La inseguridad es una cuestión militar o una problemática social? Debe tratarse desde una ideología elitista, sectaria y excluyente, basada en el egoísmo, el odio y la cobardía armada o por el contrario, superarse por la inclusión de los marginados mediante políticas de Estado solidarias, que consagren la igualdad de oportunidades para alcanzar el desarrollo individual y colectivo?
“El ejército a la calle” o “servicio militar obligatorio para jóvenes que no estudian ni trabajan“ no son sólo consignas para provecho electoral sin ninguna posibilidad de implementación en el Congreso Nacional, propias de un Alfredo Olmedo tardío o retardado sino y sobre todo, delirios de la perversa derecha militarista.
Es odioso el escenario propuesto por el hijo del genocida a una sociedad atravesada desde la historia lejana y reciente, por el dolor de los crímenes de lesa humanidad, la marginación social y la dependencia económica de la Patria, consolidadas justamente por el accionar y protagonismo político de las FFAA, sobre todo, del ejército usurpador del uniforme sanmartiniano.
La Campaña del desierto que no lo era porque estaba poblado por las comunidades originarias, usó la fuerza militar para transferir sus tierras a la naciente oligarquía. Los golpes militares recurrentes para concretar la destrucción de la industria y el endeudamiento externo, trajeron pobreza, desocupación e inflación. Nuestros militares se especializaron en la represión y el asesinato cobarde de miles de argentinos indefensos, actos a los que llamaron “guerra”, pero en la guerra real contra el enemigo inglés, pusieron de manifiesto toda su ineptitud profesional y carencia de valores nacionales.
Convencidos como también ahora lo expresa Bussi hijo, que el enemigo está en el propio pueblo, propone la misma solución pero además, castigar la pobreza con la obligatoriedad del servicio militar, una clara propuesta discriminatoria que el INADI o algún fiscal debieran atacar de oficio.
Los pobres no son los enemigos de la Patria aunque lo sean para el demoliberalismno darwiniano que pretende expulsarlos. La Patria es de todos y para la felicidad de todos. No sólo para el grupejo de herederos enriquecidos que enarbola la bandera de la meritocracia y se justifica en ella, cuando todo lo recibieron de regalo.
Por Escrito por Miguel Camel Nacul. Abogado y ex diputado nacional
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