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AMPLIAREl rescate del cantor popular en las calles de Santiago

El largo camino del manuscrito de Víctor Jara

Hace 40 años, el cantautor chileno Víctor Jara escribió su último manuscrito, minutos antes de ser brutalmente asesinado por los militares que habían tomado el poder el 11 de septiembre de 1973.

Ante la negativa del gobierno de rendir tributo oficial al autor de "Te recuerdo Amanda", organizaciones populares realizaron un gran mural y grupos musicales participaron de un festival artístico durante tres días, al tiempo que miles de velas se colocaron frente al ex Estadio Chile, el último lugar donde el artista fue visto con vida. El ex Estadio Chile fue rebautizado con el nombre de Víctor Jara.

Gloria Koning, directora de la Fundación Víctor Jara, dijo ayer a ANSA que a 40 años del crimen del artista lo único que esperan del gobierno es que "dé curso a la carta de extradición, ya traducida, del oficial Pedro Barrientos", sindicado como uno de sus asesinos, y que vive en Estados Unidos. Jara arribó en la mañana del 11 de septiembre a la Universidad Técnica del Estado, donde impartía clases, mientras las tropas de Augusto Pinochet avanzaban hacia el Palacio de la Moneda.

Originalmente, el presidente Salvador Allende anunciaría desde allí un plebiscito, pero se anticipó el golpe de Estado. El cantautor se quedó en la sede universitaria junto a otros profesores y alumnos, sorprendidos por el toque de queda impuesto a las 14 horas. Al día siguiente fueron despertados a punta de culatazos y balazos, y llevados hasta el Estadio Chile. "Canto, qué mal me sabes/cuando tengo que cantar/ espanto/ Espanto como el que vivo/como el que muero/ espanto", alcanzó a escribir Jara antes de que lo sacaran dos conscriptos rumbo a su muerte.

Estos versos, los últimos que escribió, están grabados en un mural al ingreso del Museo de la Memoria de Santiago de Chile, inaugurado en enero de 2010.

Los detenidos habían sido informados de su traslado, por lo que escribieron mensajes para sus familiares. "Víctor me pidió la libreta que yo tenía. Se puso a escribir, pero de pronto llegaron dos conscriptos, se lo llevaron y fue la última vez que lo vimos. Ahí soltó las hojas y yo me quedé con ellas", relató Boris Navia, abogado y ex jefe del Departamento de Personal de la ex Universidad Técnica del Estado (UTE), según consigna hoy el diario La Tercera. Los presos del Estadio Chile fueron trasladados rumbo al Estadio Nacional y cuando un soldado pidió que escribieran su nombre, Navia se dio cuenta de que Jara había redactado un poema.

Al leer su contenido, aceptó la sugerencia del senador comunista Ernesto Araneda de hacer dos copias en dos cajetillas de cigarros Hilton. Navia quedó con el original que guardó en la suela de sus zapatos y las dos restantes se las entregó a un estudiante y a un médico que quedarían libres en las horas siguientes. El joven fue descubierto y obligado a delatar su procedencia, sindicando a Navia. A punta de golpes eléctricos, le confiscaron la composición. Pero la tercera copia se salvó ya que el médico salió sin mayores sospechas, y se sabe que llegó a manos de los dirigentes comunistas, quienes sacaron el manuscrito al extranjero. Uno de los primeros en recibirlo fue "una organización guerrillera peronista de Buenos Aires", afirmó Navia a La Tercera, en supuesta referencia a Montoneros.

También se le hizo llegar otra copia a un grupo de mujeres integrado por María Julia Pérez, Rayen Méndez y Eliana Rahal, esposas de los músicos de Quilapayún que partieron al exilio en octubre de 1973 y que trasladaron el manuscrito hacia Europa. Según Eduardo Carrasco, jefe del grupo, el manuscrito llegó hasta París camuflado en una cápsula de remedio. En la capital francesa se lo obsequiaron a Joan Jara, quien luego se encargó de expandirlo a través de algunas figuras públicas. ANSA se comunicó este domingo con la viuda, pero la ex bailarina inglesa de ballet, de 86 años, se excusó de hacer declaraciones.

En una de sus últimas apariciones públicas de Joan Jara para el cambio de nombre del avenida 11 de septiembre, admitió que "es terrible tener que caminar por una calle que se llama 11 de Septiembre" y agregó que cuando lo hacía prefería "no mirar". Hijo de padres campesinos, Jara tenía 41 años cuando fue asesinado.