La Fundación Memoria e Identidades del Tucumán (Fundación MIT) expresó su repudio por el asesinato de un chico de 11 años, a manos de la Policía Provincial, la que –consideran-- viene siendo alentada por una criminal política de "seguridad", que permite que los miembros de esa institución interpreten que tienen licencia para secar la vida de un balazo de quienes -suponen- que pueden ser criminales.
El hecho se produjo en una situación confusa, en la que no quedó en claro la razón de este asesinato. Mientras el compañero de Facundo Burgos, el menor asesinado, afirmó que fueron víctimas involuntarias -por haber quedado en medio de un enfrentamiento policial con otros jóvenes a los que perseguían- la institución oficial señaló que Facundo y su compañero, habían detenido su moto para hacerles frente. Las versiones consignan que ninguno de ellos llevaba armas.
De cualquier manera, la muerte de este niño, y la de otros seres humanos, registradas en los últimos meses, recuerda la impudicia y la impunidad de la que gozaron las mal llamadas "fuerzas de seguridad", en los tiempos de la dictadura genocida que asoló nuestro país en la década del '70.
Estamos en democracia –destacamos desde nuestra Fundación Memorias e Identidades del Tucumán.- por lo que responsabilizamos por esta muerte al gobierno provincial, que deberá extremar medidas para evitar hechos como el presente, y dar órdenes para que la policía y otras fuerzas, en el ámbito de la provincia, se abstengan de generar violencia que sólo, a su vez, generará más violencia todavía.
Si este gobierno tucumano fuera efectivamente democrático, debería demostrarlo e incluso debería practicar más la prevención que el uso de la fuerza criminal para combatir el delito porque, para ello, cuenta con todo el aparato y la estructura para obrar de esa manera. Y, sobre todo, debería prestar especial atención a las comunidades y a las personas que viven en condiciones de vulnerabilidad social, y practicar políticas asistenciales de contención. Porque, para aquél que nada tiene ya que perder, porque le han quitado todo, la vida no tiene la menor importancia.
Consideramos además que párrafo aparte merece la actitud de la prensa que recogió la información policial y buscó de todas maneras hacer aparecer al niño como culpable y a la policía como defensora de los derechos de los ciudadanos, cuando sabemos que no -siempre- es así. Indudablemente, pervive aun la idea de que si este niño fue asesinado a manos de la policía, "por algo será", la muletilla usada por los genocidas para justificar la masacre que estaban cometiendo. Hoy como ayer las leyes están hechas para que sean respetadas por todos, y muy especialmente por el Estado, responsable por la vida de los tucumanos en este caso, y los argentinos, en general, aun si se tratara de delincuentes…
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