El represor se sentará en el banquillo de los acusados por el denominado “caso Brandalisis”, en el que fueron asesinadas cuatro personas en diciembre de 1977.
Se trata del primer proceso por violaciones a los derechos humanos en la provincia de Córdoba.
Mañana martes, se iniciará el primer juicio por violaciones a los
derechos humanos en la provincia de Córdoba, que sentará en el
banquillo de los acusados al represor Luciano Benjamín Menéndez, en el
denominado "caso Brandalisis", en el que fueron asesinadas en diciembre
de 1977 cuatro personas.
Los hechos que juzgará el Tribunal Oral
Federal 1 de la ciudad de Córdoba, se iniciaron el 6 de noviembre de
1976, cuando Humberto Brandalisis, fue secuestrado, aparentemente en la
vía pública, tras retirarse de la vivienda de unos amigos, luego de
compartir un asado, junto a su pareja Hilda Palacios.
En horas
de la noche del mismo día, en su domicilio fue secuestrada Palacios y
ambos fueron trasladados al centro clandestino de detención "La Perla"
(hoy Museo de la Memoria), que dependía del III Cuerpo de Ejército, a
cargo de Menéndez.
Por otra parte, ese mismo día, entre las 16 y
las 17.15, fue secuestrado en su domicilio, Carlos Lajas, cuando se
encontraba al cuidado de un sobrino pequeño, ya que su hermana Silvia
debía retirarse de la vivienda familiar.
Alrededor de las 16,
cuando la mujer regresó a la casa, se encontró con que su hermano no
estaba, la puerta trasera de vivienda abierta y su hijo Marcelo en el
cochecito con la mamadera aún tibia. Lajas también fue trasladado a "La
Perla".
El otro hecho que se debatirá será el del pintor Raúl
Cardozo, que fue secuestrado por un grupo de tareas en la pensión que
ocupaba, el 8 de noviembre de 1977.
Desde sus detenciones, los
cuatro fueron mantenidos en situación clandestina bajo condiciones
infrahumanas, además de sufrir torturas físicas y psíquicas.
Según
detalla la acusación, "los detenidos estaban vendados en forma
permanente y eran obligados a permanecer acostados en colchones de paja
ubicados en una cuadra, sin posibilidades de moverse y sin recibir
atención médica ni sanitaria y con una alimentación deficiente".
Más
adelante el defensor de Cámara, Marcelo Arrieta, quien solicitó la
elevación a juicio, detalló en su presentación que en "La Perla"
existía una oficina "especialmente acondicionada" para la tortura
física consistente en "violaciones, aplicación de corriente eléctrica
(picana), inmersión en agua (submarino mojado) y la asfixia (submarino
seco)".
En la madrugada del 15 de diciembre de 1977,
Brandalisis, Palacios, Lajas y Cardozo fueron retirados del centro
clandestino de detención por personal civil y militar para ser
asesinados en un simulacro de enfrentamiento.
Señala el letrado
que este proceder "era habitual dentro del plan de desaparición física
implementado por el Estado Nacional en la década del ’70".
"Específicamente,
los sobrevivientes del dentro clandestino "La Perla", se refieren a la
existencia de dos formas de eliminación de los detenidos, además de
algunos casos que murieron producto de las torturas".
Indica
Arrieta que, según los sobrevivientes, "al inicio del funcionamiento
del centro, los detenidos eran retirados de la cuadra en grandes
camiones Mercedes Benz, presumiblemente hacia sitios más alejados del
mismo predio, ocasiones en las cuales eran fusilados, luego quemados y
enterrados".
Posteriormente, comenzó a utilizarse lo que se
conocía como "Operación Ventilador", que consistía en llevar a los
detenidos, en poca cantidad, fuera del ámbito militar y en alguna zona
desolada entre La Perla y esta ciudad "eran también fusilados".
Según
indica la acusación, luego de cometido este hecho, se hacía circular la
versión "oficial" en la que se indicaba que "ante el ataque de
delincuentes subversivos fuerzas de seguridad se habían defendido
resultando aquellos abatidos en un supuesto enfrentamiento".
Arrieta
detalla que "esto tenía dos razones fundamentales, por un lado la
necesidad de seguir justificando la existencia de la organización
montada desde el poder público con la excusa de aniquilar la subversión
y, por otro, la existencia de un ’pacto de sangre’ instaurado en la
región por Menéndez".
Mediante este pacto "cuanto mayor fuera la
cantidad de personas involucradas, mayor la impunidad que se generaba
al asegurar que ningún subordinado denunciara a otros".
Finalmente
señala que "la importancia" de los elementos reunidos a los efectos de
esta causa es "probar que se trató de un plan, que como tal era
organizado y perfeccionado, correspondiendo el análisis de cada caso
particular con el fin de poder afirmar los hechos en relación a las
víctimas y quienes son penalmente responsables por ellos".
En
esta causa, según indicó la acusación, además de Menéndez, también
están imputados el coronel (r) Hermes Rodríguez, el capitán (r), Jorge
Acosta y el suboficial principal (r), Luis Manzanelli.
También
fueron acusados en el pedido de elevación a juicio, el suboficial
principal (r), Carlos Alberto Vega, el suboficial mayor (r), Oreste
Padován y lersonal civil de inteligencia (r), Ricardo Lardone.
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