Río 2016 finaliza este domingo con la ceremonia de clausura, en una celebración que, según definieron los organizadores, tiene como bandera la alegría del país y el objetivo de "lavar el alma de todo el mundo".
El imponente estadio Maracaná, el mismo que se utilizó en la ceremonia de apertura, es el escenario en el que se apaga la llama olímpica y se le entrega la posta a Tokio, próxima ciudad organizadora en 2020.
A la ceremonia no asisten el presidente interino de Brasil, Michel Temer, y tampoco Pelé, quien también estuvo ausente en la inauguración, el 5 de agosto.
Los primeros Juegos celebrados en Sudamérica tienen un cierre que "mostrar lo mejor del brasileño, su alegría. "Es una hermosa fiesta", auguró Abel Gomes, productor ejecutivo de la ceremonia.
Según Leonardo Caetano, director de ceremonias del comité organizador de Río 2016, "Lavar el alma" significa mucho si se considera el contexto en que se realizó la cita" con múltiples problemas económicos y políticos, pero "demostrando que se pueden superar obstáculos que parecían insalvables".
"Tenemos 3.000 voluntarios, 300 profesionales de danza. Hay una característica más brasileña desde el punto de vista cultural" que la que se mostró en la fiesta de apertura, explicó Caetano.
Lo que sí está confirmado es que es una fiesta parecida a las callejeras del Carnaval de Río y desfila la comparsa Cordão da Bola Preta, que llena cada año el centro de la ciudad.
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