Enviar Nota | Imprimir

Lectura pública del Quijote con alumnos de todo el país

"En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre, no quiero acordarme..." fue la frase inaugural de la lectura pública del libro "Quijotito", un proyecto único en el mundo por estar ilustrado por chicos de escuelas de Azul, que se llevó a cabo en el Teatro Español en el marco del Festival Cervantino.

Con sus delantales blancos un grupo de alumnos subió al escenario del teatro, inaugurado el 16 de enero de 1897, donde leyeron con una mezcla de temor y emoción los fragmentos adaptados y por tener en sus manos el resultado de un sueño cumplido. El libro está dedicado: "De los niños de Azul, para todos los niños del mundo".

Este sueño se gestó en la cabeza del español José María Lucía Megías, profesor catedrático de Literatura en la Universidad Complutense, en 2005, quien de algún modo plantó la semilla para que hoy Azul se destaque como ciudad Cervantina de la Argentina.
 
"El `Quijotito` es el primer proyecto del mundo de este tipo. Es el mismo libro de Cervantes realizado especialmente para lectores pequeños e ilustrado desde su particular mirada", asegura Megías en entrevista con Télam.
 
Megías también es coordinador del Centro de Estudios Cervantino en Alcalá de Henares y presidente de la Asociación de Cervantistas de España; y su conocimiento y pasión lo habilitaron para ser el `alma mater` del festival que, este, año presenta esta obra para que los chicos se acerquen a la lectura.
 
De a poco subieron al escenario grupos de alumnos de todas las edades a leer uno o dos párrafos, según se los permitía la timidez, mientras que la historia del hidalgo Alonso Quijano se iba convirtiendo de a poco en la del caballero andante don Quijote de la Mancha.
 
Cada lector se ganó un libro que apretaba entre sus manos como un gran tesoro. Entre sus páginas están sus ilustraciones llenas colores vibrantes e inocentes trazos, contando cómo el aventurero Quijote vivía su amor por Dulcinea y cuando salió a buscar aventuras con su inseparable compañero Sancho Panza.
 
Hubo más de 5.000 dibujos que se hicieron durante varios años. Los que están en el libro, también los eligieron los chicos. "Este trabajo implicó la movilización de recursos locales  y foráneos de ciudadanos que eligieron ser quijotes", reza la contratapa.
 
El proyecto estuvo coordinado por Margarita Ferré y el texto fue adaptado por Diana Calderón, Marta Calzón Iglesias y Megías, con la ayuda de la Embajada de España que brindó material escolar a todos los participantes para que tuvieron la misma oportunidad a la hora de plasmar su arte.
 
"A los docentes se les brindó una serie de talleres de capacitación sobre literatura de época e historia, y un grupo de artistas les facilitaron las herramientas para conocer las técnicas básicas de ilustración de libros.
 
El diario local El Tiempo les repartió, impreso en papel periódico, un texto del Quijotito, para que los chicos se inspiraran a la hora de dibujar; al tiempo que Ferré dividió las escuelas y les acercó capítulos específicos para trabajar: "Si no hoy tendríamos 2.000 molinos de viento", apunta entre risas Megías.
 
¿Cómo llegaste a Azul? "Fue en 2004 cuando me convocaron para pensar en la exposición conmemorativa del cuarto centenario del Quijote, la idea era que se repitiera la organizada en el año 32 por Bartolomé José Ronco(1881-1952), poseedor de la colección más importante del país sobre libros del escritor de Alcalá de Henares".
 
El catedrático que también es responsable de mostrar a Azul como ciudad cervantina al mundo explica que "el lema `Soy Quijote` es el espíritu del festival, `soy` muestra una voluntad de `estar` y luego cada uno le pone los valores de Quijote".
 
"Por un lado coexisten la parte académica y literaria junto a destacados investigadores nacionales y extranjeros y sus jornadas sobre la vida y obra de Cervantes, y por el otro actividades como obras de teatro, música y arte que no se relacionan directamente con Cervantes ni su obra, pero sí con el espíritu quijotesco".
 
"Estas últimas actividades pueden ser el valor de estar ayudando a la gente y la comunidad para disfrutar de hacer arte o cualquier tipo de manifestación que se pueda compartir con los demás", concluye Megías.
 

La lectura iba concluyendo, docentes y familiares felicitaban y aplaudían a los chicos que se llevaron en su memoria el recuerdo de haber participado del primer libro del Quijote para chicos y el sabor de la tarea cumplida.