Realizado durante el Solemne Te Deum, en la Iglesia la Catedral.
En el marco de los actos por la recordación del 192 aniversario de la Declaración de la Independencia.
1. Hoy celebramos un nuevo aniversario de nuestra Independencia Nacional declarada en esta ciudad de Tucumán el 9 de julio de 1816.
Nos estamos encaminando hacia el bicentenario, que comprende lo acontecido en nuestra patria entre 1810 y 1816.
El 25 de mayo de 1810 surge la Primera Junta de Gobierno, el primer gobierno patrio.
La Revolución de Mayo fue municipal, en su primera manifestación, y se hará nacional con el Congreso de Tucumán de 1816.
Podemos decir que lo que aconteció el 25 de Mayo de 1810 fue el comienzo de una revolución por la independencia del país, que culminará con el nacimiento de la Nación Argentina, cuando años más tarde, en 1816, se integren las provincias a la Nación naciente.
El Congreso de las Provincias Unidas inauguró sus sesiones el 24 de marzo de 1816 en Tucumán. Se reunieron los representantes de todas las provincias argentinas, con excepción de las del Litoral. Mitre reconoce que los diputados al Congreso, clérigos y abogados en su gran mayoría, eran los hombres más representativos de sus respectivas provincias.
Estos hombres superaron sus enfoques localistas con una visión nacional.
El Congreso de Tucumán logró su principal objetivo: la Independencia, y tiene una importancia trascendental en nuestra historia: representa la total emancipación, como dijo Nicolás Avellaneda. Nacional.
Históricamente, es el hecho más saliente ya que dio rumbo definitivo a nuestra Patria. Joaquín V. González expresa: “Es justo decir que el Congreso de Tucumán ha sido la Asamblea más nacional, más argentina y más representativa que haya existido jamás en nuestra historia” (Citado por Leoncio Gianello, Historia del Congreso de Tucumán, Buenos Aires, Academia Nacional de Historia, 1966).
El Congreso de Tucumán significó el ideal de unidad nacional y de federalismo.
Es lo que en 1853 establecerá la Constitución Nacional afirmando que la Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa, republicana, federal.
Al acercarnos al bicentenario de nuestra Independencia Nacional debemos, inspirados en el Congreso de Tucumán, lograr la plena vigencia del régimen federal en nuestra patria.
2. Estamos aquí para rezar.
Nos hemos reunido en nuestra Catedral para orar por nuestra Patria, cumpliendo así con una vieja e ininterrumpida tradición, que año tras año nos ha congregado a orar por la Argentina en el aniversario de la Independencia Nacional.
Lo primero que hicieron los Congresales, después de declarar la Independencia, fue ir a la Iglesia de San Francisco para dar gracias a Dios. Hoy también nosotros, en esta Iglesia Catedral, queremos dar gracias a Dios, queremos agradecer los beneficios recibidos y venimos, también, a orar por el porvenir de nuestra patria; queremos suplicar sus gracias para continuar una tarea de renovación y de progreso.
3. Las Fiestas Patrias son ocasión para una reflexión que nos ayude a asumir nuestra responsabilidad como ciudadanos.
Todos nosotros somos constructores de la patria terrena, que prefigura y prepara la Patria celestial. Esta patria no comienza con nosotros; pero no puede crecer y fructificar sin nosotros. Por eso la recibimos con respeto, con gratitud, como una tarea hace muchos años comenzada, como un legado que nos enorgullece y, a la vez, nos compromete.
Recibimos la patria como un depósito sagrado y una tarea inacabada
Nosotros la queremos mirar con la mirada de Cristo, capaz de penetrar en lo más profundo del corazón humano. Estamos dispuestos a buscar, en la palabra del Señor, el camino que nos lleva a procurar el bien de la comunidad.
Jesucristo formuló exigencias severas. Pero, a la vez, prometió grandes recompensas a esas exigencias. Lo escuchamos recién en el Sermón de la Montaña donde nos propone su programa de vida.
El Señor nos exige desprendimiento interior; señorío del corazón sobre el absolutismo del dinero y del poder; nos inculca la mansedumbre para conquistar la tierra; la misericordia para obtener misericordia; nos aviva el hambre y la sed de justicia y nos compromete a ser artesanos, constructores de la paz; nos pide un corazón puro, sin turbiedad de egoísmo para poder ver a Dios en el rostro del hermano. Tal vez nunca nadie se ha atrevido a exigir tanto de la gente. Pero, ciertamente, nadie ha prometido tanta alegría.
4. En este día de la patria renovemos nuestro compromiso de ser constructores de una sociedad más solidaria, más justa, de ser artífices de la paz verdadera.
Sabemos, por experiencia, que estas tareas nos desbordan. Ellas requieren una sabiduría, una prudencia, una fortaleza de ánimo, una visión, una esperanza que la sola fuerza humana no es capaz de dar. Por eso oramos, particularmente por quienes más necesitan esa prudencia y sabiduría, esa fortaleza, esa visión, esa esperanza.
El espíritu de concordia – de “consenso”- es un bien común que nadie puede poner en peligro por ninguna clase de intereses, aunque parezcan muy legítimos.
Confío firme y plenamente en la sociedad argentina. Tiene grandes virtudes y entre ellas la solidaridad, cuando se la dirige con acierto, con grandeza de espíritu y con amor.
Creo, por tanto, que es relativamente fácil conseguir la convivencia en paz, siempre que desde el poder – político, eclesial, económico, social - se dé un ejemplo de concordia y sepa utilizarse el diálogo sincero y honrado.
Hay mucho más cosas que nos unen. Todos amamos a nuestra patria y todos queremos lo mejor para esta sociedad en la que hemos de realizarnos como personas.
El patriotismo sincero y leal, y la fe para los creyentes, nos obligan a convertirnos en instrumentos de convivencia en paz.
El diálogo es la expresión culta y civilizada de una sociedad pluralista y democrática.
Todos queremos una sociedad más justa. Todos deseamos el desarrollo y perfeccionamiento de nuestro pueblo y aspiramos a un futuro mejor.
El recordado Papa Juan Pablo II decía que el camino para que reine en la sociedad la paz y la justicia, es el diálogo. Es el único camino posible. El diálogo es hoy más necesario que nunca en nuestro país.
La Virgen María, bajo el título de Nuestra Señora de la Merced, mire con cariño, con amor y ternura a nuestra patria, que se acoge a su amparo maternal.
Que el Señor sea nuestro guía hacia una fraternidad fundada en la verdad, en la justicia, en la libertad y en el amor.
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