Las filtraciones de Edward Snowden siguen haciendo ruido. Esta vez las denuncias repercutieron con fuerza en Brasil, donde el programa de la red O Globo “Fantástico” mostró el pasado domingo información que asegura que la Agencia Canadiense de Seguridad en Comunicación (CSEC) espió la red de comunicaciones del Ministerio de Minas y Energía de Brasil, accediendo a llamadas telefónicas, correos electrónicos e Internet.
La acusación generó una airada reacción del Gobierno de Brasil, que por intermedio de la misma presidenta Dilma Rousseff mostró su irritación con este nuevo caso de espionaje contra el país más grande de Sudamérica. La mandataria afirmó que estas denuncias confirman que las acciones son motivadas por razones “económicas y estratégicas” y exigió que “de una vez por todas” se termine con esta práctica.
“Urge que Estados Unidos y sus aliados pongan fin a sus acciones de espionaje”, expresó la mandataria a través de su cuenta de Twitter, donde además afirmó que Brasil pedirá explicaciones a Canadá. Rousseff ya había protestado ante denuncias similares, en las que se afirmaba que la Agencia Nacional de Seguridad de EE.UU. (NSA) había espiado los correos electrónicos de la presidenta. Incluso canceló un viaje a Washington, en el que se reuniría con Barack Obama.
Repudio a la guerra cibernética
Rousseff además pidió al ministro de Minas y Energía, Edison Lobao, que
refuerce la seguridad de las comunicaciones dentro de su cartera e
implemente una “rigurosa evaluación” de los sistemas de seguridad.
Asimismo, el canciller Luiz Alberto Figuereido contactó al embajador
canadiense en Brasilia, Jamal Khokhar, para exigirle explicaciones y
expresarle su “indignación y repudio” por los hechos.
Figuereido le dijo al representante canadiense que los hechos son
“graves e inaceptables” por constituir una “violación de la soberanía
nacional”. En la misma línea se manifestó Lobao, quien dijo que
considera “grave la invasión de los sistemas de comunicación y
almacenamiento de datos”, algo que “sugiere la intención de obtener
informaciones estratégicas relacionadas con las áreas que corresponden a
la cartera, y eso merece nuestro repudio”.
La red de comunicaciones que fue blanco del espionaje es usada por el
ministro para contactarse con las empresas estatales Petrobras y
Electrobras, por la Agencia Nacional de Petróleo, Gas Natural y
Biocombustibles (ANP), por la Agencia Nacional de Energía Eléctrica
(Aneel) y para hablar con Rousseff. A esa información habrían tenido
acceso los gobiernos de Australia, Canadá, Reino Unido, Nueva Zelanda y
Estados Unidos, según declaraciones de Rousseff.
Debido a que numerosas compañías canadienses tienen operaciones en la
industria minera brasileña, la actividad podría ser un claro caso de
espionaje industrial. “Esto es inaceptable entre dos países que
supuestamente son socios. Repudiamos esta guerra cibernética”, afirmó
Rousseff en Twitter.
(dpa, Europa Press, Reuters)
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