Para la brasileña Carmen Barroso, América Latina y el Caribe debe jugar un papel crucial en la concepción de la “ciudadanía sexual”, una arquitectura de derechos y garantías en materia de población que esta región ayudó a construir desde el nacimiento de la ONU.
El liderazgo latinoamericano en la promoción de derechos para las mujeres “es muy antiguo” y se mantiene, sostuvo en entrevista con IPS la doctora en psicología Carmen Barroso, directora regional de la Federación Internacional de Planificación Familiar para la Región del Hemisferio Occidental.
Barroso fue una protagonista central del proceso de negociación de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo, celebrada en El Cairo en 1994. Para ella, todas las innovaciones y la creatividad en esta materia proceden de la sociedad civil, en la que destaca hoy a los movimientos juveniles.
Por eso no cree que haya retrocesos en la I Reunión de la Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo de América Latina y el Caribe, que se está desarrollando desde el lunes 12 hasta el jueves 15 en la capital de Uruguay.
En este encuentro, la región examina sus progresos y sus fracasos y se pone de acuerdo en una posición común para llevar a la Asamblea General de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
IPS: ¿Espera retrocesos en esta primera conferencia regional?
CARMEN BARROSO: No creo que haya retrocesos. La región ha avanzado mucho desde los años 90. Los gobiernos están conscientes de que se trata de un tema de desarrollo. Aquí no hay nadie que tenga fuerzas para volver atrás.
Por otra parte, hay por lo menos 12 delegaciones gubernamentales que vinieron integrando en ellas a la sociedad civil, una forma de transmitir que los gobiernos quieren sentir que representan distintas voces de sus países.
La sociedad civil es fundamental. La agenda de derechos vino de ella. Los gobiernos no tienen tiempo para crear en este terreno. Cuando actúan en forma creativa es por influencia de la sociedad civil.
Además, yo preveo un impacto global. Esta región siempre ha sido vanguardista. Fue un actor principalísimo en promover los derechos de las mujeres en el proceso de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas y en crear (en 1946) la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer. Eso es muy antiguo.
Ahora, la región está cambiando, tiene muchos países de renta media y Brasil ingresando al grupo BRICS (junto con Rusia, India, China y Sudáfrica). Quiere decir que el mundo nos mira de otra manera.
IPS: ¿Qué asuntos pueden impedir el consenso?
CB: El peligro que veo es que las referencias al aborto permanezcan igual al Programa de Acción de El Cairo: que es un problema de salud pública, que cuando es permitido debe ser seguro y que se ha de actuar en consonancia con las legislaciones nacionales.
Este va a ser un punto de mucha discusión. La realidad regional ha cambiado. Uruguay despenalizó el aborto, la capital de México también, lo mismo hicieron Guyana y Puerto Rico. Colombia flexibilizó las normas y Brasil amplió las causales en que permite la interrupción del embarazo. En Cuba el aborto es legal desde los años 60. Es importante que esto se refleje en la posición regional, pero no va a ser fácil.
Otro aspecto es el reclamo de educación sexual integral, en particular para los jóvenes. Todavía existe esa tontería terrible de creer que la educación sexual promueve “el pecado”, la iniciación sexual más temprana. Las investigaciones muestran que no es así y hasta que se puede retrasar el inicio de la vida sexual, pues hace que las jóvenes se sientan empoderadas para negarse si no están convencidas.
Se habla también de incluir de manera explícita el derecho a la identidad de género y el respeto a la diversidad sexual.
Pero los derechos sexuales y reproductivos son más amplios. Nosotras también tenemos derecho a no ser molestadas en la calle, a no ser acosadas en el lugar de trabajo. Muchos de estos aspectos han sido olvidados.
En síntesis, estamos creando lo que podemos llamar la “ciudadanía sexual”, para la cual es fundamental la educación sexual integral.
IPS: ¿Cómo evolucionó la sociedad civil que acompaña este proceso en las últimas dos décadas?
CB: Lo más importante es ver a los jóvenes. Aquí tenemos numerosas delegaciones de jóvenes muy activos que, además, se expresan y organizan como tales. Cuando yo empecé en estos temas era joven, claro, pero no me definía como tal. Lo que me definía era ser mujer y feminista. Esto es nuevo.
IPS: Ya que estamos con juventud, un problema que no muestra progresos, sino retrocesos, es el embarazo adolescente.
CB: Es cierto. Un estudio de Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) muestra que, en la mitad de los países sobre los que hay datos, los números se mantienen igual y que, en la otra mitad, hay aumento.
Sin embargo, hay algunas novedades: muchas adolescentes que tienen su primer hijo ya no tienen el segundo, como ocurría antes.
IPS: ¿Eso a qué se debe?
CB: A que solamente acceden a métodos anticonceptivos e información una vez que ingresan al sistema de salud por el embarazo y el parto.
IPS: Parece que los adolescentes de hoy gozan de una mayor libertad sexual que hace 20 años, pero no tienen instrumentos para manejarla…
CB: No todos. Hay diferencias de clase. En el quintil más alto de la población, de mayor poder adquisitivo, no hay embarazos en la adolescencia. Estos se concentran en el quintil más pobre.
IPS: ¿Cuál es la solución?
CB: Los gobiernos tendrían que empezar por cumplir lo que prometieron. En 2008, los ministros de Educación y de Salud de la región se comprometieron a asegurar mecanismos de educación sexual integral en las escuelas. Lo que vemos hasta ahora son algunos tímidos pasos en unos pocos países.(IPS)
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