Unas cuarenta parejas contrajeron matrimonio el sábado en Bela Vista, centro de Sao Paulo, en una ceremonia colectiva celebrada en Casa1, una ONG que brinda apoyo a jóvenes LGBT desamparados.
Detalles.
Contraer matrimonio era un deseo pendiente en la vida de Mónica Pereira, 39 años, y de Gabriel Nascimento, un hombre transgénero de 21 años, quienes forman pareja desde 2015.
Pero el giro radical que dio el país el 28 de octubre pasado, cuando eligió al ultraderechista Jair Bolsonaro como presidente, cambió las prioridades de la relación. El deseo se convirtió en una necesidad urgente.
Como Pereira y Nascimento, en las últimas semanas cientos de parejas homosexuales comenzaron a casarse, unidas por el amor y también por el miedo de que la administración de Bolsonaro _quien acumula un historial de comentarios homofóbicos y despectivos hacia los gays_ pueda entorpecer la unión de personas del mismo sexo.
“Por suerte se nos dio: estamos casados. Los homosexuales estamos sufriendo bastante, tenemos miedo de que el casamiento homosexual sea invalidado en poco tiempo”, dijo Pereira.
Unas cuarenta parejas contrajeron matrimonio el sábado en Bela Vista, centro de Sao Paulo, en una ceremonia colectiva celebrada en Casa1, una ONG que brinda apoyo a jóvenes LGBT desamparados.
Hace algunas semanas, Casa1 lanzó un proyecto de financiamiento público para ayudar a parejas que quisieran anticipar su matrimonio “ante el escenario político que se prepara”. En pocos días recaudaron casi 12.000 dólares para afrontar los gastos.
“Es nuestra forma de levantar bandera por nuestros derechos frente al nuevo escenario”, dijo Lais Risatto, miembro de la ONG.
Bolsonaro asumirá la presidencia de Brasil el 1 de enero. Aunque en la campaña no se ha expresado en contra del casamiento gay, el robusto historial de comentarios homofóbicos encendió las alarmas de muchas parejas.
En 2011, en una entrevista con la revista Playboy, dijo que no podría amar a un hijo homosexual. “Preferiría que un hijo mío muriera en un accidente a verlo por ahí besándose con otro hombre,” dijo el presidente electo. En otra entrevista, dijo que un hijo gay es consecuencia de “no haberlo golpeado lo suficiente”.
La futura ministro de Derechos Humanos, Damares Alves, una pastora evangélica de 54 años, dijo en una entrevista al diario O Globo que el casamiento homosexual es un “derecho conquistado que ya no se discute más”. Sin embargo, no ha logrado calmar los temores.
En Brasil, el casamiento homosexual está reglamentado por la justicia desde mayo de 2013, basado en un fallo del Supremo Tribunal Federal de 2011 cuando resolvió, tras la presentación de dos parejas gays que pedían ser reconocidos como una familia. Sin embargo, no hay una ley al respecto.
En muchos casos, el casamiento es una respuesta y un acto de resistencia de la comunidad LGBT frente a Bolsonaro, a quien ven como una amenaza.
“Juntamos nuestras ganas de amar con las ganas de revolucionar”, asegura Luana Hansen, 37 años, quien el sábado se casó con Glaucia Figueiredo, 29 años.
De novias hace dos años, Figuereido y Hansen apuraron su matrimonio por miedo a que el año que viene no puedan hacerlo. “No sabemos qué puede hacer Bolsonaro, tal vez algún decreto o medida que lo impida”, dice Hansen.
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