que no es transitorio y que no desaparecería aún con la ampliación del trabajo industrial.

Por el contrario la definen como un conjunto de actividades económicas productivas, que incluye las prácticas sociales solidarias de los sectores populares que las practican, destinadas a satisfacer sus necesidades básicas materiales y socio culturales, a través de la utilización individual o asociada, de su propia fuerza de trabajo y de los recursos disponibles.

El conjunto de esas organizaciones, que a lo largo de estos años multiplicaron a sus tareas de organización comunitaria, la apertura de comedores y merenderos populares que constituyen la única fuente de alimentación de millones de personas afectadas por las políticas gubernamentales, reclaman la institucionalización estatal del espacio temático. Los equipos de Fernández tienen en carpeta el tema y analizan cuáles son las condiciones y estructuras más adecuadas para que la instancia que se cree pueda cumplir con los objetivos que persigue.

 Seguridad sin apellido

Otro de los temas que subió a las carteleras de los medios fue el de la “Seguridad”, después de buscar, y no encontrar, nombres para ocupar la cartera que hoy jefea Patricia Bullrich. Finalmente, las propias usinas del candidato volcaron conceptos, más que apellidos, y cuando lo hicieron fue para renegar del mismo.

Para el tema, una vez más, el ex jefe de Gabinete aspira a construir un Consejo, con fuerte participación de los gobernadores y que, en base a acuerdos con la oposición, también se consolide como “política de Estado”.

Aunque el morbo informativo empuja a escarbar en los terrenos de las distintas tribus de Los Fernández, cuyos técnicos se alojan en México, Patria, UMET y en otros territorios, lo más destacable hasta el momento es la necesidad de ajustar los mecanismos de enfrentamiento con los “delitos graves”, el descentramiento de las fuerzas de seguridad de la penalización de la protesta social, sin negar lineamientos de convivencia o respeto ciudadano, y la coordinación unificada de las mismas, bajo la  concepción de que “Sin Justicia Social jamás habrá seguridad” ya que esta se encuentra “en relación directa con su grado de equidad”.

Se considera que la “seguridad”, de manera inevitable, requiere de un mando claro, aunque se descarta como modelo el encarnado por figuras como Sergio Berni, de tiempos kirchneristas, o Patricia Bullrich, su continuidad macrista solo en el estilo, ya que la actual ministra desarrolló desde su asunción una política represiva, violando la presunción de inocencia para las víctimas e invirtiendo la carga de la prueba en beneficio de los uniformados y con decenas de víctimas mortales producto del accionar de sus tropas. Los apuntes proponen mantener la estricta división entre Seguridad y Defensa, la conducción política de las áreas estratégicas de las fuerzas federales y delegación de los asuntos internos en personal civil.

Quienes tuvieron acceso a los datos que apenas gotean, señalaron que el listado de fuerzas que incluiría la nueva estructura (Gendarmería, Policía Federal, Policía de Seguridad Aeroportuaria, Prefectura) hasta el momento no incorporó al Sistema Penitenciario Federal, hoy dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.

Quién sí habló sobre estos temas a cara descubierta fue el triunfante en las PASO bonaerenses, Axel Kicillof, después de la manipulación de sus dichos por parte de la propia Bullrich y de María Eugenia Vidal, la gobernadora ya derrotada en agosto. El economista, convertido en fenómeno electoral, nada menos que frente a la gran esperanza de Cambiemos, había citado a un sacerdote que contó la caída en el narcomenudeo de personas que quedaron sin trabajo y fue  acusaron de “justificar el narcotráfico”.

Sin diferenciar los espacios que separa la avenida General Paz despachó que “la política del actual del gobierno contra el narcotráfico y el delito fracasó” y agregó que “Se va a combatir el narcotráfico, se va a perseguir el delito y lo que es delito debe ser castigado, eso no hay duda”.

 Inteligencia sin neuronas

Cerca del tema “seguridad”, se instala el de “inteligencia”, dependiente de modo directo del Presidente y a cargo en la actualidad de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), que debiera dedicarse a “producir Inteligencia” con el objetivo de “formular respuestas adecuadas en relación a las amenazas o riesgos que puedan afectar la seguridad exterior e interior de la Nación, como así también respecto de las actividades criminales que por sus características puedan afectar derechos fundamentales de sus habitantes”.

Mauricio Macri puso al frente de la agencia al representante de futbolistas Gustavo Arribas, su amigo “más acostumbrado a esta cosas de las trampas” y hundió a la estructura en uno de los peores momentos del espionaje nacional, siempre cuestionado y de dudosas acciones. Además de opacar sus recursos, puestos a la luz tras la reforma de Cristina Fernández producida en marzo de 2015, fue acusado de todo tipo de irregularidades, como la observación ilegal de opositores, desvío de recursos, filtración de escuchas tomadas sin autorización judicial a los medios amigos del gobierno para ejecutar operaciones políticas, aprovechamiento de su intervención en causas penales para ejecutar acciones de inteligencia ilegal y hasta de haber entrenado a Leonardo Fariña para que, como arrepentido protegido, involucrarse en distintas causas judiciales a Cristina Kirchner y a distintos funcionarios de su gobierno.

En el Frente de Todxs piensan que el ordenamiento de la “inteligencia” nacional, con control de sus “guerras de espías”, utilización correcta y transparente del presupuesto y generación y uso pertinente de la información producida, puede ser incluso un indicador de gestión valorado por la población. Algunos de los documentos desarrollados en el espacio proponen un “Reencuadramiento del sistema”, con revisión normativa y política que permita “definir qué se espera del sistema”, aceptando la necesidad de una instancia responsables de “generar conocimiento para sustentar decisiones”.

 Entre las innovaciones propuestas figura la federalización del sistema de inteligencia criminal, en atención a la complejidad de las actividades de la delincuencia organizada que requieren un abordaje de “nivel nacional” y no como “fenómenos locales aislados”.

Aunque trabaja en silencio, ante cualquier planteo de reestructuración del Estado aparece, cada vez con más frecuencia, el nombre de Gustavo Beliz, un hombre de llegada precoz a la administración nacional y de relación directa con Alberto. De la mano de Carlos Menem, el periodista también temprano de la revista El Gráfico, presidió con 27 años el Instituto Nacional de la Administración Pública en 1989, tras haber redactado buena parte de los discursos del riojano, en ese momento Presidente de la República; ascendió a secretario de la Función Pública y fue Ministro del Interior durante la misma gestión. Repitió con Néstor Kirchner en 2003, hasta que el santacruceño le pidiera la renuncia en julio de 2004 en medio de un enfrentamiento encarnizado con Jaime Stiuso, el espía que manejaba los hilos de la entonces Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), a quien acusaba de haber convertido al organismo en una “policía secreta sin control”.

Su vuelta el ruedo seguramente es fuente de preocupación para el ex agente, del mismo modo que lo debe ser para más de un integrante de la Cámara Federal de Casación Penal, presidida por Carlos Alberto Mahiques. En la jerga judicial es conocida como “la Cámara de Cambiemos”, por la articulación poco disimulada entre sus integrantes y el Ejecutivo nacional, con el juez Juan Carlos Gemignani a la cabeza, considerado sin tapujos como “el representante del PRO” ante la Justicia Federal.

El tema se trata con suma discreción en las oficinas que trajinan los planes para tener todo a punto antes de la asunción de su jefe; sin embargo, algunos expertos apuraron versiones que Fernández se vio obligado a relativizar. El ex director de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) Marcelo Saín, presentado como “cercano” al candidato, opinó que sería “necesario detonar la AFI” para reformar Justicia y Seguridad; inmediatamente le preguntaron a  Fernández si estaba en consideración esa “eliminación”, a lo que respondió que “son especulaciones” y aclaró que “esas son cosas que hay que ver con detalle; no son simples de resolver. Hay un sistema que está funcionando y la Argentina no puede prescindir de un sistema de inteligencia”, aunque agregó que el mismo “no funciona bien” desde hace años.

Selló el capítulo a través de su inminente jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, quien resumió: “Los servicios de inteligencia protagonizaron historias muy oscuras en la política argentina. Tomárselos a la ligera difundiendo información falsa es una actitud que no ayuda”.

Es octubre en la Argentina, un país en que la ciudadanía solo espera la llegada del 27, fecha de las elecciones y, la inmensa mayoría, aguardan también al martes 22, cuando River y Boca se enfrenten en la revancha del partido de ida de la semifinal de la Copa Libertadores en el que se impusieron los “Millonarios”. Antes de encontrar a su Cenicienta bussista, el presidente Macri, en uso de su discurso futbolero con el que intenta disimular el vacío conceptual de su gestión, aseguró que a su gobierno también le “falta la revancha, y así como digo que ‘Sí se puede’ el 27 dar vuelta la elección”, “lo mismo puede pasar con Boca cinco días antes, remontando un 2-0”.

Para evitar que los destinos del país se rijan por la “dinámica de lo impensado” que el periodista Dante Panzeri atribuyó al fútbol, el Frente para Todxs trabaja en lo previsible, organiza y junta voluntades.

* Periodista y Psicólogo argentino. Investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico . Miembro de La Usina del Pensamiento Nacional y Popular

Publicada en Chaco Día por Día


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