El sábado a las 22 en el Círculo de la Prensa continúa “El Chico de la última fila”. La capacidad de Goloboff como director es elocuente. La intriga generada hace que el público sea un participe constante. Es una obra sobre el vínculo entre jóvenes y adultos con una gran crítica social. Comentario.
Ganadora del ARTEA 2007 a la Mejor Dirección y Mejor Actuación protagónica.
El reestreno de El Chico de la última fila fue un éxito total. El Círculo de la Prensa se colmó con un variado público. Desde adolescentes hasta gente mayor apreciaron una obra impecable.
Golobof, como nos tiene acostumbrados, demostró que sin grandes producciones se pueden poner en escenas obras de excelente calidad artística. La puesta en escena es sencilla. Un banco de plaza en el medio, unas ventanas a la derecha y una biblioteca con un par de sillas a la izquierda.
Un chico de 17 años y un profesor de más de 50 comparten su pasión por la literatura. Harto de tanta mediocridad en sus alumnos, descubre sorpresivamente una redacción bien escrita, pero sobre todo transgresora, quizás impertinente.
Es así que se traza un vínculo estrecho entre maestro-alumno, donde el primero trata de guiarlo en su producción literaria. El profesor mediado por las opiniones de su mujer reprenderá al estudiante.
De esta manera, Mayorga, el autor, crítica la banalidad de la clase media y la gran cantidad de prejuicios en una pareja de intelectuales. No solo es eso, sino que constamente se juega con el concepto de ficción. La historia que narra Claudio es tan verosímil que por momentos no se sabe si es real o ficción. Dependerá de como lo interprete cada espectador.
El público, participa constantemente, gracias a la intriga que se genera a medida que transcurren los minutos. Claudio es el perfecto cronista del comportamiento de la familia de Rafa, un compañero de escuela. De a poco se va inmiscuyendo peligrosamente en la familia pequeño burguesa.
El final es totalmente inesperado y no menos impactante. La dirección merece los mayores de los respetos. Cada escena está sumamente pensado sin dejar lugar a la improvisación. Las actuaciones son elocuentes. La música acompaña de la mejor manera cada momento de la obra. Por último, el protagonista Pablo Delgado, ganador del ARTEA 2007 a la mejor actuación, hace gala de semejante reconocimiento.
Sebastián
Ganzburg
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