En el mundo hoy hay 37 países en crisis alimentaria, según el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) sobre Perspectivas de cosechas y situación alimentaria. Escribe Manuel E. Yepe, de Word Press.
Los principales problemas de hambre lo sufren los países subdesarrollados y en desarrollo.
El número de países en crisis tiende a crecer y éstas a hacerse cada vez más agudas a causa de los incrementos en los precios internacionales de los cereales, los costos del transporte y los precios del petróleo que han venido a agudizar los efectos del crecimiento poblacional y el calentamiento global.
El incremento de los precios de los alimentos deriva de factores como el aumento del consumo interno en algunos países grandes productores de alimento, como China; afectaciones climatológicos sobre las cosechas en otros, y por el uso de mayores extensiones de tierra arable para producir combustible, en vez de alimentos.
Cuando se habla de incremento de los precios de los alimentos a escala mundial es preciso distinguir entre los efectos de este fenómeno en países subdesarrollados y en los desarrollados. Y, en todos los casos, entre los pobres y los ricos dentro de cada nación.
‘La inflación de los precios alimentarios golpea más fuerte a los pobres, ya que el porcentaje que dedican a los alimentos en sus gastos totales es mucho mayor que en la población más rica’, señaló Henri Josserand, del Sistema Mundial de Información y Alerta de la FAO.
‘Los alimentos –explicó el experto- representan entre un 10 y un 20 % de los gastos de un consumidor en los países industrializados, pero constituyen hasta el 60 y el 80 % en los países en desarrollo, muchos de los cuales son importadores netos de alimentos’.
Según previsiones de la FAO de mediados de abril de 2008, la factura por la importación de cereales de los países más pobres del mundo aumentará un 56 % en 2008, respecto a la de 2007, tras haber crecido un 37 % en 2007, respecto a 2006.
Debido al incremento de los precios internacionales de los cereales, los costos del transporte y los precios del petróleo, para los países de bajos ingresos y con déficit alimentario, la factura cerealera crece enormemente.
Los precios del arroz fueron los que más crecieron debido a las restricciones a la exportación por algunos de los principales países exportadores, como la India y Vietrnam, en interés de sus crecientes demandas internas. Los precios del trigo y del arroz eran, a finales de marzo, casi el doble respecto los niveles del año anterior, mientras que el maíz había subido más de un tercio.
Una Iniciativa sobre la Subida de los Precios de los Alimentos (ISFP, por sus siglas en inglés) fue lanzada por la FAO para asistir a los países pobres afectados por el alza de precios mediante ayuda a los campesinos para aumentar la producción local de comestibles. Burkina Faso, Mauritania, Mozambique y Senegal han sido los primeros en recibir esta asistencia.
Los incrementos de los precios del pan, el arroz, los productos de maíz, la leche, el aceite, la soja y otros alimentos básicos se reproducen, a pesar de las restricciones gubernamentales a las exportaciones, los subsidios, la reducción de aranceles y el control de precios, tanto por parte de los países importadores como los exportadores para limitar el impacto de los precios internacionales en los mercados alimentarios nacionales.
El valor de rubros básicos como trigo, arroz y maíz se dispararon, impulsando un alza total en los precios de los alimentos del 83%, en los últimos tres años, según el Banco Mundial.
En varios países esto dio lugar a protestas devenidas disturbios, como en Egipto, Camerún, Costa de Marfil, Senegal, Burkina Faso, Etiopia, Indonesia, Madagascar, Filipinas y Haití. En la capital de esta última nación caribeña, se registraron cinco muertos. En Pakistán y Tailandia efectivos militares han tenido que movilizarse para evitar asaltos de almacenes y a tiendas de víveres.
Las reservas mundiales de cereales –siempre según fuentes de la FAO- caerán este año a su nivel más bajo en 25 años con 405 millones de toneladas menos que en 2007, un 5 % (21 millones de toneladas) por debajo del nivel ya reducido del año anterior.
‘Cualquier descenso importante (de las reservas) debido al clima desfavorable, en particular en los países exportadores, prolongará la actual situación de dificultades en el mercado, contribuyendo a más subidas de precios y exacerbando las dificultades económicas a las que ya se enfrentan en muchos países’, señala el estudio.
El encarecimiento de los alimentos a nivel global podría acentuar las condiciones de pobreza de unas 100 millones de personas, según indicó el director del Banco Mundial (BM), Robert Zoellick.
La advertencia de Zoellick se produjo pocos días después de que el director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, advirtió que cientos de miles de personas están en riesgo de inanición por el encarecimiento de los productos de consumo básico.
Durante la 30º Conferencia Regional de la FAO para América Latina y el Caribe que se realizó en Brasilia a mediados de abril, el Director General de la FAO, Jacques Diouf, publicó un articulo en el periódico Folha de Sao Paulo, en el que dice que ‘en el mundo hay 862 millones de personas que sufren hambre, de los cuales 52 millones viven en América Latina y el Caribe. Y ese número puede aumentar a causa del alza de los precios de los alimentos.’
Sin embargo, a continuación Diouf afirma que ‘el alza de los precios de los alimentos puede aumentar el hambre, pero también hay millones de pequeños agricultores que se pueden beneficiar de esta situación’.
Argumenta el Director General de la FAO que poco más de la mitad de los 36,1 millones de indigentes de la región viven en el campo y ’si podemos ayudarlos a producir más y mejor, para consumo propio y venta en los mercados locales, se salvarán millones de personas del hambre y de la pobreza extrema’.
Me permito dudar que, en las condiciones del capitalismo, resulte posible burlar los efectos del mercado para consolidar, a nivel del campesinado pobre, los beneficios de los incrementos de precios.
Manuel E. Yepe
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