Dijo Liliana Sánchez, actriz tucumana con más de 35 años de carrera, una de las pocas que vive de su profesión en la provincia. Actualmente es la protagonista de “Porqué soy Psicóloga”, obra que se pone en escena todos los domingos a las 21, en el Lorca. “Arriba de un escenario siento mucho placer, no lo comparo con nada”, aseguró.
Comentó que la cultura tucumana goza de excelente salud.
Lilí como le dicen sus amigos, lleva más de 35 años en los escenarios de la provincia, siempre desde lo under. Asegura que se siente más cómoda como actriz que como directora. Es una laburadora exigente.
Actualmente es la protagonista de Porque soy Psicologa, escrita por Mariano Moro y dirigida por Vero Andrade. La idea de la obra surgió cuando “Mariano me mandó tres textos La eternidad, que dirigí el año pasado, Edipo y Yocasta, obra de humor grosera sobre la obra fantástica. A esta le tenía ganas pero necesitaba 14 actores en escena, imposible. La otra, Porque soy psicóloga, me encantó el texto. Di mil vueltas para que alguien me dirija. Hasta que Vero Andrade lo leyó y le gustó. Tenía sus temores, decía que era 'muy fuerte' o 'no se si a la gente le gustará'... Luego de los primeros ensayos se entusiasmó y le dimos para adelante”, aseguró con ese apasionado tono de actriz experimentada.
Llleva 3 meses en escena, tiempo importante, teniendo en cuenta los problemas de salas en la provincia. “No puedo quejarme, luego de estrenar en el Árbol de Galeano, nos fue barbaro, lleno todas las funciones. El publico se divierte, responde, sale reflexionando. La vieron psicólogos, publico común. El Centro de Estudiantes de la Facultad de Psicología nos compró una función, estaban escantadísimos”, continuaba, mientras nos acomodábamos en el comedor de su departamento, en un barrio obrero.
Entonces surgeióla curiosidad de saber sobre la obra. “Moro (además es psicólogo) hace una crítica de su profesión, de sí mismo, y hacia la terapia eterna que desdibuja la relación medico-paciente. Entre lecturas y ensayos, llegamos a la conclusión que Margarita, el personaje, no es psicóloga, si no una paciente que de tantos años de terapia, ya se siente una profesional, diagnostica al público. El psiquiatra no la ayudó, incluso le alentó esta fantasía para conservarla como cliente. La gente y los psicólogos se divierten. Los últimos se identifican todo el tiempo” aclaraba cordialmente.
Con 35 años de carrera, tenés el justo derecho a opinar sobre ciertos aspectos del teatro local. ¿Cómo lo ves en la actualidad?
Muy bien, goza de excelente salud. Cada vez que tengo oportunidad, tiempo y no me coincide con ensayos trato de ver a los compañeros, veo gente joven, talentosa. Por ejemplo, el caso de Martín Giner. Me parece muy saludable la cultura de Tucumán en general.
Pocas personas en el ambiente artístico, por lo menos en esta región del país, viven exclusivamente de la actuación, sin embargo Liliana es una luchadora privilegiada. “Vivir de la actuación es complicado, antes tenía otros trabajos, que me permitían hacer esto mas distendidamente. Hoy no los tengo, además los años no vienen solos. Ya no es la polenta de los 25 tengo, con 52 encima. Hay cosas que ya no tengo ganas de hacer, por ejemplo salir a vender entradas anticipadas, como hacen los grupos jóvenes. Lo cual me parece fantástico. También lo hice. Incluso salía disfrazada a la calle a repartir volantes. A esta altura no tengo ganas. Pero por suerte el publico reconoce el esfuerzo y sigue apoyando al teatro independiente”, se explayaba la de rizos color carmesí.
El entorno comenta que es bastante exigente y tajante para laburar. Por eso aclaró que “en primer lugar es fundamental el vinculo con el equipo de trabajo. Después la obra, y por último el lugar. Soy obsesiva con el horario y sobre todo, obsesiva en la entrega. No trabajo a reloj, se a que hora entro pero no cuando me desocupo. Me preocupo en sostener el laburo una vez estrenado, porque luego de tres meses de ensayo con el posterior estreno, recién, comienza el verdadero trabajo, sostener el cartel”, sentenciaba.
De baja estatura, contextura chica y con el inconveniente que le causa el dejar de fumar aseguró que “el director con el que más química tengo es el negro Nofal. Me dirigió varias veces, trabajamos de una manera fantástica. Fue profesor mio en el conservatorio de teatro y no me quería. Es más, nunca me calificaba”, entre tonos simpáticos.
En su carrera La Chunga, escrita por Vargas Llosa marcó un antes y un despés. “Hicimos dos versiones, no me acuerdo los años”. De pronto se aproxima hasta un mueble saca un trofeo en donde se lee La Chunga, obra de 1993, dirigida por Nofal.
“La primera versión estuvo a cargo de Pablo Parolo en el ochenta y pico, en el teatro El Galpón. Esa obra marco un antes y después en mi carrera en relación a la gente. Fundamentalmente, por la temática.
El personajes es una lesbiana dueña de un bar. Cinco hombres van todas las noches se los llama los inconquistables. Uno de los personajes le apuesta su novia a La Chunga, en una partida de dados. Sí pierde La Chunga pasa la noche con la Meche, la novia. Pierde. La obra es la fantasía de los tipos con respecto a lo sucedido. Lo que en realidad pasó es un beso y la posibilidad que ella deje de prostituirse, porque La Chunga le da el dinero para que lo deje al fiolo. Es un acto de amor, en un entorno retorcido. Y se representa la fantasía de cada uno. Se dio en un momento en que era una novedad”, comentaba, en un ambiente solo iluminado por la tenue luz de las 18, con persianas a medio cerrar.
Bueno, supongo que en esos años causó gran revuelo.
“Nos fue fantástico de público. Era solo para adultos (muestra fotos de la obra). La segunda versión fue en el Alberdi con problemas de censura. ¡Como el Alberdi permitirá una cosa así! Lo cierto es que nos quitaron la sala, nos fuimos a otra y nos fue de maravilla”, continuaba.
Se nota que disfruta la actuación. Puesto que su forma de expresar las anécdotas tiene demasiado sentimiento. “Arriba de un escenario siento mucho placer, no lo comparo con nada. No sirvo para otra cosa, no quiero hacer otra cosa. Hace unos días hablamos con mi hermano y me decía: te acordás cuando yo tenia 10 y vos 6 y nos llevaron de 'prepo' al Alberdi a ver El Abanico, de Lady Windermere, yo tenía un embole que me quería morir (por el hermano).
Esto lo cuento siempre porque marco mi vida, fui al teatro y dije: quiero hacer eso toda la vida. Terminé el secundario y cuando les comenté a mis padres que quería ser actriz, me echaron de casa. Esperaban un abogado. Estuve un año fuera de mi hogar. Fui a Buenos Aires, un tío me pagó un curso de 2 meses con Norma Aleandro mi primera maestra, maravilloso”, se acordaba entre imágenes únicas que seguramente surcaban sus pensamientos.
¿Te sentís mas cómoda como actriz o directora?
Como actriz, como directora sufro mucho. Me agarra impotencia y desesperación. Un buen director debe dejar que el actor haga lo que sepa y sienta arriba del escenario. Hay que saber conjugar entre lo que él hace y lo que uno quiere que haga. De esta manera armar algo con lo que él me da y con lo que yo quiero. Eso es lo difícil. Además soy bastante insegura lo cual me lleva a no dejar detalles librados al azar.
Sebastián Ganzburg
sebaganzburg@gmail.com
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