Hoy a las 22 en el MUNT, en el ciclo de cine, Las mil películas que hay que ver antes de morir, se pondrá en pantalla El Samurai, de Jean-Pierre Melville. Estrenada en 1967, es uno de los mejores policiales negros del cine europeo.
Melville fue uno de los directores franceses más influyentes sobre algunos realizadores norteamericanos.
Ficha Técnica
Titulo Original: Le Samouraï. Tambien Conocida como: El Samurai. Dirigida: Jean-Pierre Melville. Guión: Jean-Pierre Melville y Georges Pellegrin. Año: 1967. Origen: Francia. Genero: Thriller / Crimen / Drama. Duracion: 105 Minutos. Elenco: Alain Delon.
Basado en The Ronin una novela de Joan Mc Leod, es la historia de un asesino a sueldo solitario y lacónico contratado para hacer un trabajo es convertida por el director en una tragedia rigurosa y casi ritual. Jean-Pierre Melville fue uno de los directores franceses más influyentes sobre algunos realizadores norteamericanos y, de hecho, este film ha servido como modelo para películas posteriores tan disímiles como American Gigoló (de Paul Schrader) y Driver (de Walter Hill). Pese a tener a Alain Delon como protagonista, la película -un clásico absoluto del cine negro europeo- sólo pudo estrenarse en los Estados Unidos en una versión reeditada.
El realizador francés, da una auténtica cátedra de cómo mostrar el mejor cine negro sin recurrir a diálogos laberínticos, situaciones enrevesadas o tramas ininteligibles (vease "el sueño eterno") La película empieza a descolocar al espectador cuando vemos que en los primeros 15 minutos de metraje no hay una palabra de diálogo, simplemente el retrato de un hombre solitario ("la soledad de un samurai tan solo es comparable a la de un tigre en la jungla") del que no podemos atisbar su ocupación hasta que recibe la pistola en el garaje.
El protagonista, muy bien interpretado por Alain Delon es solitario, hermético, hierático, frío y tal vez éste sea precisamente el gran problema de la película: el tempánico caracter del protagonista se traslada al tono y atmósfera del film, por lo que la involucración emocional, no intelectual, del espectador con la historia puede ser casi nula.
Por cierto, pese a su relativa corta duración, es un film cargado de detalles, genial lo del canario, y muy meticuloso. La planificación de escenas como la persecución en el metro o secuencias como la del interrogatorio constituyen autenticas exhibiciones del buen uso del lenguaje cinematográfico. En pocos directores franceses se vio el poderío visual que concede Melville a sus obras. También se debe rescatar, la banda sonora y la inserción de la música en las escenas.
El final, de lo mejor. Se agradece que, de vez en cuando, se cierre de forma categórica una película y que no siempre se acuda al cacareado broche del "final ambiguo".
Realmente buena. Tal vez, no sea una obra maestra, pero sin lugar a dudas merece estar entre las 1001 películas que hay que ver antes de morir.
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