Pareciera que ya no hay escapatoria para los obispos chilenos que deberán responder por señalamientos de abuso sexual a menores ante el papa Francisco.
Detalles.
El viaje de 31 religiosos inició esta semana y se prevé que su cita en El Vaticano tenga lugar entre el 14 y el 17 de mayo. Aunque hubo 33 obispos convocados, dos no viajarán: uno porque sufre de Parkinson avanzado y el otro porque es un administrador apostólico.
El grupo dijo el jueves a través de un comunicado del Comité Permanente del Episcopado de Chile que acuden “con humildad” al encuentro en el que el pontífice les comunicará medidas para reparar el “escándalo” y los daños a las víctimas y a la iglesia local. El documento además reiteró la unión de los obispos chilenos con Francisco “en el dolor y vergüenza” causados por “los delitos cometidos contra menores y adultos en ambientes eclesiales”.
El gran ausente al encuentro será el cardenal emérito Francisco Javier Errázuriz, señalado por tres víctimas como el gran responsable de demorar la investigación a Fernando Karadima, el sacerdote que los agredió, y de encubrir otros casos de abusos de religiosos, como el del obispo de La Serena en 1990, Francisco Cox, sentenciado en 1997, a quién Errázuriz disculpó diciendo que “tenía una afectuosidad un tanto exuberante” que se dirigía “a todo tipo de personas”.
Errázuriz confirmó al periódico La Tercera que no acudirá a Roma y que a petición del Papa le entregó un informe de 14 páginas sobre el caso de Karadima “y sus ramificaciones”.
La escándalo de Karadima, que formó a cinco obispos y a más de 50 sacerdotes, distanció a miles de fieles de la Iglesia Católica chilena, que en 1995 tenía un 75% de seguidores y descendieron a 45% en 2017, según un estudio de la respetada empresa Latinobarómetro.
Francisco les advirtió a los obispos chilenos que en Roma les comunicará sus decisiones a corto, mediano y largo plazo “para restablecer la comunión eclesial en Chile con el objetivo de reparar en lo posible el escándalo y restablecer la justicia”, según la nota del Comité Permanente.
Durante su visita a Chile en enero pasado, el pontífice recibió múltiples críticas por denostar a las tres víctimas públicas de Karadima porque acusaron al obispo Juan Barros, formado por el cura que cumple una vida de penitencia y oración, de encubrir a su mentor. Por ello, Francisco decidió enviar al país sudamericano al arzobispo Charles Scicluna para investigar los antecedentes en torno a Barros.
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