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AMPLIARHasta las bicicletas incorporar equipos de música

En Cuba multarán a vehículos que produzcan contaminación sonora

En Cuba se aplican multas para bajar de alguna manera los decibeles de un "infernal" ruido que causan a cualquier hora "bocinazos" y equipos de música, algunos instalados en automóviles y otros en bicicletas.

Detalles.

Las nuevas multas son "para tratar de revertir el enraizado empleo de equipos de audio con altísimo volumen en vehículos", divulgó esta semana la policía del tránsito en la provincia central de Villa Clara, situada unos 360 kilómetros al este de La Habana. Al parecer el ruido causado desde camiones pesados por potentes bocinas es tan enloquecedor, que ese organismo ordenó inspecciones a los vehículos para multarlos e, incluso, obligarlos a cambiar cualquier "aparato" que exceda los decibeles permitidos.

El "ruido" es considerado por las autoridades como una importante "indisciplina social". En La Habana, con dos millones de habitantes, a los bocinazos estridentes que en ciertas avenidas ocurren incluso de madrugada, se agregan "fiestas" tanto privadas como públicas y centros de diversión que mantienen despiertos a los vecinos.

Los "minitaxis", triciclos que proliferan en la capital de Cuba y otras ciudades no gastan combustible, no contaminan el aire, ni tampoco tienen motores estruendosos. Pero muchos de sus conductores se las han arreglado para "montar" sistemas por baterías que suelen conseguir un sorprendente volumen.

"Simplemente ni siquiera puedo escuchar la televisión. Si protestas no te hacen caso (te ignoran) y simplemente continúan con su música", explicó a ANSA Severino Hernández, residente en una zona turística de La Habana Vieja, el sector mas antiguo de la ciudad.

El problema se ha tornado tan intenso, que la televisión nacional ha dedicado programas al asunto. En uno de ellos, el especialista del Ministerio de Salud Pública, Manuel Romero divulgó que entre un 70 u 80 por ciento de los cubanos son "sometidos a altos decibeles" y por ello pueden presentar trastornos auditivos como la hipoacusia, la irritabilidad o la fatiga auditiva.

Una derivación de esas prácticas, según el experto es que "se desarrolla un metal de voz con el que se grita. También se disparan enfermedades como la hipertensión arterial. "¿Usted sabe lo que pasa?. Que los cubanos siempre hemos hablado gritando y nos gusta todo el sonido en alto volumen, sea del televisor o de un radio de pilas (baterías)", explicó por su parte Pedro Fariñas, un empleado público de 50 años. Según contó, instaló un timbre para que los visitantes llamen a su puerta "y ninguno lo usa. Gritan con todos los pulmones para que les abra". "Hasta el cobrador de electricidad del barrio usa un silbato que parece una explosión atómica. Cuando lo suena, no queda más remedio que abrir la puerta y pagarle", aseguró. En el código de leyes de la isla existe una, la 81, cuyo artículo 14 defiende el medio ambiente de los ruidos infernales.

"Pero muy pocos la conocen", aseguró.

En las ciudades del país no se ven con frecuencia, a veces nunca, zonas de silencio donde se prohíba usar la bocina y es poco común, quizá inexistente, que un agente ponga multas por ruido a una casa en la que se celebra, por ejemplo, un cumpleaños. Los "enfrentamientos" entre vecinos que surgen por esa causa terminan "mal" o en acuerdos mutuos inmediatos.