Imagine que se encuentra transitando tranquilamente por la calle y, de pronto, pasa un camión a toda velocidad que puede atropellarlo. Usted, luego de “pegar el salto”, logra librarse de la situación pero un extraño sentimiento recorre su cuerpo: le transpiran las manos, le tiemblan las piernas y siente el corazón en la garganta. Este fenómeno difícil de explicar, es un tipo de estrés. Desde el Instituto de Investigación en Biomedicina de Buenos Aires (IBioBA) del CONICET- Instituto Partner de la Sociedad Max Planck, intentan comprender cómo reacciona el organismo ante esta anomalía y de qué forma se diferencian los estadios pasajeros de los crónicos.
El equilibrio mental y físico es indispensable para que el ser humano pueda vivir pleno y a gusto en sociedad. Pero ¿qué ocurre cuando esta armonía se quiebra?
En muchos casos, el organismo responde negativamente a través de trastornos de ansiedad y depresión persistente. Debido a esto y con el objetivo de solucionar dicho malestar anímico que hoy día es cada vez más frecuente, el biólogo molecular e investigador superior de CONICET, Eduardo Arzt, conduce junto con la Dra. Susana Silberstein, investigadora del CONICET y lider del proyecto, una investigación que intenta resolver el enigma de qué ocurre cuando ese estrés invade el nivel celular.
Es necesario distinguir que existen dos tipos de estrés: el agudo y el crónico. En el primer caso, se trata de aquellos eventos que rompen con el equilibrio normal de la vida del ser humano, como el ejemplo del accidente automovilístico. En este caso, no corre peligro la salud de la persona porque simplemente altera procesos que luego vuelven a la normalidad; pero en el caso del estrés crónico que ocurre, por ejemplo, ante una situación de angustia persistente, los cambios fisiológicos que se producen pueden generar consecuencias irreversibles en la salud del paciente.
A nivel orgánico, ambos mecanismos son similares porque intervienen el cerebro y el sistema nervioso en el proceso de adaptación y estabilización del cuerpo frente a este tipo de situaciones, pero se diferencian en que el estrés crónico resulta casi letal para la salud del ser humano.
“Nosotros estamos en permanente armonía con el medio ambiente, lo que se denomina homeostasis, entonces es muy importante reconocer los mecanismos que nos mantienen adaptados a ese equilibrio natural”, asegura el científico, tomando esto como punto de partida para desentramar la incógnita del funcionamiento celular humano.
En el entramado clave
Investigar algo tan ínfimo como una célula no es tarea fácil. No sólo constituye el elemento de menor tamaño que posee vida, sino que gracias a ella pueden clasificarse los distintos seres según la cantidad que se encuentre en su organismo, por esto es que, desde la ciencia, se interesan en reconocer su funcionamiento y estructura con el fin de curar distintas enfermedades.
“En lo que hace a la respuesta sistémica del estrés, hace bastante tiempo descubrimos que participan ciertas neuronas y circuitos del sistema nervioso que son controlados por una hormona y neurotransmisor llamado “Hormona Liberadora de Corticotropina” (CRH), que actúa tocando un receptor en la membrana de las células que participan en los procesos en cuestión”, destaca Arzt y aclara que ésta es la forma que tiene la célula de enterarse que tiene que participar o responder a un determinado estímulo.
Una vez que la CRH envía la señal y esta toca el receptor, le indica a la célula que active los elementos necesarios para que continúe el ciclo. “De eso se trata nuestro trabajo, queremos saber lo que ocurre en lo más íntimo de la célula y qué mecanismo molecular se dispara”, subraya el biólogo.
“Descubrimos unos mecanismos nuevos muy específicos que lo que hacen es mostrar que no todas las respuestas disparan los mismos circuitos ni las mismas señales, sino que son muy específicas dependiendo del estímulo externo que está involucrado”, detalla el investigador, en diálogo con laAgencia CTyS.
Síntomas y respuestas
Esta sobrecarga de tensión que repercute en el organismo puede provocar problemas de memoria, cambios de ánimo, nerviosismo y falta de concentración, impidiendo el normal funcionamiento del cuerpo humano y alterando el comportamiento habitual del paciente que padece esta enfermedad.
Un individuo que acumula una gran cantidad de eventos de estrés negativo y crónico puede llegar a una depresión aguda difícil de revertir, por esto es que el objetivo de la investigación que realizan desde el IBioBA es principalmente entender cómo funcionan las células para poder modificar esta enfermedad con farmacología específica y encontrar nuevos blancos terapéuticos para el desarrollo de antidepresivos.
Eduardo Arzt asegura que la investigación es de suma importancia por su carácter innovador, ya que gracias a ella “se pudo detectar que al tapar estos receptores en forma masiva con diversa medicación, se alteran no solo aquellos procesos que se quieren modificar, sino que también muchos otros debido a que la hormona esta involucrada en múltiples funciones”.
Entonces, la clave se encuentra en “entender y encontrar mecanismos más finos que sólo estén involucrados en esta respuesta y así desarrollar fármacos específicos en lo que estamos estudiando y suprimir otros efectos que tenga una droga que actúe en este nivel”, concluye el científico
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