El sábado, a las 22, en el Círculo de la Prensa se reestrena el "Chico de la última fila", bajo la dirección de Leonardo Golobof. La obra fue un éxito el año pasado. El director viene de dirigir "Mate Amargo", de gran repercusión. En diálogo con TucumánHoy, nos habló de temas tan diversos como sus obras, las políticas culturales, la función que tiene un intelectual de comunicar, entre otros.
Escribe: Sebastián Ganzburg.
Tan atento como amable, Leonardo Golobof porta una personalidad sumamente agradable. De amplia trayectoria, trabajó muchos años en Buenos Aires y es reconocido en el ambiente del teatro, sobre todo independiente, tanto a nivel nacional como internacional.
Esta noche en el Círculo de la Prensa (Mendoza 240) se reestrena el Chico de la última fila, obra altamente aclamada y premiada el año pasado con el ARTEA al mejor director. En un bar céntrico Golobof nos atendió cordialmente y se dio el lujo de opinar de temas complejos e interesantes.
Durante abril, estuvo en el Caviglia, Mate Amargo con Bizcochuelo Dulce, escrita y dirigida por Leonardo, la obra trata temas universales como el amor, la soledad, la muerte y la vida. Al respecto su director dijo: "La sensación que me dejó fue gozosa por el espectáculo en si mismo, por la actuación de ambos actores, y a la vez amarga y frustrante porque se la bajó en pleno éxito. Cuando ya poníamos los cartelitos de no hay mas localidades".
Las políticas culturales en nuestra provincia, la mayoría de las veces, obligan a que los directores no quieran exhibir sus piezas en lugares oficiales ya que "el sector oficial, programa cuantitativamente. Está más preocupado por acumular títulos en la cartelera que por ofrecer un buen espectáculo", aseguró.
Además entiende que no hay vocación de servicio en ese ambiente. "Creo que en el fondo, muchos de lo que están en el Ente de Cultura hacen las cosas como cualquier trabajo, por un relativo confort que le da la administración pública en materia de obra social, incumplimiento de horarios e indisciplina relajada", continúo, algo molesto.
Para aquellos, como Golo, así lo conocen sus amigos, la imposición desde los sectores de poder, terminan frustrando el deseo de libertad. Sin embargo se considera una persona independiente. "Traté de mantener la independencia a ultranzas, me ofrecieron cargos en la administración pública desde que llegué, y los rechacé. Un intelectual tiene la obligación de ser independiente, cuestionador e inconformista. No podría ser de otro modo. Jamás me acomodaría a una administración donde hubiera consignas, directivas y obediencias dadas", reflexionaba el experimentado maestro.
El Chico de la última fila se estrenó en el 2006 en España, el texto pertenece a Juan Mayorga. "Cuando la vi recién estrenada no la entendí, me pasaba lo que a todos cuando vemos una película española. Esto agregado al argot en el lenguaje, de clase media o media baja, en un momento no se entendía nada". Explicaba.
Ligado a su acorde intención de ser un comunicador decidió hacer simple lo complejo, de esta manera expresó que cuando la leyó descubrió "una obra llena de dificultades, me di cuenta de que la maquinaria abrumadora que había visto en escena, trataba de disimular las complejidades del texto. Traté de hacer simple lo complejo".
Por eso Mayorga al ver el video en España lo felicitó por los arreglos. Golobof considera que "la primera obligación de un director es decodificar para comunicar con claridad. Sobre todo lo que le pasó a él en la primera lectura. A mi me interesó, me atrapó, me emocionó, me divirtió. Es así que me propuse transmitir, comunicar todas esas sensaciones."
Sus trabajos tienen la particularidad de pensar siempre en el público, de hacerlo partícipe del espectáculo. "Yo creo en la comunión entre escena y platea. Hay mucho teatro donde los directores dicen cosas como: no me interesa el público, yo trabajo para mi o trabajo para mi grupo. Pasa actualmente en Tucumán. En cambio, yo trabajo para la comunión entre escena y platea, para la comunidad, trabajo para la comunicación", enfatizó.
El chico de la última fila apunta a un público variado. Trata básicamente sobre la comunicación entre jóvenes y adultos. Está dirigida "a los mas grande porque no encontramos las claves de la comunicación con los jóvenes, o somos paternalistas o somos fascistas o somos autoritarios. Y también está dirigido a los chicos que tampoco hacen el esfuerzo para comprendernos o perdonarnos. Es un tema universal", analizaba.
Su teatro tiene la particularidad de jugar con la sorpresa, con la expectativa. De acuerdo a esta características, nuestro interlocutor decía que: "Me causaba mucha gracia escuchar (refiriéndose a Mate Amargo) en la platea los comentarios y la sorpresa cuando se descubre una revelación. La gente acompaña la historia. A mi me interesa la intriga, es uno de los motores del teatro".
Siendo tan reconocido, con tantos años en la dramaturgia uno consideraría que nada le falta por hacer, sin embargo tiene una cuenta pendiente con una de sus obras, Aprendiz de hombre. "No se estrena porque es una producción grande y no la quiero dirigir. No debo, necesito que venga alguien a enriquecer de afuera. Lo mío podría ser reduccionista", finalizó con la misma amabilidad con la que nos recibió.
Sebastián Ganzburg
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