Una gran actriz sobrellevando a fuerza de elegancia, ductilidad y talento todos y cada uno de los excesos melodramáticos y los clisés románticos de una historia demasiado atada a fórmulas ya algo rancias (desde Ghost, la sombra del amor a la reciente La casa del lago, de Alejandro Agresti). Eso es lo que ocurre con la enorme Hilary Swank (ganadora de dos premios Oscar por Los muchachos no lloran y Million Dollar Baby) en los extensos 126 minutos de este film de Richard LaGravenese.
Estrenada el 28 de Febrero de 2008
LaGravenese es un guionista muy prestigioso a partir de trabajos como Pescador de ilusiones, La princesita y una gema del melodrama romántico como Los puentes de Madison (cortesía, por supuesto, de la sensibilidad de Clint Eastwood). Dirigió, además, algunos dignos films como El beso y el reciente Escritores de libertad, también protagonizado por Swank (en la Argentina se editó directamente en DVD).
Pero aquí, más allá de cierta nobleza, de las buenas intenciones con que LaGravenese encara el tema de la muerte, de la compasión, de la redención y de la amistad, estamos ante un film decididamente menor y convencional, aunque también es cierto puede resultar eficaz para cierto sector de público ávido de tearjerkersAntes de partir). aleccionadores sobre los grandes temas de la existencia humana (si no véase el éxito de
No
pretendo desacreditar al trabajo de LaGravenese desde el facilismo
del cinismo. Incluso una crítica que admiro, como Manohla
Dargis, de The New York Times, defiende
en buena ley, con sólidos argumentos, a un
film atacado por la inmensa mayoría de sus colegas. Pero a mí
me parece que esta historia de amor después del amor, de
cartas que ayudan a (sobre)vivir, hace agua por varios lados, le
falta cohesión dramática, que la química con
Gerard Butler (300) no funciona, y que los
personajes femeninos secundarios a cargo de buenas actrices (Kathy
Bates, Lisa Kudrow, Gina Gershon) están subdesarrollados y
terminan cayendo en el estereotipo.
De todas maneras, quedó
dicho, estamos ante una verdadera clase de actuación. Con algo
de las grandes heroínas trágicas del Hollywood clásico
como Joan Crawford, Barbara Stanwyck y Bette Davis (a quien se le
dedica varios homenajes explícitos), Swank se las ingenia para
hacer reir y llorar. Es una lucha desigual, es cierto, pero qué
placer es verla librar semejante batalla por más que la
derrota esté escrita de antemano.
Fuente: Diego Batlle, de otroscines.com
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