La presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció el Programa Social de Redistribución del Ingreso con fondos de las retenciones a la soja.
Reiteró que el gobierno profundizará su plan para poner fin a la pobreza, al señalar que "sin redistribución y sin tocar rentas extraordinarias es imposible".
Gracias, señor Vicepresidente; señor presidenta provisional del
Honorable Senado; señor presidente de la Cámara de Diputados; señores
Gobernadores; señoras y señores integrantes de organizaciones
sindicales, de movimientos sociales, de organizaciones de derechos
humanos, queridas Abuelas, queridas Madres; amigos y amigas;
compatriotas: mañana van a ser exactamente tres meses, que desde el
Poder Ejecutivo Nacional, en atribuciones legitimas que nos confiere la
Constitución Nacional, adoptamos un sistema de retenciones móviles para
determinados productos alimentarios: para el maíz y el trigo redujimos
la alícuota, que hasta ese momento estaba vigente y la aumentamos para
la soja.
La medida tuvo por objeto dos finalidades esenciales:
la primera y principal, la seguridad alimentaria, la soberanía
alimentaria en la mesa de todos los argentinos. ¿Por qué? Se
preguntaran ustedes, qué tiene que ver la soja. Los argentinos no
comemos soja. Precisamente, la totalidad prácticamente, hoy, de este
producto se exporta casi el 95 por ciento y para que ustedes tengan una
idea de cada 10 kilos de soja, 9 kilos y medio van al exterior, sin
embargo, de cada 10 litros de leche, solamente podemos exportar 1 y
medio; y de cada 10 kilos de carne solamente podemos exportar 2 kilos.
Es que los argentinos, compatriotas y amigos, toman leche, comen carne,
comen pan y ahora pueden hacerlo más, inclusive, porque muchos han
conseguido trabajo y todos han mejorado su salario, con lo cual el
consumo ha crecido.
La segunda parte es la redistribución del
ingreso, de aquellos sectores que mayor rentabilidad tiene por
distintas circunstancias; en principio por las condiciones
macroeconómicas de este propio modelo que hemos diseñado los
argentinos, que destinamos todos los años, 12 mil millones de dólares a
sostener un tipo de cambio competitivo para los sectores que exportan,
que tenemos, además, desacopladas nuestras tarifas de servicio,
esencialmente de combustibles. Y además es un sector que, carente de
riesgo, sin necesidad de capital intensivo, con poca ocupación de mano
de obra se transforma en uno de los más rentables.
Estas dos
medidas: cuidar los alimentos de los argentinos y redistribuir el
ingreso fueron los dos objetivos. Qué pasó entonces, en estos tres
meses, argentinos, en los cuales vimos cortar rutas, decidir por parte
de un sector quién pasaba y quién no; derramar ríos de leche, en una
Argentina donde todavía hace falta mucho alimento para muchos
argentinos que no pueden acceder; enfrentamientos, cosas que nunca
habíamos visto.
¿Cuál fue, tal vez, el error que cometió el
Gobierno? Y digo que, el error que cometió el Gobierno, tal vez, haya
sido la ingenuidad política de no advertir que tocar una parte de la
renta extraordinaria de un sector para redistribuir mejor el ingreso.
Para que realmente lo que muchas veces leemos en letra de molde, o
escuchamos recitar en liturgias, o pronunciar dialécticamente acerca de
los pobres, la distribución del ingreso y la riqueza, tal vez, pensamos
que todo eso que se escribe y se dice se había hecho carne en
dirigentes y en la sociedad.
Ese fue el error: creer que la
distribución del ingreso se hace, tal vez, con una política, que pese a
haber sido revalidada en las urnas requería, tal vez, de una mayor
explicación, de una mayor comunicación o tal vez de un mayor ejercicio
de responsabilidad por parte de todos.
La primera cosa que se me
ocurre, después de estos largos 90 días es interrogarnos a nosotros, a
todos, a todos los argentinos, a los que tienen responsabilidades
empresariales, a los que pertenecemos a los partidos políticos y a
todos los ciudadanos si realmente estamos decididos a abordar en la
República Argentina el problema de la pobreza. Porque el problema de la
pobreza sin redistribución del ingreso y sin tocar rentas
extraordinarias, compatriotas, es imposible.
Me
hablan, hace unos días atrás, un periodista me hablaba de crisis y yo
le decía y lo corregía, que en realidad no estábamos viviendo una
crisis. Crisis los argentinos vivimos en los días terribles del 2001,
2002, del 2003, con millones de argentinos sin trabajo, con los fondos
y ahorros confiscados, sin reservas en el Banco Central, endeudados,
sin trabajo, sin industrias, los comercios cerrados, con esa Buenos
Aires desierta, desierta, acuérdense esa Buenos Aires del 2002: nadie
en los restaurantes, sin autos en las calles. No vivimos una crisis en
estos 90 días, lo pueden observar todos los ciudadanos de Buenos Aires,
que podían recorrer, ¿si es que se puede todavía recorrer, con tantos
autos las calles de la Ciudad? Los restaurantes estaban llenos, el
consumo creciendo, las exportaciones creciendo, las ventas creciendo,
el consumo popular, millones de argentinos que han podido acceder a un
auto nuevo, a un auto usado o a una moto, o a un plasma. En fin, a
mejorar la calidad de vida.
No, crisis fueron aquellas, en
realidad estábamos viviendo la reacción de un sector, al que el Estado,
en atribuciones legitimas que le confiere la Constitución, había
afectado una parte de su renta extraordinaria para un ejercicio de
redistribución.
Despojado ya de los discursos, de la bulla
mediática, separando todo lo que queda es esto: la reacción de alguien
que se niega a contribuir en la redistribución del ingreso para los que
menos tienen. Yo les dije alguna vez, que cuando uno toma estas
decisiones como Presidenta de los argentinos, teniendo en cuenta el
interés de todos, porque esta es la otra gran cuestión, no hubo una
parte contra otra parte. Esto no es así: quien habla es la Presidenta
de la República, no es una parte, debe gobernar para todos los
argentinos y cuando toma decisiones lo hace en beneficio de todos los
argentinos.
Tal vez, algún sector tiene y puede no estar de
acuerdo, y tiene derecho a no estar de acuerdo, lo que me parece es que
no podemos confundir las cosas. Y entonces desacreditar un ejercicio
constitucional, que hace también a la calidad democrática de un país.
Por eso, porque he escuchado discursos acerca de voracidad fiscal,
acerca de que no se daba participación a las provincias es que he
decidido crear este Programa de Redistribución Social. Venía la señora
Ministra de Salud trabajando, desde el inicio, por instrucciones mías.
Ustedes saben que desarrollé, durante toda la campaña, que el problema
de salud es muy importante en la Argentina. Y estamos en dos semanas
más en condiciones de desarrollar, lo que va a constituir un plan, que
como mínimo va a llevar la construcción de 30 hospitales de complejidad
cuatro, en distintas partes del país. (APLAUSOS). También más de 300
centros de asistencia primaria a la salud. Este programa se va a
fondear con la diferencia de puntos existentes entre esa retención de
35 puntos, vigente al 10 de marzo, y lo que pueda crecer. El Estado no
quiere cerrar las cuentas fiscales, el Estado quiere cerrar la cuenta
social de todos los argentinos.
Y creemos que
entonces, si tengo la obligación, como Presidenta de todos los
argentinos, de dar ese gesto institucional. He pensado mucho, he
reflexionado mucho, en estos días, acerca de algunos reclamos, un gesto
de estadista o de un gesto patriótico, también escuché por ahí, pero me
quedé con el gesto de estadista. ¿Qué sería un gesto de estadista?
Sería, tal vez, decirle a los sectores que más rentabilidad han tenido,
en los últimos tiempos, está bien, como durante 90 días cortaron
caminos, hicieron lock out patronal, no permitieron que otros
argentinos trabajen, encarecieron productos, esta bien hay mucho lío,
quédense con todos y vamos a ver qué hacemos el resto de los
argentinos. Y lo pensé y digo, podría decirles, entonces, después a
todos los argentinos, el Gobierno y el campo están en orden. Feliz día
de la Bandera, pero saben qué, yo creo sinceramente que los estadistas,
no me siento una estadista, me siento simplemente una Presidenta de la
República y debemos gobernar con mucha responsabilidad institucional y
social, teniendo en cuenta las urgencias de los que más necesitan para
poder hacer sustentable una sociedad.
Y por eso, además, como
hemos decidido la descentralización total de este 60 por ciento
dedicado a hospitales; 20 por ciento dedicado a viviendas rurales y
urbanas y 20 por ciento dedicado a caminos rurales, también, de la
misma forma que está descentralizada el 93 por ciento de la obra
pública nacional. Ninguna de las casi 300 mil viviendas, soluciones
habitacionales, que ha creado el Gobierno, han sido construidas en
forma directa por el Estado Nacional. Todos los fondos son remitidos a
provincias, a municipios para que estos ejecuten.
Y queremos,
también, que este Fondo de Redistribución Social para hospitales, para
viviendas urbanas y rurales populares y para caminos rurales, también
sea únicamente operativizados a través de convenios con los
Gobernadores, de cada una de las provincias y los municipios, que así
participen en este programa. Porque en serio creemos en una Argentina
federal, donde no solamente la redistribución del ingreso tenga una
categoría social, sino también tenga equidad territorial y geográfica.
¿Cómo
seguimos, luego de esto? Yo tiendo la mano a todos los argentinos, pero
en especial a aquellos que también tienen, junto a mí una gran
responsabilidad: la de generar riqueza para todos los argentinos. Y
pese a estos 90 días hemos seguido trabajando fuertemente. El pasado
día viernes resolvimos un problema de los productores que era el precio
de sus vacas conservas, 10 mil toneladas, que se exportan por mes, que
eran producto del anterior acuerdo, que habíamos firmado con las cuatro
entidades y que logramos, por parte de los frigoríficos, es decir, de
la industria, que paguen el precio que corresponde al productor pero
que además la materia prima salga procesada, con valor agregado, para
que los argentinos tengan trabajo.
No nos detuvimos a pensar si
se estaban cortando rutas o no, salimos a hacernos cargo de los
problemas que tiene el sector con la carne, con la leche.
Hemos
logrado también, luego de poder blanquear a través de la ONCCA grandes
cantidades de trigos que no figuraban en los registros, y que cuando
dijimos que entonces no se podía exportar, aparecieron en los
registros. Vamos a poder regularizar también la cuestión del trigo.
Pero
tenemos que hablar, no imponer. Y saber que nadie puede arrogarse el
derecho de restringir el derecho de otros argentinos a transitar
libremente las rutas, a trabajar y a producir. Los argentinos quieren
trabajar, hay que dejarlos trabajar.
Yo quiero hoy convocar
para que hablemos de los problemas pendientes que tenemos todos los
argentinos. Estamos ante una oportunidad histórica compatriotas, en
cuanto a números, en cuanto a posibilidades, a lograr mercados. En
estos seis meses -porque también mañana se cumplen seis meses de aquel
10 de diciembre en que la Banda Presidencial era un poco más liviana y
etérea de lo que es hoy- hemos hecho muchas cosas.
Veo aquí a
muchísimos hombres de la industria, hemos logrado, pese a todas las
profecías, poder cerrar convenios con los trabajadores, en
negociaciones libres que llevaron a cabo empresarios y sindicatos.
Hemos logrado profundizar nuestra relación con el MERCOSUR, llegando a
un acuerdo inédito en el que por primera vez el sector automotriz, que
como todos ustedes saben es el principal desbalanceador en la balanza
comercial entre Brasil y Argentina, hemos logrado que se nos reconozcan
las asimetrías existentes entre uno y otro mercado.
Desde este
mismo lugar y en este mismo Salón hemos presentado el Plan de
Intervención Territorial que significa el diseño del país que queremos
en materia de infraestructura, obra pública, servicio, obra pública
productiva y social. Hemos lanzado también desde aquí el Plan Social al
que me había comprometido ese 10 de diciembre, y abordar la pobreza de
una forma diferente en más de mil municipios, casi un tercio de los
municipios. Hemos lanzado también el Plan de Uso Racional de la
Energía, en una primera etapa que nos ha llevado ya a ahorrar más de
cien megavats. Y hemos inaugurado en estos días viviendas, hospitales,
obras energéticas.
Es una Argentina que sigue en marcha, una Argentina que quiere trabajar y seguir progresando.
Yo
quiero convocarlos a todos, nadie puede estar ausente. Pero todos
debemos entender que estamos en un escenario internacional y en un
mundo muy diferente. Porque estas medidas, además, que oportunamente se
adoptaron, no fueron producto de una elucubración o de un sueño de una
noche de verano. Basta con mirar el mundo.
Vengo de hace unos
días de la conferencia internacional de la FAO. Me tocó escuchar a la
presidenta del Programa Mundial de Alimentos de la FAO, esos que
ustedes ven en el mundo cuando van en aviones y en helicópteros tirando
bolsas de comida, por ejemplo en África, como desde junio del año
pasado se le habían disparado todos los precios de los alimentos, y
habían tenido que pagar la tonelada de arroz de 340 a más de mil
dólares, lo cual requirió una ayuda especial de más de 700 millones de
dólares.
Todos los días estamos leyendo noticias acerca del
precio de los commodities, la especulación, el petróleo, etcétera. Este
es el escenario internacional que tal vez hoy se presenta con mucha
mayor nitidez que hace tres meses, pero que quienes tenemos la
responsabilidad de gobernar y tomar decisiones estratégicas lo veíamos
venir, muy claramente. Basta nomás recordar algún párrafo de aquel
discurso del 10 de diciembre, donde les dije que los grandes problemas
del siglo XXI iban a ser precisamente los alimentos y la energía. No
fue una afirmación tendiente a llenar una hoja de un discurso, fue
sinceramente lo que veíamos venir.
Sabemos que en ese problema
los más vulnerables son los que menos tienen, los pobres. Porque son
los que destinan la mayor parte de su salario a la comida y porque son
los que no tienen estrategias defensivas frente al aumento de los
precios. Resguardar esa soberanía alimentaria sin afectar la
rentabilidad de los sectores productivos es algo en lo que estamos
trabajando y lo estamos haciendo todos los días. Podemos exhibir
resultados en estos cinco años donde todos han podido ganar algo,
trabajo, salario, rentabilidad, pero todavía hay argentinos que no han
podido ganar nada. Todavía tenemos gente sin trabajo, sin casa, sin
salud, sin educación.
Hace pocos días estuve en Rafael
Castillo, partido de La Matanza, con más de un millón de habitantes,
0.3 camas por cada mil habitantes. En serio argentinos, necesitamos
poner mucho esfuerzo porque todavía hay mucha deuda social pendiente. Y
como dije aquel 10 de diciembre, mientas haya un pobre en la Patria no
habrá victoria definitiva para ningún argentino.
Finalmente quiero decirles a todos y cada uno de ustedes y de quienes me están escuchando, si alguien se sintió ofendido por una palabra que yo haya dicho o por un gesto, cualquier argentino, desde acá, desde este lugar, le pido perdón.
Pero también quiero pedirles a todos
que trabajemos en paz. Dejemos que todos los argentinos puedan ejercer
sus derechos libremente. Hemos visto escenas de violencias, hemos visto
gente golpeándose, hemos visto camionetas incendiadas. Son fotografías
de una violencia que los argentinos no merecemos, ninguno, porque hemos
sufrido mucho por actitudes intolerantes y de violencia. Lo sé porque
en tocó vivir en una Argentina dividida y enfrentada.
Con esa
experiencia y ese aprendizaje histórico que creo que hemos hecho todos,
los convoco a todos los argentinos en serio, a comprometernos más allá
de la palabras, más allá de los discursos, al combate contra la
pobreza, por la distribución del ingreso y por una Argentina que
trabaje más y produzca mejor. Muchas gracias y buenas tardes a todos.
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