Son frecuentes los testimonios de estudiantes que buscan la manera de seguir estudiando con gran sacrificio y pasando hambre ante la carencia de dinero suficiente para sobrevivir. Las autoridades académicas miran para otro lado mientras son muchos los que ponen sus pocas pertenencias en un bolso y retornan a sus provincias.
Indignante.
Hoy no menos de cinco compañeros me contaron que no regresan en el segundo cuatrimestre, esta situación se repite con otros amigos. Son varios los que regresan a buscar sus cosas y despedirse de los compañeros, de los amigos. La mayoría estudiantes avanzados, no ingresantes, no crónicos, compañeros que les iba muy bien, pero no pueden seguir costeando la universidad.
Este cuatrimestre pinta complicado, ya el ingreso fue muy bajo respecto a otros años. Que distinto hubiera sido el destino de estos compañeros si hubiesen tenido la posibilidad de ingresar a alguna de las pasantías que salieron entre la UNT y la provincia, pero NO, éstas se llenaron a dedo y con militantes de una determinada agrupación; lo peor es que simultáneamente hubo acaparamiento de proyectos, con postulantes que en están en dos y tres de ellos a la vez. O sea, progresistas que militan en los barrios, pero dejan sus autitos en el estacionamiento de la facu. Esos que cantan la patria es el otro y te defenestran por tener más de 25 y estar en una facultad.
Pensando en esos estudiantes que deberán dejar la universidad, no me queda sino considerar que la vida es tan injusta, que duele y me duele mucho no poder hacer nada, porque yo estoy casi igual que ellos, con trabajo esporádico y muy seguido, con ganas de bajar los brazos.
Lastima ver los ojos con lágrimas del compañero, que viene a despedirse, que te abraza y te agradece el apoyo y el acompañamiento y dice que espera verte en alguna de las mesas… si la situación ayuda.
El pasillo central de la facultad de Filosofía y Letras de la UNT, hoy se sintió más frío y lúgubre que nunca, no por el clima o la poca luz, sino por la tristeza de un lugar que cada vez queda con menos gente. Hoy me tocó ver irse a un compañero y con su ida vi perder su sueño, la inversión de su familia…
Lo real es que aquí no pierde el círculo íntimo, aquí perdemos todos.
Ojalá nos perdonen a quienes tenemos responsabilidades institucionales.
Ojalá me perdonen por no haber podido mejorar sus situaciones y darle una mano más fuerte para mantenerlos en la facultad.
Esta situación nos arrastra de las patas a todos y la injusticia duele más que nunca.
Por Florencia Larrea
Estudiante de Comunicación Social en Filosofía y Letras
Consejera estudiantil en el Consejo Superior de la UNT
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